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Ara:

Día sábado.

Había pasado una semana desde lo que ocurrió en mí piso. Y yo estuve semana completa junto a mí chico. Quien no dejo de consentirte y hacerme sentir como en casa.
Es más me insistió que vendiera o alquilará mí departamento. No voy a mentir. Me siento a gusto y segura estando junto a JungKook y por lo que mí pequeña hermana me cuenta le pasa lo mismo con

Me despierto, miro la hora en mi reloj despertador y son casi las siete de la mañana. Anoche olvidé desactivar mi alarma, y una vez que me despierto ya no puedo volver a dormir.

Miro la claridad que entra por la ventana, me siento en la cama y paso las manos por mi rostro. Doy un gran bostezo y admiro el amanecer desde mi lugar. La claridad ilumina el escritorio, Kook y Mysie me ayudaron a traer mis pertenencias. No dejaron de instir hasta que accedí, ahora trabajaba desde la comodidad de su departamento y sonreí. Se ve jodidamente hermoso allí.

Amo mi profesión.

JungKook pidió trabajar en los turnos de día, desde las seis de mañana a las seis de la tarde, para no dejarme sola mucho tiempo y yo trabajo en el proyecto de la fundación a tiempo parcial, nos hemos dividido las tareas y hasta ahora todo marcha sobre ruedas.

Me sorprendió mucho, pensé que iba a ser más complicado vivir junto a él pero es un chico dedicado y ordenado. Como todo a su lado es fácil. Y esto no iba a ser la excepción.

Me levanto y me acerco al ventanal, y observo el gran patio del edificio, hay varias personas haciendo ejercicio. Están locos para salir con este frío del demonio a hacer ejercicio.

Camino al baño privado de la habitación, y me pongo decente para salir a la cocina.
El olor a café y tostadas inunda mi olfato. Y mis tripas rugen.

Cuando entre en la cocina me sorprendí al ver a JungKook deslizarse por ella con total libertad y comodidad, tenía todo bajo control. Pero de todas formas me pareció apropiado ofrecer mi ayuda, aunque sea una completa inútil aquí dentro. Estaba susurrando alguna canción en ingles la cual no reconocí, pero que se me hizo interesante. Porque tiene una voz muy bonita.

¿Hay algo que este hombre no haga bien?

Viste una remera negra, unos pantalones de chándal y va descalzo. Me babeo mentalmente. Se ve muy concentrado removiendo algo en el sarten.

—Buenos días...— se giró sorprendido ante mi aparición espontánea y me regaló una sonrisa. -¿Necesitas ayuda?

Maldita sea. Mí corazón latió rápido.
Me miró por unos segundos y negó con la cabeza.

—Si.

-Dime, aquí estoy.

-Acercate un poco. -me pide.

Camine a él. Y cuando estuve cerca estiró su boca. Sonreí ante su gesto. Y tome sus mejillas con mis manos. Dejé un beso en ellos.

-Ahora sí. Son buenos días. - murmuró.

-¿Algo más?

-Si quieres prepara la mesa.

Me acerque a la heladera y me servi un vaso de agua.

—Esta bien. — camine  a su lado y lo miré con una sonrisa tonta.

Me dedique a preparar la mesa para comer.
Recordé las veces que intenté cocinar y todo se me salió de control, o quemaba la cocina o me quemaba yo, y no era nada agradable, al fin y al cabo no terminaba disfrutando de lo que sea que hubiese intentado hacer en la cocina.

—¿Cuando aprendiste a cocinar? —le pregunte mientras le dedicaba atención a los huevos revueltos en el sartén, despegó la vista un segundo y me miró.

Él es un chico malo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora