Capitulo Veintiocho

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Los días pasaban con lentitud y mi cabeza lograba mantenerse ocupada cuando dormía. Por lo que esta semana que no abría la heladería por las fuertes temperaturas bajo cero, me quedaba durmiendo o haciendo exactamente nada. Las noches se hacían mas que eternas abrazando esa blusa que de a poco iba perdiendo su olor, su aroma. Como probablemente lo estaba perdiendo a el.

Lo extrañaba, necesitaba de el y de su calor, de su presencia. No sabia como el estaba y eso me dolía. Me comunique con Nat con la intención de preguntarle por el y solo supo decirme que se la pasaba en la oficina y que llegaba a dormir. Nada de eso le hacia bien.

No nos hacia bien estar así.

Decidí pedirle el auto a Mary para ir hasta la empresa de el, y si así tiene que ser, implorarle que hablemos. Quedaba a unos veinte minutos de mi casa pero disminuiría la cantidad de minutos por que no quería esperar mas. La carretera no estaba transitada ni había un trafico insoportable, el cielo tenia un color gris haciendo notar pequeños rayos de luz que aun intentaban salir. Las aves se elevaron, y creando una forma lineal se unieron perdiéndose en la vista. El ultimo semáforo antes de llegar, me aguardaba en la espera,  una aglomeración de  arboles generaban un paisaje distinto, las personas cruzaban la peatonal, y los ruidos de la bocina se hacían sonar. Me encontraba primera en la fila cuando una pareja cruzo, la mujer vestía un largo vestido blanco acompañada de quien parecía ser su prometido. Todos gritaban felicitándolos.

Minutos después, estaba frente a la entrada con los nervios carcomiéndome. Por lo que me dirigí hasta el segundo piso donde me dijeron que me anunciaría su secretaria. Una mujer alta y joven, de cabello colorado y muy voluptuosa me recibió con amabilidad.

—¿Tiene cita?- Consulto fijando la vista en una carpeta.

—Sinceramente no, soy su novia puedes anunciarme. Preciso hablar con el de manera urgente- Ella me observo unos segundos que se me hicieron una eternidad y tecleo en el teléfono.

—Puedes pasar- Le agradecí a quien sea y entre. Su mirada conecto con dificultad con la mía, lucia cansado, sus ojeras se destacaban en  su rostro.

Mis pies querían correr hacia el y abrazarlo, no aguantaba esta distancia. Pero bien sabia que no era la correcta.

—Según mi secretaria es urgente así que siéntate y dime que quieres- Demando con frialdad y al instante me arrepentí de venir. Pero mis pies dijeron lo contrario y me guiaron a tomar asiento; no sabia que decir o que hacer.

—Nada de este tiempo en el que nos mantuvimos alejados, funciono del todo. Quería evitar cosas pero no puedo seguirnos lastimando. Te quiero conmigo, te amo Matthew y siento que es tarde diciéndolo, recordándote cuanto bien nos hacíamos pero nada pierdo haciéndolo-

—El que quiere pensar ahora, soy yo- Respondió con desinterés, dándome mil abofeteadas por segundo.

Mordí mi labio rogando no llorar, cosa que por arte del destino no hice.

—Bien, lo respeto. Discúlpame por hacerte perder tanto tiempo- Susurre apretando los labios y dirigiendo mi vista hacia otro lado por que las lagrimas amenazaban con salir, y con suficiente fuerza para inundar el lugar. Sus ojos se dignaron a mirarme segundos y volver la vista a su costoso ordenador.

Me levante y aunque quise despedirme, no pude. Termine de romperme mentalmente, abrí la puerta rogando que me detuviera pero no lo hizo y dolió de una manera inexplicable pero tenia que comprenderlo, darle su espacio. Me despedí de su secretaria y camine esperando que saliera de su estúpida oficina, pero no lo hizo. Me subí al coche y descargue la rabia que corría por mi ser, no pude sostenerme mas. 

Esa noche, me seque por dentro, literal. Por lo que cuando lograba quedarme dormida alguien golpeo la puerta y luego toco el timbre. Baje rápido y al abrir la puerta, Teo estaba parado ahí.

—Lamento despertarte, de nuevo- Murmuro apenado.

—No estaba dormida... ¿quieres pasar?- Mentí, haciéndome a un lado.

El asintió, encendí las luces y cerré la puerta.

—Yo no quiero pensar- Se detuvo para frotar su rostro —No tengo nada que pensar mas ciertamente- Solo perdí las esperanzas... es que, ¿ que podía intuir de eso?, absolutamente nada.

—Pero antes que supongas algo, tampoco quiero estar lejos de ti. Odio estar así, en que momento se me ocurrió pensar así, hasta yo me lo pregunto. Pero en fin, si ya decidiste no regresar conmigo, esta bien solo quería que lo supieras- Termino de hablar esperando una respuesta y tenia claro que mis nervios, no volverían a alejarme de el.

—No decidí nada, me digne a esperarte sin presionarte. Lamento los daños causados, nunca tuve intenciones de hacerlo. También quería decirte que si piensas estar conmigo con el objetivo de evitar que yo este mal, no lo hagas- Iba a continuar hablando pero una seña me detuvo.

—Quiero volver contigo, por que te quiero, mas bien, te amo- Susurro intentando sonreír.

Y la poca fuerza de voluntad, de darle espacio desapareció y me acerque a el abrazándolo. 

—Gracias por darme otra oportunidad yo ni se si la merezco per...- Volvió a interrumpirme pero fue tan estúpidamente genial, que solo pude dejarme llevar por su beso. Nuestras bocas se alinearon, como si hace años no se vieran. 

—La oportunidad es mutua- Susurro acariciando mi cabello, y solo supe que el, era lo único que quería a mi lado.

Nuestras rodillas, cayeron derrotadas. Nuestras manos se entrelazaron, y el me abrazo dejando caer las lagrimas que había estado aguantando. Permanecimos así, unos minutos.

"En la unión de dos almas, el amor se convierte en un fuego eterno que ilumina el camino de ambos." William Shakespeare.


Al final, ¿caerias conmigo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora