Capitulo Treinta y dos

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«Todo puede o mejorar, o empeorar»

Georgia:

Entré en el clínico, rodeado de paredes blancas y con un olor a fármacos que golpeaba mi nariz, provocándome una mueca de disgusto.

Mientras me dirigía a la habitación donde estaba internada Sophie, unos pequeños brazos envolvieron mi cintura. Era la pequeña Emma, cuyos ojos irradiaban brillo y me transmitían calma.

—Hola, hermosa —dije, depositando un beso en su frente.

—Al fin decidiste traerme, te extrañaba —pronunció señalando a Teo. Era una niña inteligente, pero había palabras que no decía bien, lo cual me hizo reír.

Teo puso los ojos en blanco y se acercó a abrazarme, recibiendo una mirada desaprobatoria de parte de Emma.

—¿Qué? —preguntó Teo, mirando a la niña.

—Yo estaba con ella, sal de aquí —dijo entre cerrando los ojos, provocando risas en la sala.

—Ella es mía, así que fuera —respondió él, haciendo un gesto con la mano.

Enojada, me acerqué a Ethan y Nataly, esta última me saludó con la mirada.

—¿Estás bien? —preguntó él, a lo que negué con la cabeza. No quería hablar del tema, y él lo entendió, por lo que no volvió a tocar el asunto, lo cual agradecí.

Lo que sí hizo fue abrazarme, y pude sentir su aroma a colonia. Hundí mi cabeza en su pecho, sintiendo los latidos de su corazón. Lágrimas descendieron de mis ojos, y las sequé con el dorso de mi mano. Él me abrazó con más fuerza, susurrándome que todo mejoraría, y agradecí tanto tenerlo en ese momento.

En un instante, sentí una mirada sobre mi espalda, provocando que me estremeciera. Abracé más fuerte a Teo, pero todo en mí se tensó al escuchar aquella voz.

—Georgia —reconocí la voz de mi madre. Con expresión seria, me giré y vi que iba con dos jóvenes de unos años más que yo, una de las cuales miraba a Teo de una manera que me hizo sentir incómoda.

Parece que estábamos conectados, ya que Teo tomó mi mano, logrando que mi espalda chocara con su pecho.

—¿No hablas ahora? —dijo ella, con una confianza que me sorprendió. La otra chica le hizo un gesto para que no hablara.

La ignoré y miré a la mujer que tenía al lado.

—¿Qué quieres? —pregunté.

Por razones desconocidas, Ethan tomó a Emma y se la llevó afuera.

—Hablar contigo —respondió ella, causando una risa irónica de mi parte.

—Oh, después de, déjame pensar... Después de exactamente 15 años sin prestarme atención, ¿tú quieres hablarme? —dije, riéndome sin interés.

—Sé lo que he hecho —las chicas la miraron con confusión—, pero merezco que al menos me escuches.

—No mereces nada —dije, mirándola con desprecio.

—No seas así —dijo, intentando acercarse a mí.

—Tú fuiste peor, te odio ¿sabes? No, ni eso, porque odiar es un sentimiento y por ti, no siento nada, solo déjame en paz —repudié.

—A mi madre no le hablas así —reclamó una de ellas.

Sentí un puntazo en el pecho, me aparté de todos y salí del clínico, sintiendo la mirada de todos en mi espalda.

Al final, ¿caerias conmigo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora