Libro2: 1. El Karma.

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Jano.

Ha pasado un año desde que Arlet y yo lo dejamos, nos seguimos viendo en clase, pero nada es como antes, ella ya no me mira con los ojos llenos de amor, ella ya no sonríe cada vez que me ve, siento que ella dejó de amarme y no sería para menos... Yo fui quien la echó de mi vida, yo fui quien le dijo todas esas cosas tan asquerosas... Pero nada lo sentía, nunca dejé de quererla. Nunca dejé de verla con los ojos que la veía desde que era un niño.

Tuve que hacerlo para no perderla para siempre, las palabras de sus padres se repetían una y otra vez en mi cabeza: «Si no te alejas de ella el tiro que te pegue no será nada comparado para lo que te pasará, a ti o a ella», esas palabras salieron de los labios del padre. «O la dejas o nos la llevaremos para siempre y ahí si cuando nunca la volverás a ver», y esas palabras fueron las que realmente me hicieron alejarme de ella. Aunque ya no estuviera con ella al menos la seguía viendo, pero si las palabras de esa mujer eran ciertas no podía permitir que se la llevaran.

Ahora ella ya no es la misma, ya no es esa chica tímida que se le hacía la voz pequeñita cuando me decía algo que nunca había salido de sus labios. Ahora es una chica que no dice esas cosas, ya no tiene esa sonrisa en los labios, ya no se lleva con su grupo de amigos, con la única que se sigue llevando es con mi hermana y con el chico pelirrojo. Pero ya nada es lo mismo.

Si pudiera dar el tiempo hacía atrás lo haría, si pudiera cambiar mis actos lo haría, pero sobre todo hubiera luchado por haber estado con ella en todo momento.

Todo esto que os estoy contando son las consecuencias del juego, ese juego que empezamos por mi culpa y que por mi culpa acabó.

Seguimos yendo a la misma clase, y todavía quedan tres meses para que las vacaciones de Navidad llegarán. Ahora estábamos en la universidad, algo que si cumplimos a pesar de no estar juntos era escoger la misma carrera: diseño gráfico y diseño web. El último año en bachillerato fue un completo infierno. Ver todos los días a Arlet era un martirio, deseaba poder tocarla y besarla, pero debía pensar en lo que sus padres me advirtieron. Esa amenaza hizo que todas ganas de querer verla se vieran entre la espada y la pared.

Su indiferencia hacia que mi corazón se fuera rompiendo cada vez más.

Esta es la primera semana de clases. Quedan tres meses para diciembre pasaría más tiempo con ella, ya que teníamos la tradición de pasar tiempo juntos, Harry, mi hermana, Arlet y yo. Íbamos siempre al psiquiátrico a saludar a mi madre y llevarle regalos y luego íbamos al cementerio para llevarle rosas a mi padre, luego nos íbamos a un mirador y por último a cenar y a disfrutar.

En este momento estábamos en el campus de la universidad, mi mirada estaba fija en Arlet, ella se reía sobre algo que el pelirrojo le contaba, luego había más chicas y chicos nuevos. Arlet giró la cabeza hacía mí dedicándome una mirada fría. Aparté la mirada mirando a Harry.

—¿Qué hay? —Saludó con una sonrisa.

—¿Qué tal el examen?

Se encogió de hombros mirando hacia la cancha de baloncesto.

—Voy a fumar ¿vienes?

—¿Desde cuándo fumas? —Pregunté ceñudo cogiendo la mochila y colgándola de mi hombro derecho.

—Desde que tu hermana me dejó.

Lo miré y solté un suspiro. Salimos del centro y comenzamos a caminar. Mi mirada y la de Arlet hicieron contacto por unos segundos hasta que ella la apartó para poner toda su atención en ese chico pelirrojo.

—¿No has hablado con ella?

Preguntó apoyándose en la pared y encendiéndose el cigarro. Negué levemente mirando al frente.

Tipos de besos. +18 (1&2)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora