Libro 2: 3. Devastador.

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Nuestros ojos chocaron con salvajismo. Entendía el terrible dolor que sentía, el odio por lo traición. No sabía cómo hacerla ver que nada de lo que yo dije o hice era verdad, no sabía cómo hacer para que olvidará ese dolor, sabía que era difícil, que la dañé mucho, pero yo la amaba, siempre lo hice, y me dolía muchísimo que ella no pudiera ver eso.

Después de que ella me confesara lo que había pasado con ese chico me sentí mal, como si el mundo se me calera encima, como si mi mundo se destruyera. Ella era todo mi mundo y estaba destrozado por mi culpa, ella estaba sufriendo por mi tan mala manera de hacer las cosas.

Ojalá hubiera un libro o algo que te dijera como arreglar las cagadas que hacías, pero no lo había y si lo había no valdría, porque no hay nada que me ayude en este momento a construir eso que yo rompí.

—Pensé que después de lo que te conté estaríamos bien —confesé.

—Yo también lo pensé, y por unos minutos me lo creí.

Di una bocanada de aire y asentí. Caminé lentamente hasta salir de su habitación y adentrarme en la mía. Me senté en la cama con los codos apoyados en mis rodillas y las manos entrelazadas. Miré hacía el suelo y cerré los ojos pensando en todo.

—Me voy, he quedado.

Su voz me hizo levantar la cabeza.

—Ten cuidado —susurré —si pasa algo corre y llámame rápido —me levanté —por favor.

Ella asintió y salió de la habitación. Por un momento volví a sentir que se iba completamente de mi vida, que la iba a volver a perder, pero ese mensaje que me llegó al móvil me hizo sonreí.

—Volveré a casa, luego si quieres podemos hacer la cena juntos.

—Claro, te espero.

Guardé en móvil en el bolsillo del pantalón y bajé al salón. Me senté en el sofá y busqué una película.

Arlet no salía de mi cabeza ni un segundo. Lo que ahora más me estaba jodiendo es que muy seguramente ella estuviera con otro. Imaginarme a Arlet en los brazos de otro hombre me hervía la sangre, pero nada podía hacer, al fin y al cabo, ella es libre de hacer lo que quiera, aunque a mí me esté matando.

Desde que Arlet se fue de mi vida siento un vacío enorme, nunca imaginé que una persona pudiera llenar tanto tu vida, después de tantos años a su lado me acostumbré tanto a ella que ahora se me hace imposible vivir el día a día sin ella, es una necesidad el tenerla a mi lado, si, esto no debería ser así, mi estado emocional no debería depender de nadie, pero ¿cómo no hacerlo cuando ella ha sido la única persona que ha estado en mi vida apoyándome y queriéndome?

Un nuevo mensaje llegó a mi teléfono. Miré quien lo había enviado.

Arlet.

Suspiré de alivio.

—Te necesito —al leer eso me levanté rápido del sofá —estoy en el parque de siempre.

Salí corriendo cogiendo las llaves de casa. Busqué a Arlet con la mirada, ella estaba detrás del tobogán, me acerqué a ella nervioso.

—¿Qué te pasó? ¿Estás bien?

La miré de arriba hacia abajo comprobando que todo estaba bien. Ella sonrió cruzada de brazos.

—¿Preocupado?

—¿Me estás vacilando? —Pregunté serio.

—Había quedado con un chico —comenzó a hablar —pero no he podido ni siquiera verlo.

Tipos de besos. +18 (1&2)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora