10. Mi Mayor Regalo Eres Tú.

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Jano.

Las palabras que salieron de los labios de Arlet me calentaron más de lo que imaginé, todo dentro de mí se descontroló, las ganas de desnudarla y hacerla mía crecían dentro de mí cada vez más.

Nunca imaginé que esas simples palabras me hubieran encantado tanto y menos aun saliendo de los labios de mi mejor amiga.

Él orgasmo que acompañó a esas palabras me hizo perder completamente la cabeza. Nuestros ojos hicieron contacto durante unos segundos, otra vez esa mirada, otra vez ese deseo de tenerla entre mis brazos ¿qué me estaba pasando? ¿Por qué solo me pasaba con ella?

Saqué la mano de su entrepierna y miré hacia la ventana que daba al gran lago que me traía tantos buenos recuerdos con la mujer que tenía al lado tumbada en la cama. Ella y yo de pequeños dándonos chapuzones en el agua; yo haciéndole aguadillas a Arlet; ella saliendo del agua llorando y yendo en busca de los brazos de mi padre.

Desde que Arlet apareció por primera vez en mi casa mi padre y ella parecían padre e hija, mi padre la consentía más a ella que a mí, nunca me importó, me gustaba ver que mi familia se llevaba bien con ella. También recuerdo ese momento donde ella y yo celebramos los cumpleaños juntos, yo lo celebré un mes después de mi fecha de mi cumpleaños, pues quería compartir mi tarta con ella, quería abrir mis regalos con ella. Ella los cumple el 12-05, y yo el 03-04. Justo el día después de que ella cumpliera los años vinimos aquí, mi familia y ella.

Ese gran espacio cubierto de verde y despejado de árboles fue donde se celebró nuestro décimo tercer cumpleaños. El regalo que me hizo mi padre fue una gran pistola de agua.

Giré mi cabeza mirando a Arlet ella me miraba a mí. El día que mi padre me regaló esa pistola recuerdo ver los ojos de Arlet que desprendían unos celos inevitables.

—¿La quieres? —Esa pequeña pregunta salió de mis labios mientras se la extendía con una sonrisa.

—Te la regaló tu papá —susurró ella acariciando sus manos con nerviosismo.

—¿Tus padres no te regalaron nada?

—Si, pero no fueron juguetes —esta vez susurró apenada.

—Quiero que la tengas tú, mi mayor regalo de cumpleaños es que tú estés aquí pequeña —dije con el tono más suave con el que nunca hablé.

Sus ojos brillaron de felicidad y en vez de coger la pistola me abrazó con fuerza, con una fuerza que me encantaría volver a sentir.

—¿La sigues teniendo? —Pregunté sin pensar y sin dejar de mirarla.

Ella al principio frunció el ceño, pero luego se levantó y miró por la ventana con una sonrisa de oreja a oreja.

—La guardo como si fuera oro Jano, está guardada en casa.

—Nunca la he visto.

—Porque no buscas entre mis cosas.

Ambos sonreímos y seguimos mirando por la ventana.

—Tus padres y tú fuisteis los únicos que me regalaron juguetes —Cogí su mano y la entrelacé con la mía —. Mis padres siempre me regalaban rosarios o pijamas.

Ella rió con tristeza.

—Creo que si mis padres me regalaran algo así entraría en depresión.

Estallamos en carcajadas. Ella apoyó la cabeza en mi hombro, segundos después pegó su barbilla con cuidado en mi hombro y me miró.

Tipos de besos. +18 (1&2)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora