Libro 2: 6. El Jano Malote.

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Llegamos al hotel chorreando agua. Jano al intentar subir corriendo las escaleras del hotel cayó haciendo que yo estallara en carcajadas. Él giró la cabeza mirándome con una sonrisa.

—¿Y la gracia?

Me mordí el labio intentando no reír. Jano se levantó, cogió mi mano y terminamos por entrar a nuestra habitación.

Nos quitamos la ropa mojada y nos pusimos ropa limpia. Yo me puse una toalla en el cabello y salí del baño.

—Me he hecho daño en serio —se quejó levantándose la pernera.

Y si, se había raspado un poco.

—Oy, mi bebé.

Hice pucheros corriendo y tirándome encima de él. Quedé encima de él y ambos reímos.

Mi teléfono comenzó a sonar. Lo cogí de encima de la cama. Me levanté rápido mirando a Jano.

—Mis padres —murmuré con miedo.

Vi en los ojos de Jano el terror puro. Me senté a su lado y cogí la llamada.

—Hija —habló mi madre.

Yo no contesté, ni siquiera hice el amago de hacerlo. Solo miré la pantalla del móvil. Cogí la mano de Jano y pude ver que no era la única que temblaba de miedo.

—Necesito hablar contigo y con Jano.

Negué rápidamente.

—No sé dónde está él, yo no estoy en New Orleans.

—¿Te fuiste? —Preguntó en un susurro.

—¿Te extraña que me haya ido después de todo lo que me habéis hecho?

—Hija, lo siento.

Miré a Jano ceñuda.

¿Qué estaba pasando?

—¿Crees que con un lo siento cambiaras todo lo que hicisteis?

Comencé a enfadarme. Jano apretaba mi mano transmitiéndome algo de tranquilidad.

—Se que no cambiaré nada, pero...

—¡Pero nada! ¡Me hicisteis separarme de Jano un año, casi lo matáis! Os lo dije una vez, para mi estáis muertos, y si volvéis a intentar separarme de Jano conoceréis a vuestra verdadera hija.

—Si quieres estar con él bien, yo no me interpondré más.

Miré a Jano muy sorprendida.

—¿Cómo quieres que te crea? Después de todo —hice una pausa —yo no puedo creer en tus palabras.

—Solo dame una oportunidad, verás que digo la verdad, no quiero perderte más, hija, lo que has hecho ya no tiene vuelta atrás, y después de todo sigues con él, de verdad os amáis y ante eso yo no puedo hacer nada.

—Te has dado cuenta muy tarde —dije en un hilo de voz.

—Creo que nunca es tarde para intentar recuperar a mi hija.

—Es que nunca me tuviste, mamá, la única que hizo de madre fue Clara, tú nunca estuviste, nunca me quisiste, odiaste a tu hija solo por ser mujer, ¿en vuestra familia es tan malo tener una hija? ¿De verdad, Susan?

—No me llames así, hija.

—Vuelvo y repito, Klaus y tú estáis muertos para mí, no intentéis nada en contra de nosotros.

Tipos de besos. +18 (1&2)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora