Libro 2: 12. El Museo.

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Tenía mis ojos sobre el perfil derecho de Jano, su mano acariciaba mi espalda desnuda, mi mano derecha acariciaba su pecho. Una sonrisa se dibujó en sus labios y abrió los ojos.

—¿Qué pasa? —Susurró mirándome.

—Nada —dije de igual forma.

Jano subió su mano libre para acariciar mi mejilla.

—¿Todo bien?

Asentí con una sonrisa.

Nos pasamos la noche en vela. No había que madrugar al día siguiente así que aprovechamos para hablar y contarnos cosas, aunque ya lo supiéramos todo el uno del otro. A la mañana siguiente, vinieron a despertarnos Harry y Charlet, ellos tenían en las manos el desayuno.

—Menuda cara de no dormir —comentó Harry.

—Será porque no hemos dormido —contesté con una sonrisa.

Harry y Charlet se miraron pícaros. Negué con una sonrisa y le cogí a Charlet la bolsa de comida. Nos sentamos en los sofás  y los cuatro comenzamos a desayunar.

—Hace una hora estuve hablando con el psiquiatra de mamá.

En cuanto esas palabras salieron de los labios de Charlet todos le prestamos nuestra entera atención.

—Si todo sigue bien le darán el alta en una semana, aunque tiene que estar bajo observación.

Miré a Jano, él sonreía mirando a su hermana, desvió la mirada hacía mí. Lo abracé y le di un beso sintiendo como la felicidad recorría todo mi cuerpo. Después de tanto tiempo por fin nos llegaba una buena noticia.

Tiempos después la pareja se fue. Jano y yo nos comenzamos a vestir para ir hacia el museo de su padre. Quedaba a una hora de nuestra casa. Jano estaba emocionado por volver a pisar ese suelo y por volver a darle vida a ese museo. En cuanto entramos al museo un olor a cerrado y humedad nos invadió la nariz. Tuve que tapar mi nariz con el cuello de la camisa ya que ese olor no era para nada agradable, Jano me miró y rió negando. Dejamos la puerta abierta para que todo ese lugar se aireara.

—Lo primero que deberíamos hacer es reformar todo esto —comenté mirándolo.

—Lo sé, monja, eso será lo primero.

Asentí dándome la razón y por ende dándosela a él. Jano comenzó a destapar algunos de los cuadros que seguían ahí, ninguno de los tres se atrevió nunca a sacarlos, pues eran unos de los mejores cuadros que había hecho Fede. Realmente eran los mejores que había hecho, los colores, los dibujos, aunque uno de esos cuadros era uno abstracto, yo no le encontraba sentido pero según decía Jano era uno de los cuadros que más sentimiento le transmitía, no entendía porqué, pero supongo que entre pintores se entendían. Me quedé mirando ese cuadro como si de la cosa más extraña que había visto en mi vida se tratase.

—¿Cuándo un pintor garabatea es cuándo más sentimiento transmite? —Pregunté intentando encontrarle ese sentimiento que él decía que tenía.

—Me ofende que uses ese verbo para referirte al cuadro.

Levanté la mirada. Él sonrió al ver como mis ojos transmitían arrepentimiento.

—Perdón, pero es que no lo entiendo.

—Que no entiendas algo no te da derecho a criticarlo, monja, si algo no te gusta o simplemente no le encuentras sentido pasa de ello.

El tono de su voz y las palabras que dijo me hicieron sentirme más culpable aún.

—Tampoco creo que lo haya criticado, simplemente no encuentro ese sentimiento.

Miré a Jano, él tenía en sus ojos algo de enfado.

Tipos de besos. +18 (1&2)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora