13. Noche Romántica.

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Arlet.

Jano me había tapado los ojos, en todo el camino no vi nada. Supe que estábamos subiendo unas escaleras, pero no veía ni escuchaba nada, era todo muy silencioso.

—¿Estás preparada? —Preguntó poniendo sus manos en la parte trasera de la venda que tenía en mis ojos.

—Lo estoy.

Me quitó la venda de los ojos y abrí la boca sorprendida. Justo enfrente de mí se veía toda la ciudad, ya era de noche y se veían todas las luces, era precioso. Me di la vuelta y sonreí al ver una mesa con un mantel rojo; velas; platos con mi comida favorita. Me giré hacia él con los ojos llorosos y sonreí.

—Es todo precioso.

Me acerqué a él y besé sus labios.

—Siéntate por favor.

Me separó la silla y me senté, dio la silla hacia adelante y luego se sentó él.

—Nunca pensé que fueras un chico así de romántico.

Giré la cabeza hacia mi derecha. Estábamos al aire libre y la noche era hermosa, estaba iluminada por la luna y por las millones y millones de estrellas decorando ese oscuro cielo.

—Y no lo soy —fue sincero haciéndome girar la cabeza y verlo con una sonrisa en los labios —. Esto solo lo he hecho por ti.

—¿Por mí? —Pregunté sorprendida y emocionada.

—¿Te acuerdas cuando me dijiste que entre nosotros querías que pasara de todo? —Asentí mirándolo —bueno, esta cena es para —se levantó de la silla y se acercó a mí por detrás, posicionó sus labios en mi cuello y luego susurró: —pedirte de forma oficial que seas mi novia.

La respiración se me cortó por unos segundos. Giré un poco la mirada para mirarlo a los ojos.

—¿De verdad?

—¿Por qué estaría bromeando con esto?

Me levanté quedando frente a frente con él.

—¿Aceptas ser mi novia, monja?

—Acepto ser tu novia monja.

Ambos reímos para después besarnos. Jano hizo presión con sus manos en mi cintura. Nos volvimos a sentar y comenzamos a comer.

—Espero que te gusten.

—¿Los has hecho tú?

—No es tan difícil hacer unos espaguetis con carne picada y tomate.

Reí mirándolo. Cerré los ojos al sentir las explosiones de sabores dentro de mi boca.

—Esta riquísimo—confesé.

Lo miré con una sonrisa.

—Gracias amor. 

—¿Entonces mañana me lo enseñarás? —Pregunté con voz inocente haciendo sonreír a Jano.

—Todo depende.

Sonrió con picardía haciéndome fruncir el ceño.

—¿De qué depende? —Pregunté interesada en su respuesta.

—En lo bien que te portes conmigo.

Lo miré con una ceja alzada y él terminó por reír. Bebí de la Coca-Cola y él imitó mi acción.

—O de lo mal que te portes —cambió de idea —así eso te servirá de castigo.

—Me tientas —susurré mirándolo.

Tipos de besos. +18 (1&2)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora