—Odio mi vida.
Levanto la cabeza cuando escucho a Kenzie quejarse mientras lee un libro que tiene en sus manos mientras pasa una página. Ella me observa esperando que le dé algo de atención para así decirme que es lo que pasa. Con todas mis fuerzas trato de ignorarla y sonrío cuando ella tiene sus ojos abiertos de forma macabra para llamar mi atención.
—¿Cuándo voy a tener una historia de amor así? ¿Cuándo un chico o una chica hará estas cosas por mí?
Suelto mi lápiz y decido prestarle atención está vez. Si no lo hacía, no iba a poder terminar lo que hacía y no iba a dejarme tranquila hasta que escuchara que le pasaba.
—¿Qué lees? —pregunto intrigada.
—Es un libro cliché donde el chico hace cosas increíbles por ella, odio el cliché pero me entretienen.
—¿Lo odias por qué no te ha pasado algo así?
—Lo odio porque definitivamente jamás tendré algo así. Ojalá la escritora de este libro me escribiera la vida.
Sonrío y prosigo en terminar la tarea que tengo de la universidad. Escucho que Mackenzie suelta un suspiro dramático y volteo nuevamente a mirarla.
—¿Ahora qué?
—Voy a morir sola porque jamás en la vida me tocará un Reign Benedetti que deje todo por ella y la proteja.
—Kenzie.
—Claro como tienes novio...
Hago una mueca al escuchar su comentario y el pensamiento de esta tarde vuelve a mi cabeza. Kenzie se sentía fuera de lugar cuando Kyle venía y trataba de incluirla a pesar de que él la ignorara, también.
Intenté presentarle a alguien pero su excusa fue que ella no iba a forzar nada, que el amor de su vida llegará solo. Le dije que no llegaría mientras ella esté encerrada, ignorando los mensajes y con cara de molestia todo el día. Pero no le importó, decía que le gustaba tentar el destino.
Escuchamos como alguien toca la puerta en ese instante y ambas nos volteamos a ver confundidas. Eran casi las 10 de la noche, nadie venía a esta hora a menos que fuera algo urgente.
—¿Lisa o Alessa venían? —pregunta y niego.
Salgo de la habitación y camino por el pasillo hasta llegar a la puerta, cuando la abro veo a una de las chicas de la residencia, si no me equivoco su nombre era Leah. Estaba en pijama y con aspecto de no haber dormido en varios días.
—Lo siento por molestar pero necesito su ayuda.
Me preocupo de inmediato y ella entra antes de que la invite a pasar. Kenzie sale de la habitación y frunce el ceño al verla.
—Creo que mi novio en este momento me está engañando y necesito que me acompañen para descubrirlo.
—Obvio, me encanta el chisme —le dice Kenzie y ruedo mis ojos.
—¿Cómo podrías saber eso? —pregunto.
—Me mandaron una foto y en este momento está en una fiesta de la fraternidad, cuando me había dicho que iba a estudiar. Necesito que me acompañen.
Termino aceptando porque creo que no tenía más opción, ya que de las tres era la única que tenía auto. Ella sale de la residencia mientras busco las llaves del auto y mis zapatillas. Kenzie ya estaba lista y salió detrás de ella. Lo hago por dos cosas: porque era una oportunidad para no estudiar y porque amaba el chisme.
Salgo y las veo en el auto charlando. Conduzco con una velocidad totalmente lenta ya que no quiero ser multada por segunda vez. Escucho como Kenzie suelta un suspiro a la vez que una moto pasa a nuestro lado tan veloz que me asusta y hace que me desconcentre por unos segundos. Kenzie frunce el ceño.
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En medio de la noche
Teen FictionLuego de haber sufrido un accidente, algo cambió en Juliette. Era la misma, pero había algo que había cambiado a su alrededor. Decidió seguir con su vida, dejando atrás ese amargo recuerdo en un intento de volver a la normalidad. Tenía buenas amigas...