Algo está pasando.
¿Por qué no puedo ver?
Todo está oscuro. Algo no está bien.
En medio de un silencio abrumador, siento un dolor punzante a un lado de mi cabeza. Paso mi mano y cuando siento algo viscoso ahogo un grito porque sé que es sangre, no logro verlo pero si puedo olerlo. Retrocedo hasta que mi espalda choca con la pared y empiezo a temblar. Trato de buscar un interruptor para la luz pero no encuentro nada. Escucho un grito arriba y corro de inmediato a ciegas al saber que mi hermana necesitaba mi ayuda.
Cuando entro en la habitación, veo que aquí si hay un poco de luz y noto que ella también está llena de sangre en un rincón y está oculta. Voy hasta ella y la sujeto en mis brazos para que me ayude a levantarla.
—Ma-má, ella está...
Mi hermana no termina de hablar cuando un olor fuerte invade el lugar. Ambas nos miramos y tratamos de bajar las escaleras. Cuando llegamos a la mitad, alguien está allí vestido de negro y sostiene algo en su mano.
No.
No
—¡NO!
Abro mis ojos y suelto un grito que hace doler mi garganta por unos segundos, del susto caigo de la cama y me doy la vuelta para aguantar el dolor que invade mi cuerpo. Alguien entra a mi habitación desesperada, me ayuda a levantar y luego está abrazándome. Susurrando cosas a mi oído mientras empapo su camisa por mis lágrimas. Era mi compañera de residencia.
—Solo fue una pesadilla, estás bien.
Me aferro a ella hasta volver a quedarme dormida. Solo fue una pesadilla.
(...)
—No soporto hoy a los hombres, creo que me caen mal.
Esas son las primeras palabras del día de mi amiga Alessa cuando entra al aula de la universidad a las nueve de la mañana. Teníamos pocas clases juntas ya que estudiábamos carreras diferentes, pero cada clase con ella era un chiste y además, siempre tenía algo que contar. La miro confundida y noto que Iris, mi hermana, y Lisa mi mejor amiga lo hace también al igual que algunos compañeros que la escucharon y murmuran cosas sobre que es dramática. Intento prestarle atención a pesar de que el sueño este consumiéndome.
—Nos despertamos bravas hoy —le digo sonriendo y ella rueda sus ojos.
—No empieces.
—Primero que nada, buenos días.
—Buenos días, Juliette.
—¿Y ahora qué pasó? Debe ser algo malo como para que digas mi nombre completo.
Alessa termina de poner sus cosas en la mesa y camina hasta donde estamos sentadas, se sienta arriba de mi mesa con una expresión de drama en su rostro y trato de quitarla para terminar un trabajo que debía entregar en unas horas. Aquí viene la misma historia de siempre. Que suerte que amaba el chisme, aunque fuera sobre el mismo tema.
—Que los hombres son unos idiotas, creía que los idiotas sólo estaban en los libros pero no, en la vida real son unos imbéciles. Bueno, a veces también nosotras lo somos pero es que ellos se pasan, sienten que deben ser más rápidos que nosotras.
—¿Qué hizo Lainer ahora? —pregunta Iris concentrada en su teléfono pero Alessa la ignora y me observa.
Lainer era un ex novio de Alessa que aún no ha podido superar, a pesar de que él le haya sido infiel dos veces. Tratamos de decirle que es hora de superarlo y que no puede quedarse estancada pensando que cambiaría de un día para otro, un infiel siempre sería infiel y nadie podría hacerle cambiar de parecer. Pero, ni siquiera sé que digo, mi vida amorosa también era algo complicada, así que esta vez no digo nada, solo la escucho.
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En medio de la noche
Roman pour AdolescentsLuego de haber sufrido un accidente, algo cambió en Juliette. Era la misma, pero había algo que había cambiado a su alrededor. Decidió seguir con su vida, dejando atrás ese amargo recuerdo en un intento de volver a la normalidad. Tenía buenas amigas...