12: Knight

32 9 0
                                    

Sean.

—Eres un inútil. No sirves para nada, Sean.

Ignoro ese comentario y me quedo jugueteando con el teléfono. Al ver que la estoy ignorando, me quita el teléfono y lo tira al otro lado de la casa y puedo escuchar como se rompe. Enarco una de mis cejas hacia ella.

—Te estoy hablando —mi madre me sostiene el mentón y me hace mirarla—. Así que mírame cuando lo hago.

—Te pido amablemente que me sueltes —lo hace y yo me levanto del sofá—. Te dejé destruir el teléfono pero no dejaré que arruines mi vida.

—La arruinaste desde que te fuiste. Kenzie arruinó la suya también.

—Estudié lo que querías. Trabajé en lo que querías para darte el puto dinero. ¿Qué quieres ahora?

—Que te quedes. Seremos una familia nuevamente.

Increíble el nivel de manipulación que tiene mi madre, pero soy mas fuerte que eso. Me rio de su comentario, voy hasta donde se halla mi teléfono roto y lo tomo.

—Alicia.

Y con eso, me voy.

El camino a casa no fue tan tranquilo como esperaba que fuera. Intenté con todas mis fuerzas pensar en varias cosas pero era difícil cuando sabía que volvería a ver a mi madre después de varios meses evitándola y de esa pelea que tuvimos. Kenzie intentó venir conmigo pero lo impedí, sabía como eran las cosas entre ellas dos y lo que menos quería era que mi madre la hiciera sentir mal o peor, hacerla sentir como que fue un error. Por eso le recomendé irse a donde Lena por unos días, su amiga de la infancia, pero que no se olvidara de Juliette.

Aunque mis manos picaban por enviarle, no podía en estos momentos. Así que dejé a cargo a Harley para que por favor me avisara si ella estaba bien y aunque me dijo en broma que se encontraba en perfectas manos, o sea del tal Kylian, quise volver.

Suelto un suspiro cuando llego a la casa. Me quedo parado uno minutos en la puerta antes de tocar, mentalmente estaba preparándome para una batalla que no sabía como terminaría. Cuando voy a tocar, la puerta se abre y agradezco al cielo que solo sea mi hermano menor.

—Siempre te espero todos los días a las 5 de la tarde —dice sonriendo y luego me da un abrazo.

—¿Mamá? —le pregunto ignorando el nudo en mi garganta y él señala la sala.

Camino con él aún abrazado conmigo y contengo mi respiración al verla sentada tejiendo algo, luciendo totalmente inocente y tranquila, ajena a todo lo que causa afuera. Ella me nota y deja todo a su lado. Por un momento, siento como un dolor en el pecho y hago todo el intento del mundo para ignorarlo.

—Llegas tarde —me dice con voz gélida.

—Tráfico.

—Siéntate.

—No. Te traje el dinero, ahí lo tienes. Ahora, deja de mandar Paula a que me vigile, no tengo quince años.

—Ella es lo mejor para ti. No esa chica que tienes en tu mente, no esa que tiene un pasado desastroso y puede afectar tu imagen, ¿Crees que no la he investigado?

No le respondo, solo nos quedamos observándonos varios segundos en una guerra de miradas. A veces no entendía porque mi madre tenía este comportamiento, pero luego recordaba que todo era culpa de mi padre, él la manejó tanto a su antojo que solo dejó a una persona fría y sin sentimientos. A veces odiaba haber crecido en este ambiente y odiaba que mi hermano menor estuviera aquí con ella, pero no podía llevármelo.

En medio de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora