Capítulo 17

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Me separé de Derek y caminé con rapidez tras Phillip. Pasé entre las personas con esfuerzo, no lograba verlo, no podía irse sin que me escuchara, no quería que tuviera una mala percepción de mí. Cuando por fin logré salir de entre la multitud, le vi caminar fuera de la mansión, por la puerta principal.

—¡Phillip! –grité, mientras me acercaba corriendo hacia él. Él se detuvo sin voltear a mirarme, se quedó callado, esperando por mí. – Phillip, escúcheme, por favor. Puedo explicarle. –él se dio la vuelta sobre sus talones, mirándome con seriedad.

—Señorita Basurto, no me debe ninguna explicación, está todo bien. –aseguró, inclinándose ante mí en forma de despedida. Me sentí tan mal, sabía que le había herido, y era lo que menos quería en el mundo. No estaba arrepentida de haber elegido a Derek, pero eso no quitaba el cariño que le tenía a Phillip, era un gran hombre y amigo.

—Phillip, lo siento tanto. –me disculpé, acercándome a él, tenía una ganas tremendas de llorar, pero no dejé escapar ni una lagrima, no quería que pensara que estaba buscando su lástima. – Usted es un hombre maravilloso, educado, dulce y gentil, usted es todo un caballero. Por eso merece a alguien que le entregue todo su corazón, y yo no soy esa persona. –Su expresión se fue suavizando y asintió levemente. – Espero que no me odie, Phillip, le pido mis mas sinceras disculpas.

—No la odio, Liana. –contestó, dejando escapar una suave carcajada. – No podría odiarla ni aunque me diera razones. – lo miré sorprendida. – No voy a negar que me he encariñado con usted, que tenía planes para ambos. –dijo, bajando la mirada por algunos segundos. – Pero uno no manda en el corazón, ¿no? – preguntó, sonriéndome con algo de nostalgia. Le devolví la sonrisa, asintiendo. Si la razón hubiera sido más fuerte que el corazón, seguramente lo hubiera elegido a él, pero mis sentimientos por Derek eran fuertes, todo de mí me empujaba hacia él. – Espero que esté tomando la mejor decisión.

—Yo también. –contesté, mientras sentí que alguien se paró tras de mí, su aroma delataba de quién se trataba.

—Cuídela mucho, por favor. –Le pidió Phillip a Derek, quien asintió, posando una mano en mi cintura y acercándome a él. – Hasta pronto, Liana. –se despidió finalmente, antes de inclinar su cabeza, darse la vuelta y caminar hacia su carruaje, lejos de nosotros. Nos quedamos parados allí por algunos segundos en total silencio, viendo cómo la carroza desaparecía en el camino y se mezclaba con la oscuridad.

— Será mejor que entremos, la noche está helada. —propuso Derek, apretando suavemente mi cintura para obtener mi atención. Asentí sin decir una palabra y ambos volvimos a la fiesta.

Parecía como si nada hubiese ocurrido, todo el mundo estaba disfrutando, bebiendo, bailando y cumpliendo el cometido de la ocasión: donar. Sin embargo, sabía perfectamente que algo había cambiado, al menos entre nosotros dos, y aunque sentía tristeza por Phillip, a quien mi corazón deseaba se encontraba junto a mí. Levanté mi vista hacia Derek, quien miraba al frente con una expresión seria. Al percatarse de mi mirada, dirigió su atención hacia mí y sonrió levemente. Derek me extendió su brazo para que lo tomara y así hice, entonces empezó a caminar conmigo entre las personas.

No sé si se debió a que Derek, junto a su padre, era el anfitrión del evento o porque uno de los solteros más codiciados se encontraba junto a la nueva mujer de la sociedad, pero todos se quedaron contemplándonos mientras avanzábamos. Empecé a sentirme nerviosa y, de manera inconsciente, apreté con suavidad el brazo de Derek.

—Tranquila, no se deje intimidar. –me dijo al oído sin detenerse. Asentí sutilmente y erguí mi postura. Encontré con mis ojos a la señora Amelia, la cual nos miraba con emoción y una amplia sonrisa, a las demás chicas las noté sorprendidas, reuniéndose entre sí, tal vez cuestionándose qué había pasado o contentas de que sus suposiciones habían sido correctas. Frente a nosotros se encontraba el señor Leblanc, tenía una pequeña sonrisa plasmada en el rostro, se veía contento, hasta orgulloso. Me extrañó, pero a la vez me alivió aquella reacción de su parte. Sabía lo exigente y recto que era el señor Leblanc con su hijo y verlo feliz por Derek me llenaba de mucha alegría. Siendo honesta, no recuerdo haberlo visto tan contento alguna vez.

TAN SOLO TRES MESES | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora