Capítulo 28

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Aquel día se sentía como un sueño y, honestamente, hubiera preferido que se mantuviera así. Pero como nada en la vida es perfecto, nuestra boda tampoco fue la excepción.

—Es que no lo comprendo...—susurré, negando levemente con mi cabeza mientras soltaba sus manos y me alejaba algunos pasos de él.

—Liana, escúcheme. –pidió, volviéndose a acercar. Quise prestarle atención, pero aquel incidente y el alboroto alrededor no me permitían estar tranquila. Me sentía humillada, dolida y confundida. Las ganas de llorar no me faltaban, pero el estado de shock en el que me encontraba no me lo permitía. Miré a todas partes, sintiendo que los presentes nos juzgaban y se burlaban de mí. Mi vista se encontró con la de Phillip por un instante, lucía preocupado, luego con la señora Amelia, quien parecía estar tan impactada como yo, y, finalmente, mis ojos se encontraron con los de Stepha.

"Liana, es que escuché parte de una conversación entre el señor Leblanc y su hijo... y creo que era acerca de ti." Aquellas palabras resonaron de repente en mi cabeza y sentí cómo mi corazón se detuvo, ¿Sería que...? "Dijeron algo de que los salvarías de una ruina... de una ruina económica y social, mencionaron algo sobre dinero... tu dinero." En aquel momento sentí como si una luz se hubiera encendido en mi cerebro, entonces muchas cosas empezaron a hacerme sentido: "Me dirijo al pueblo, ¿Necesita que la lleve?", "Derek, llámeme Derek.", "Es solo una cena, tranquila.", "Escuche, Liana... solo quiero hacer las cosas bien con usted esta vez." "Acompáñeme esta noche al festival de primavera.", "Qué sorpresa coincidir aquí, ¿no?", "Si no me equivoco, en poco tiempo cumplirá su mayoría de edad, ¿no? Eso significa que usted ya está en edad, por no decir un poco tarde, para salir a la sociedad.","El amor no es suficiente, Liana.", "No espero ser su amigo", "No es eso Derek, es que si su padre se entera de que está aquí, no estará nada feliz." "Ajá...", "No pensé que su padre me propondría buscar un esposo, ni siquiera siento que estoy lista para ello.", "Le juro que quisiera no tener que actuar.", "Debe decidirse, no me gusta compartir.", "Míreme y dígame que no es cierto, que no me quiere.", "No quiero hacerle falsas promesas ni vanos juramentos que no podré cumplir.", "La quiero, Liana", "además, hablaron de un plan que tenían o que están llevando a cabo.", "mire, Derek, se le cayó esto.", "Liana Basurto, ¿Aceptaría casarse conmigo?", "El abogado de su familia se ha comunicado conmigo desde temprano... estará aquí al medio día para entregarle... ciertas cosas ya que ha cumplido su mayoría de edad.", "No me considero el hombre indicado para ella, pero es la mujer a la que amo", "Yo... no puedo." Docenas de recuerdos pasaron frente a mis ojos, nada había sido coincidencia. Desde aquella mañana de primavera en la que volvimos a hablar solo fui una ficha más en su tablero.

Miré a Derek cuando los puntos empezaron a conectarse en mi mente, sentí como todo empezaba a dar vueltas y mi respiración se agitaba, no quería creer que era cierto, quería pensar que estaba equivocada y que aquel hombre al que le había confiado mi ser no me había engañado.

—Derek, ¿Sabía lo de la herencia? –le pregunté de repente, frunciendo el entrecejo, asustada por su posible respuesta.

—Liana, ¿De qué está ha... –decía, mientras noté cómo miraba a alguien detrás de mí, Stepha.

—Deje de mentirme, por favor, y respóndame. –le interrumpí con voz firme, negando con mi cabeza. – ¿Usted lo sabía, no? –volví a preguntar. Él abrió la boca para decir algo, pero no emitió palabra alguna, solo desvió la mirada. Eso lo confirmaba. Sentí que mi corazón se quebró en ese mismo momento, quería decirle tantas cosas, pero no pude. Lo miré con tanta decepción, el dolor que sentí era inexplicable, tan grande que ya no pude contener las lágrimas. Nuestros ojos volvieron a encontrarse, pero no pude sostenerle la mirada.

—Liana, permítame explicarle... —Empezó a decir.

—No quiero escuchar nada que venga de usted. –dije, mirándole con desprecio, aunque borroso por causa de las lágrimas que no dejaban de caer. Sus cejas se alzaron ligeramente como reacción, no se si por mi respuesta o porque jamás lo había visto de aquella forma, aunque no me detuve a analizarlo porque salí corriendo de allí, dejando atrás el escándalo, mi dignidad y mi corazón.

TAN SOLO TRES MESES | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora