Capítulo 31

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(Último capítulo)

Narra Derek:

Era increíble cómo ya había pasado un año desde el último festival de primavera. El clima volvía a ser cálido, al menos los rayos del sol ya hacían efecto sobre la piel. Muchas cosas cambiaron durante los meses anteriores; el dinero que recibimos de parte de la señorita Basurto fue utilizado como capital para por fin llevar a cabo el proyecto que hace años tenía en mente: un viñedo. Le comenté la propuesta a mi padre y, aunque lo dudó poco, al final accedió. A pesar del escándalo que había causado la boda fallida, con los meses fue quedando en el olvido y así logré conseguir inversionistas, hombres importantes con los que había hablado de antemano y algunos amigos de la familia.

Como se necesita bastante tiempo para recoger una cosecha de vides, lo más inteligente fue alquilar parte de un actual viñedo mientras trabajábamos en sembrar, cuidar y hacer crecer nuestras propias uvas. Lógicamente el terreno que escogimos fue analizado primero por un experto para comprobar que fuera de suma calidad, deseábamos crear un vino inigualable.

Si se preguntan si Liana contestó o no a mi correspondencia, la respuesta es no. Desde aquel entonces no volví a saber mucho sobre ella, salvo a las cortas informaciones provenientes de la señora Amelia cuando le preguntaba cómo estaba. Aunque aún no me acostumbro a no tenerla cerca, he aprendido a vivir con eso. Por ahí dicen que nadie se muere de amor.

Aquel día estaba de camino al pueblo pues, como había mencionado antes, se celebraba el festival anual de primavera. Decidí ir solo ya que mi padre tenía otros planes; había conocido a una dulce mujer, viuda como él, a la que había estado cortejando hace algunas semanas ya, me alegraba por él. Finalmente había empezado a soltar su pasado poco a poco y se le veía diferente, le sentaba bien.

Una vez llegamos y el carruaje se detuvo, bajé del mismo y empecé a caminar para adentrarme en el pueblo luego de agradecerle a jinete por su servicio. El ambiente era animado, la música agradable y habían un montón de personas moviéndose de un lado a otro. Recordé cuando asistí con Liana el año anterior, lo disfruté como no lo había hecho en mucho tiempo. Incliné mi cabeza ante las personas que me saludaban, sentía encima, además, la mirada de algunas señoritas que no dejaban de cuchichear, pero lo ignoraba. ¿Por qué había venido? Realmente no lo sabía, pero prefería esto a estar encerrado en la mansión, pensando de más. Necesito amigos.

La música se hacía cada vez más fuerte, avisándome que estaba cerca del círculo de baile. Me detuve para mirar, no tan de cerca, a las personas danzar. Parejas, mujeres solas y niños bailaban allí, se veían tan alegres, tan felices.

—¿Desea bailar, señor? –la dulce voz de una pequeña niña, debía rondar entre los 9 o 10 años, llamó mi atención. La miré con algo de sorpresa y no pude evitar sonreír.

—Eso depende. –contesté, extendiendo mi mano hacia ella. – ¿Usted desea bailar conmigo, señorita? –ella asintió anímicamente, sosteniendo mi mano y tirando de ella para guiarme al centro del círculo. Un año atrás hacer algo así me hubiera parecido una locura. Incliné mi cabeza hacia ella antes de que empezáramos a bailar y ella hizo lo mismo mientras sostenía los bordes de su vestido. No parecía ser una niña de la alta sociedad, simplemente era lo que debía ser, una niña.

Allí estuvimos bailando y riendo por un rato, las personas a nuestro alrededor también interactuaban con nosotros. Por aquel momento olvidé cualquier problema, cualquier responsabilidad, cualquier preocupación, cualquier dolor y me permití disfrutar. Cuando terminó la canción, volvimos inclinarnos el uno al otro y luego todos empezamos a aplaudir. Levanté la mirada por algunos segundos y el corazón se me detuvo de repente al ver una cabellera roja alejarse del círculo, reconocería aquella melena en cualquier sitio, ¿Será que estuvo viéndonos todo el tiempo?

TAN SOLO TRES MESES | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora