Narra Derek:
Hace tres meses el matrimonio ni siquiera era una opción para mí, pero aquí me encontraba, el día antes de nuestra boda, entre ensayos, preparativos y pruebas de vestuario. En la mansión la atmósfera era alegre, todos parecían esperar con ansias el día de mañana, en especial mi padre. El tiempo había pasado rápido, me preguntaba en dónde había dejado tirada mi coraza y la costumbre de calcularlo todo antes de actuar. ¿Cuándo me había vuelto tan emocional e impulsivo? De ser el blanco, Liana pasó a convertirse en mi propia arma suicida. Era absurdo lo débil que me volvía cuando me miraba, cuando me abrazaba, cuando me besaba.
Los años que pasé evitando y huyéndole a cualquier tipo de apego emocional se habían desvanecido en cuestión de meses; para mi mala suerte, me había enamorado. Mientras crecía me obligué a ser indiferente, sabía que en el momento en que algo empezara a importarme, correría el riesgo de ser herido. Me ensimismé, confiando solamente en mí para cualquier cosa, pensé que la única persona que no me fallaría era yo, y me equivoqué.
—¿Rosas rojas o blancas? –preguntó la pelirroja, pero no estaba prestándole atención, mi mente se encontraba en otra parte. – ¡Derek! –Me llamó, logrando volver a traerme a la realidad. Pestañé varias veces mientras me enderezaba en el sillón, mirándola. Ella alzó una de sus cejas, extendiendo hacia mí ambas rosas con sus respectivos colores. – ¿Rojas o blancas? –repitió.
—Mmh... –Observé las flores por unos cortos segundos y luego volví a mirarla. Tenía un vestido de mangas cortas color naranja y el pelo recogido en un moño alto, lucía hermosa. – ¿Cuál prefiere usted?
—Pues... las blancas. –contestó luego de mirarlas otra vez.
—Entonces blancas serán. –ella sonrió complacida y, luego de plantar un beso en mi mejilla, se dio la vuelta para seguir conversando con la organizadora de la boda. Lady Brimsley era la mejor en su trabajo y había logrado encantar a Liana con sus servicios. La boda sería sencilla pero no pasaría por desapercibido, además, mi padre se había encargado de invitar a un sinnúmero de personas importantes, importantes para él. En un día como este debería sentirme entusiasmado, contento, pero era todo lo contrario. Sentía un punzón constante en el pecho que me recordaba el error que estaba cometiendo. Esta era la cuestión: ya no era el dinero lo que estaba en juego, era el perderla a ella.
Una de las sirvientas me informó que mi padre quería hablar conmigo, así que me excusé con Liana y subí escaleras arriba hasta su oficina. Toqué la puerta un par de veces antes de pasar, ¿Qué quería ahora?
—Adelante, adelante. –me invitó a acercarme una vez que me vio.
—¿Para qué me necesitas? –pregunté de forma cortante, queriendo acabar de una vez por todas aquella interacción.
—¿A qué se debe la mala actitud? Mañana te casas. –dijo en tono burlón mientras se recostaba del respaldo de su asiento y se quitaba los lentes.
—Exactamente por eso. –contesté, cruzándome de brazos.
—Deberías estar feliz, ¿No es la mujer a la que amas? –preguntó con ironía ya que él mismo se había dado cuenta que sentía algo por ella incluso antes de que yo lo aceptara.
—¿Realmente te importa saber eso? –pregunté, dejando escapar una carcajada de incredulidad.
—Me importa tu bien. –contestó, dándole vueltas a sus gafas con una mano.
—Por supuesto, mi bien. –dije sarcásticamente, asintiendo lentamente. – Pues te informo que me hace mucho bien el casarme en contra de mi voluntad y engañar, no solo a Liana, sino a toda una sociedad por ti.
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TAN SOLO TRES MESES | COMPLETA
Storie d'amoreLiana era la única hija del señor y la señora Basurto, con dinero suficiente como para alimentar a todo el pueblo. Con todo eso, la teníamos aquí como sirvienta, ¿Cómo? "Ella no lo sabe, ¿Verdad?" Mi padre negó con su cabeza, mientras una pequeña so...