Capitulo 7.

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El agradable día cálido se había convertido en una noche tormentosa, dónde el aire resoplaba con fuerza y el agua que traían consigo las nubes grises, mojaba el frío concreto de las calles y avenidas de la ciudad

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El agradable día cálido se había convertido en una noche tormentosa, dónde el aire resoplaba con fuerza y el agua que traían consigo las nubes grises, mojaba el frío concreto de las calles y avenidas de la ciudad.

En una casa bastante peculiar se encontraban dos jóvenes; uno de ellos con una melena rubia y el otro, con los cabellos iguales al tono rosaceo qué el atardecer reflejaba en el cielo azul antes de dar pasó a la noche. En el sofá que adornaba la sala principal del hogar dónde habitaba la familia Rengoku, yacia recostado el cuerpo inconsciente de Akaza, que por alguna razón tenía el rostro muy lastimado y su ropa llena de su propia sangre.

 En el sofá que adornaba la sala principal del hogar dónde habitaba la familia Rengoku, yacia recostado el cuerpo inconsciente de Akaza, que por alguna razón tenía el rostro muy lastimado y su ropa llena de su propia sangre

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Por otra parte, Kyojuro se encontraba con la preocupación que carcomia su alma “¿Que le pasó?” se preguntaba cómo forma de alivió, aunque los horribles escenarios que su mente creaba, no le ayudaban en absolutamente nada. Rápidamente, corrió hasta el botiquín de primeros auxilios que se ubicaba en la alacena de su cocina, que por suerte no estaba tan lejos del lugar dónde Akaza estaba desmayado. Ahí estaba, buscando con las manos temblorosas y los ojos inundados de las lágrimas que comenzaban a salir de ahí, de esos hermosos ojos que siempre tenían consigo un brillo peculiar y que ahora.... Lloraban por lo que había ocurrido.

No fue hasta qué los párpados de Akaza fueron poco a poco abriéndose, para finalmente despertar y observar detenidamente a su alrededor con algo de extrañeza. Con la poca que tenía consigo pudo reincorporarse y sentarse de mejor manera en ese cómodo sillón, mirando a la nada ya qué ahora no sentía dolor pesé a lo que había pasado y a lo que su cuerpo tuvo que soportar. Su boca tenía el sabor metálico que había brotado de sus mejillas por los golpes que le dieron otorgados en su pálido rostro, pero justo cuándo quiso levantarse e ir al baño a enjuagar su paladar, sus ojos irritados visualizar a la persona que anhelaba abrazar, haciendo qué pronto quisiera romper en llanto.

Kyojuro: Akaza...

Akaza: No me veas, te lo ruego...

El de cabellos rosados giró la cabeza con la intención de cubrir sus heridas pero poco pudo hacer ya qué los cálidos brazos del rubio lo recibieron, envolviendo en un abrazo amoroso el cuerpo mallugado del joven inerte que solo se limitaba a suspirar, para posteriormente corresponder a ese contacto Físico y así, comenzar a sollozar.

Kyojuro: ¿Quién te hizo esto?...

Akaza: No me creerías...

Kyojuro: Por favor ¿Quién te hizo esto?

Akaza: A...April.

Al principio todo eso le parecía una completa falacia al de cabellos dorados, pero pasaron los minutos y las cosas horrendas qué Akaza le contaba hacían qué esa falacia se convirtiera en una rotunda y tenebrosa verdad

⟩… ¿Por qué lo lastimó?

Las manecillas del reloj se movían lentamente, anunciando qué pronto llegaría la medianoche y con ello, un frío sepulcral que seguramente se colaria por alguna ventana abierta, provocándole a los jóvenes un fuerte escalofrío. Kyojuro y Akaza estaban sentados, uno frente al otro, el de melena rosada bebía un poco de Té para aliviar el estrés que recaía en sus hombros, mientras qué el joven de alma de sol se encargaba de limpiar las heridas sangrantes de su querido amigo.

Sus ojos amarillos estaban empañados por las lágrimas que amenazaban con escapar de ellos; se sentía mal, su cargo de conciencia lo estaba matando por dentro ya qué aquella persona con la que salía, cometió el peor error de si vida y con ello, se llevó la poca confianza que le tenía. Sin más, le arrebató la taza de té que las temblorosas manos de Akaza sostenían, para posteriormente abalanzarse hasta él y abrazarlo, llorando desconsoladamente.

Kyojuro: ¡PERDÓN, POR MÍ CULPA ESTÁS ASÍ! ¡LO LAMENTO!

Akaza se sorprendió por el abrazo tan repentino pero no se negó en aceptarlo, correspondiendo de inmediato mientras escondía su rostro entre la suave cabellera de Kyojuro, lamentándose por hacer qué su querido compañero lo viera de tal manera.

Akaza: hey, tranquilo. Nada de esto es tu culpa, prefiero que ella me haga todo a mí, antes de que te toqué un solo cabello...

Kyojuro: ¡No! Snif... Akaza, mira como estás. Tu rostro, seguro te hizo mucho daño.

Akaza: Me prometí protegerte, óyeme bien Kyōjuro.

Antes de qué Kyojuro pudiera decir algo, Akaza tomó fuertemente las mejillas regordetas del jovencito, mirándolo directamente a los ojos.

Akaza: tú bienestar me interesa antes que el mío, no planeó perderte una vez más ¿Entendiste?

Kyojuro: Akaza....

Kyojuro: Akaza

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Se quién eres. // Akaren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora