Un niño.
Un sacrificio.
Un hombre.
Un demonio.
Una mujer.
Un amor.
Un rey.
-Historia completamente de mi autoría.
-No acepto copias y/o adaptaciones.
-Fanfic con escenas +18... si eres menor de edad queda bajo tu responsabilidad la lectura.
-Termin...
En un enorme edificio de color negro y ventanales polarizados, se encontraba un hombre de cabellera negra, mandíbula definida y ojos oscuros.
Sus piernas estaban cruzadas mientras observaba la ciudad en su estado nocturno, las luces se veían como pequeños puntos, saboreaba de la mejor manera el whisky con hielo en su mano.
Estaba cómodo sentado en su sillón de cuero y decoraciones en dorado, sus dedos largos poseían anillos y, a su lado descansaba un bastón.
La puerta fue abierta, pasos se escuchaban en el piso pulido y oscuro hasta detenerse a unos metros.
- ¿Y bien?- pregunto mientras meneaba el vaso.
-Acaba de cumplir los dieciocho, majestad- susurro el hombre a su lado.
El chico sonrió y se levantó dejando el whisky en una mesa igual de oscura que el lugar, sus zapatos lustrados hacían eco gracias al tacón. Su reflejo cuando llego al ventanal no lo sorprendió, ya no era el mismo, ya su sonrisa no estaba, ella ya no estaba.
-Entonces... Es cuestión de tiempo- sonrió y miro nuevamente su reflejo, Taehyung era alguien completamente diferente ahora- ¿Crees que me querrá como antes?
-Mi señor, lo hará- respondió rápidamente- ella jamás dejaría de amarlo, es cuestión de que actúe en el momento indicado.
El pelinegro camino de vuelta al sillón y cruzo sus piernas con elegancia.
- Solo esperaré, cuando vuelva a mi, cuando ya estemos juntos... Los destruiré, a todos.
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Terminamos... Espero les haya gustado. Es algo completamente distinto.
