¿Quién es Adela Ocaña?

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¿Alguna vez has tenido el sueño de tener todo lo que quieras, cómo lo quieras y cuándo lo quieras? Esa ha sido prácticamente mi vida desde los diez años. Si algo puedo agradecerle a mi desaparecida madre es el haberle dado el impulso suficiente a mi padre para construir su propia fortuna. Con el sudor de su frente no solo le aseguró un buen futuro a su hija, sino mucho más que eso. Mis fiestas, ya fueran de cumpleaños o por el simple hecho de haber terminado la escuela primaria, eran de las más pomposas que pudiese ocurrírsele a cualquiera. La mansión de los Ocaña no solo era maravillosamente decorada para dichas ocasiones, sino que la agasajada disfrutaba de incontables y deliciosos postres elaborados por los chefs de más alta calidad; sin mencionar los costosos regalos. Siendo prácticamente la única familia que le quedaba a mi padre, se cercioraba de que no me faltase nada; inclusive si eso significaba atender mis pucheros infantiles y caprichos adolescentes.

Antes de irme de Málaga y llegar a Madrid, ciudad en dónde mi vida cambiaría por completo, tenía varios amigos. De hecho, llevaba la vida más normal del mundo si dejamos de lado a mi madre. Iba a la escuela, regresaba a casa y ocasionalmente salía con mis compañeros a alguna fiesta de cumpleaños. Cuando mi padre se volvió billonario, de todos los interesados en lo que sus rebosantes bolsillos podían darles, Candela ha sido la única amiga que he tenido. Aunque no sea la mejor de todas, es la única que no me pregunta cuánto gana mi padre o que le invite la comida.

El gran e incondicional amor que tengo por mi padre ha sido el único que ha inundado mi corazón. De hecho, poseer una gran fortuna no es el medio más efectivo para atraer pretendientes honestos y amores verdaderos. Ante el rechazo completo de ser otra protagonista que finge ser pobre para encontrar a alguien que de verdad valga la pena en esta historia, opté por un prospecto bastante inalcanzable. Ni la más alta cantidad de dinero podría comprar el afecto de Aarón, uno de los chicos más inteligentes y atractivos de la facultad. Durante la secundaria me había parecido bastante interesante, aunque no hubiera cruzado palabra con él. Me limité a observarlo, sin ser tan obsesiva, y guardar cada pensamiento dentro de mí; tan bien que nada pudiese delatar mi gran predilección por él. Si mostraba una pequeña pizca de debilidad frente a cualquiera hambriento de fortuna, sería mi perdición y la decepción de Aarón. Ya me veía ser pisoteada y manipulada por todos ante los ojos de mi amor imposible. Dicen que las mujeres tanto como los hombres deseamos lo inalcanzable y probablemente esa sea la razón por la cual siga sintiendo algo cada vez que lo veo pasar por los pasillos. Al obtener lo que quiero prácticamente al sonar de una campana, definitivamente el desinterés de ese chico es lo poco relevante que ha representado un reto en mi vida. Sin embargo, me considero demasiada cosa como decir que la vida es una e ir a rogarle; no es mi estilo. Las numerosas miradas que le he dirigido han sido el máximo y suficiente interés que he podido y me he dispuesto a demostrarle. Ahora, que él corresponda a ellas o siquiera se digne en notarlas es otra cuestión.

Sesión tras sesión de orientación, hasta el momento no existe profesión que logre captar toda mi atención. A pesar de haber pasado por medicina, farmacéutica y arquitectura y de no haber

reprobado ninguna materia, mi pasión sigue siendo un gran misterio. Tener millones de posibilidades al alcance de las manos a veces puede llegar a ser prejuicioso para la toma de una decisión importante. No es que necesite el dinero como para pensar qué profesión seguir o siquiera si tener una, pero mi padre insiste en que debo hacer algo de mi vida. Si bien no deja de tener razón porque el dinero no crece de los árboles, considero el estudio una simple y buena distracción; de modo que ahora decidí darle una oportunidad a la carrera de derecho.

Todo iba de maravilla en mi vida hasta que tuve la brillante idea de viajar por Europa luego de mi primer semestre. Lo que no sabía era que la pérdida de un tren en una estación desestabilizaría mi aparente tranquilidad. Ni millones de millones de euros podrían pagar un viaje en el tiempo hasta ese momento en que todo fue de mal en peor. Lo que al principio eran unas relajantes vacaciones, se volvieron el inicio de una de las peores pesadillas de mi corta existencia.

¡Tu estúpido rostro!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora