Un ángel trayendo historias de amor

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Pensé que Carmen se daría por vencida al más mínimo desastre, pero ninguna de las dos cosas sucedió. Lo máscomplejo que había preparado en toda mi vida era un tazón con cereal, y me sorprendí al constatar que cocinar no era tan imponente como parecía. Tomándome mi tiempo, seguí paso a paso lo que mi vecina me iba indicando, desde pelar y cortar vegetales hasta cocinar la carne. Al principio, la idea no se me parecía muy entusiasmante, y probablemente elresultado final no era la gran cosa, pero me sentí como toda una master chef  y, sobre todo, que por fin podía hacer algo de manera independiente. Una vez que la mesa estuvo divinamente montada, tomamos asiento y comimos a gusto. Creí erróneamente que solo conversaríamos de cocina, tricot o cosas por el estilo, pero una vez más, todos los prejuicios quehabía tenido al respecto de Carmen resultaron ser completamente erróneos, y no pude más que sentirme feliz.

Luego de ayudarla a secar y guardar los platos, me propuso darme el tan esperado tour por el pueblo. Caminamos por la calle principal, cuyo nombre era Álamo, sin importarnos el calcinante calor y mientras Carmen comenzaba a darme toda la información que tenía de aquel sitio mayormente desconocido a nivel mundial. Illán de Vacas no siempre había sido así de solitario; en su época más gloriosa, había albergado a más de doscientos habitantes. Aunque la fecha y lascircunstancias de su fundación no fueran tan exactas, sus orígenes parecen ser musulmanes, y no aparecieron rastrosdocumentados hasta el siglo XIII en la confirmación del rey Alfonso VIII para las jurisdicciones de Talavera y Escalona.Pasamos frente a una las joyas del pueblo que quedaba justo en la entrada: la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora. A pesar de su deteriorada estructura, compuesta de ladrillos color terracota, dicho patrimonio ha sido bien cuidado y recibecada veinticuatro de enero a los devotos de lugares cercanos para celebrar la festividad de la patrona de la ciudad. Esta es la Virgen de la Paz, cuya imagen fue rescatada hace aproximadamente dos años de una restauración fraudulenta.

Le pregunté sobre el famoso ferrocarril, de modo que me guió hasta la parada. Lo que ahora eran a penas pedazos de metal, solían ser las vías férreas del transporte más novedoso de aquel entonces. El tren favoreció el comercio de aquellos tiempos y alegró los corazones de los pueblerinos, quienes no esperaban nada más que el progreso y noimaginaban que Illán de Vacas quedaría en el olvido. Pasamos por el pilón, el cual hubiera pasado desapercibido bajo unárbol y el espeso follaje, de no haber sido por el ruido del agua cayendo que captó mi atención. Ni los años y ni el desuso habían conseguido que dicha fuente de agua potable dejara de drenar, de la cual tomé un sorbo debido al calor. Luego Carmen me enseñó los vestigios de lo que una vez el colegio y, con una amplia y detallada descripción, me ayudó aimaginar cómo era cada casa en ruinas. Me presentó, con todos los nombres de familias, hogares que se habían transformado en fábricas de harina y otros que simplemente habían sido abandonados. Hablaba de su pueblo con una gran nostalgia, como si sus ojos hubieran quedado rezagados en el tiempo y aún fueran capaces de observarlo todo como solía ser. Tuve que contener la risa cuando nos aproximamos a una de las casas destruidas, dentro de la cual habíamos dejado el colchón.

Después, me indicó la calle Cantarranas, por la cual no pasamos, ya que mi guía aseguró que no había nada quevaliera la pena más que la parte trasera de cada ruina. Salimos del pueblo, caminado por la carretera, a fin de llegar al cementerio para finalizar el recorrido. Así de reducido y recóndito como era Illán de Vacas, también lo era su cementerio: aproximadamente del tamaño de una habitación grande, sin tejado y rodeado de frondosos árboles. Una cruz figuraba a loalto de la entrada y, debajo de esta, un pequeño azulejo con lo que parecía ser la Piedad. El único que tenía las llaves para poder entrar era el alcalde, y las únicas veces que se abría era para celebraciones especiales, como el día de los Santos Difuntos, así que solo pudimos observarlo a distancia. A través de la rejilla del portón negro, pude observar tan solo seis tumbas de quienes habían sido lo suficientemente valientes para quedarse hasta la muerte. Cada una tenía sus respectivas flores marchitas. De regreso al pueblo y pasando de lo histórico, la infraestructura y demás temas sobre lo que era Illán deVacas en sí, me animé a preguntarle sobre otros asuntos más personales. Al constatar que su alegría se basaba más que todo en la conversa, me pareció bastante conveniente pagarle tanta amabilidad por ese medio.

¡Tu estúpido rostro!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora