Capítulo 3: "Bromas pesadas"

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Hoy no era el día de los inocentes, pero estaba dispuesta a hacer mi mejor hazaña en cuatro años de bachillerato. Quería hacer que se hablase de mí, que Calliope se pusiera roja de la ira, pero, por sobre todo, que aprendiera que conmigo no sería una perra.

Era la hora del receso, me encontraba sentada en mi mesa de siempre, con mis amigas. Había decidido comprarme un batido de fresa y una manzana — era necesario que cuidara mi figura— también se encontraban nuestros amigos del equipo de futbol.

— ¿Vas a decirnos qué planeaste para hoy? —preguntó Penny curiosa.

Negué.

— Será una grata sorpresa cuando lo vean. — reí.

— ¡Vamos! — insistió Amelia.

No quería que arruinaran el momento, por lo que luego de refunfuñar, acerqué mi rostro al centro de la mesa con una maliciosa sonrisa.

— Le pagué a unos mariachis para que persiguieran a la maldita Srta. Torres por cuatro malditas horas, sin parar.

La mayoría abrieron la boca en una gran "O", sabía que los asombraría, todas mis ideas lo son, no sé porqué supusieron que esta no lo sería.

— ¿Cómo lo pagaste? — preguntó Jo con una sonrisa.

— Ahorros, supongo. — sonreí.

La persona encargada de los mariachis me envió un mensaje, diciéndome que ya estaban aquí, listos para el show.

— La función está por empezar.

Me puse de pie y caminé hacia la mesa de los profesores, todos estaban hablando y chismoseando hasta que me acerqué. Me coloqué justo al lado de Calliope.

La morena frunció el ceño, confundida, pero yo solo necesitaba que las personas supieran a quién debían molestar, luego sonreí hipócritamente.

— Srta. Robbins, ¿Se le ofrece algo? Espero no siga molesta por lo del otro día en la oficina de la directora. — sonrió burlona.

Estúpida, hermosa y maravillosa sonrisa.

— Claro que no, jamás he sido rencorosa Srta. Torres. — sonreí.

— Pues bien, ¿Qué necesitas?

— Solo quería desearte un feliz cumpleaños.

Ahora si que la morena estaba muy confundida, de seguro pensando si había consumido algún tipo de sustancia ilícita. Pero yo solo bebía victoria. Le regalé la sonrisa más inocente que tenía y bebí de mi batido.

— ¿Hoy es tu cumpleaños? — preguntó uno de los profesores.

Para ese entonces yo caminaba hacia la salida, esta vez mi sonrisa era maliciosa. Conté mentalmente hasta diez, y allí fue cuando los mariachis comenzaron a tocar la serenata. No pude aguantarme la risa mucho tiempo, dejé reposar mi cuerpo sobre la puerta de salida. Mientras observaba el rostro de pánico y vergüenza de Calliope.

Mis amigas se unieron a mí, haciendo bromas y comentarios sobre lo divertido que sería verla refunfuñar durante cuatro largas horas, mientras los mariachis la perseguían y cantaban una y otra vez las canciones.

[...]

La hora de Literatura había llegado y yo solo me reía de pensar como sería ver todo el show. La profesora ingresó, y detrás de ella venían los cantantes con sus guitarras. Tan solo me quedaba una hora de diversión.

— Estas son las mañanitas...— comenzaron nuevamente.

— ¡Ya! ¡Por favor dejen de cantar! — les rogó.

Tuve que sujetarme la boca para no estallar en carcajadas, estaba comenzando a ponerme roja por todo el aire que me estaba aguantando.

— ¡Arizona! — la gruñona me llamó — Diles que paren, sé que fuiste tú.

— ¿Yo? — pregunté confundida — ¿Tienes pruebas? — bromeé.

— Solo... Diles que paren.

— No. — me crucé de brazos con una sonrisa maliciosa.

Finalmente, Calliope me llamó a su escritorio, una y otra vez me pidió que los parara, pero mi respuesta siempre fue "No". Ella realmente se lo merecía, era una pésima persona conmigo, solo estaba haciendo las cosas justas.

— Bien, hagamos una competencia. Si me ganas los dejas, pero si no, les dirás que paren.

Fruncí los labios, como si estuviera pensando.

— Bien. ¿Qué será? Ajedrez, matemática, historia...

Piedra papel o tijeras. — sonrió.

¡Mierda! Soy muy mala en ese maldito juego. Siempre pierdo. Siempre.

— Que infantil. — dije molesta.

— ¿Tienes miedo? — me sonrió maliciosamente.

— ¿A ti? — me reí irónicamente — Jamás.

Piedra papel o tijera, uno tras otro.

¿Saben quién perdió?

Si.  Yo.

Perdí tras una tijera y un papel.

— ¡Si! — gritó Calliope feliz. — Diles que se vayan. Ahora.

Me giré hacia los mariachis y les hice una mueca de que se fueran. Prometí que les pagaría las cuatro horas de igual manera. Al girarme me encontré con la morena visiblemente molesta.

— Sabes que puedo decirle a la directora sobre esto, ¿No? — se cruzó de brazos molesta.

— No me interesa, ni la directora, ni tú, ni tu clase de mierda.

Me puse de pie y salí del salón por segunda vez en una semana. Reprobaría esta estúpida clase y mi promedio bajaría.  No entraría a la universidad. Y todo por la maldita profesora que me odia y yo odio, con toda mi alma, con todo mi ser.

No puedo creer que haya perdido un estúpido juego de niños.

— ¡Arizona! — gritó esa voz tan familiar para mí.

— Vete a dar tu clase, no tiene por qué preocuparte por mí. — me alejé de ella.

— ¿Por qué te comportas así? No tienes quince años.

— ¿Te has analizado por al menos cinco minutos? Eres mi profesora y el primer día me trataste de la manera más odiosa del mundo.

—  Fue solo una broma. — intentó justificarse.

— Una de mal gusto. — y grosera.

— ¿Y la tuya no lo fue?

Gruñí. Desesperada por salir de esta discusión que no tenía ni principio y mucho menos fin. Ella simplemente soltaba lo que le molestaba de mí, pero nunca se autoanalizó por más de cinco minutos como para saber que sus "bromas" eran estúpidas.

— Sabes, todos los profesores hablan cosas increíbles de ti. Dicen que tienes un gran futuro por delante, que eres de las más aplicadas y tiernas de la clase... Pero en lo que va de la semana no te has quedado ni un solo día en mi clase, no me conoces, como yo a ti tampoco. Pero sabes, si la directora se enterase de esto y pensara que un familiar me ha puesto mariachis por cuatro horas en mi lugar de trabajo, estaría despedida. Así que, ¿Realmente eres la persona de la que me hablaron o eres esta?

La Srta. Torres se alejó camino hacia su saló. Me quedé allí, tan solo pensando lo que acababa de ocurrir.

Metáfora de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora