Capítulo 10: "Incorrecto"

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Al entrar a mi casa, fui consciente de que aún tenía la chaqueta de Calliope, todavía su perfume inundaba mis fosas nasales. Una luz se prendió de repente, mostrándome a mis padres. Pegué un pequeño salto, asustada por la situación, mi mano al instante fue a parar a mi corazón.

—¿Qué haces aquí tan temprano? —preguntó mi padre con el ceño fruncido.

—¡Van a matarme de un susto! —chillé.

—No nos cambies de tema jovencita, ¿Quién es la chica que te trajo? —mi madre se cruzó de brazos.

—Yo... es... ¿Me estaban espiando?

—Todavía tienes su chaqueta —mi madre se estaba burlando de mí.

—No es de su interés.

Si esto fuera algo común, como si hubiera conocido a una chica en la escuela, de mi edad, les hablaría sobre ella, aunque sea solo para que me dejen en paz. Pero era mi maestra, no podría decirles; "Es la Srta. Torres ¿Quieren tomar un café con ella?"

Es tan surrealista que hasta da miedo.

Tampoco es que esté enamorada de la morena, solo moja mis bragas cada que abre la boca o me mira o camina o se sube a su sexy motocicleta o existe básicamente. No es amor, de eso estoy segura.

Tal vez una acostada con ella me haría olvidarme de esto.

—Queremos saber quién trae a nuestra pequeña a casa antes del horario y tiene una motocicleta —esta vez mi padre habló.

—Solo es una amiga que me acercó a casa, nada más. Dejen el drama. Buenas noches.

Rápidamente subí a mi cuarto. No contaba con que mis padres estuvieran despiertos, y aún olía a cigarrillo y alguna que otra bebida alcohólica que había entrado a mi organismo no hace mucho. Me quité la ropa y me di una dicha, necesitaba descomprimir mis músculos, aunque, por otra parte, no quería sacarme el olor de la morena de encima.

Era extremadamente delicioso.

[...]

Claro que a la mañana siguiente tenía miles de mensajes de mis amigas, preguntándome qué rayos había ocurrido y si ya me la había follado. Les respondí que, si esta noche pasaban por mí, les daría detalles, lo cual era la mayor mentira del mundo.
No fue muy difícil convencerlas.

Inesperadamente, una notificación entró a mi móvil.

Calliope Torres ha comenzado a seguirte.

Casi escupo mi café en cuanto lo leí, lo repasé miles de veces, pero era real. La profesora sexy me había dado follow en Instagram. Este podía ser el día más feliz de mi vida, inclusive, esta noche la vería. Necesito verme bien si estaré cara a cara con esa mujer susurrada por los dioses. No cabía duda, necesitaba conquistarla. Al menos para tenerla por una noche. Dejaría en claro lo que quiero, eso es obvio.

Llegada la noche, decidí colocarme una falda pegada al cuerpo, la cual era amarilla con pequeños girasoles como estampa. Arriba una pequeña remera blanca con la chaqueta de Callie, por si la veía, podría entregársela y, obviamente, mis convers blancas. Dejé que mi cabello ondulado y rubio callera por mis hombros, me maquillé apenas y salí.

Tal y como la noche anterior, mis amigas me esperaban fuera, en el auto de Amelia.

—Tienes que contarnos todo, ahora —April exigió.

—Ustedes me dejaron sola, con ella. Jamás les contaré qué sucedió —me burlé.

—Voy a golpearla —amenazó Amelia.

—Follaron, ¿verdad? ¿Por eso llevas falda hoy? —preguntó Jo.

—No, no follamos.

Pude oír el "oh" alargado de las tres, lloriqueando.

Al llegar al lugar, mi mente estaba focalizada en encontrar a la morena de linda sonrisa. No podía dejar de mirar para todos lados, intentando localizarla, y rezando para que su acompañante de la noche anterior no estuviese con ella.

—¿A quién buscas? —preguntó esa voz familiar.

Me giré con una pequeña sonrisa queriendo escapar de mis labios. Esta noche la morena se veía espectacular, con sus jeans y su sudadera verde esmeralda.

—Creo que es una profesora de literatura, un poco mandona y malhumorada. ¿La has visto? —sonreí apenas, burlona.

—Con que mandona y malhumorada...Pues no, pero si te es indiferente, yo soy profesora de literatura, simpática y fabulosa —rio entre dientes.

—También me faltó decir que es un poco egocéntrica.

—¡Oye! —me empujó apenas con su hombro. —Según mis recuerdos, tú eras la egocéntrica.

—No me lo hagas recordar, te odié por completo —bufé.

Ambas reímos, en cuanto nos quisimos dar cuenta, mis amigas habían desaparecido, otra vez.

—¿Quieres ir a por un algodón de azúcar?

—Veo que te mantienes sana —me sonrió, finalmente asintió y comenzamos a caminar hacia allí.

Po alguna extraña razón, terminamos sentadas un poco apartadas de la multitud, mientras terminaba mi dulce y unas cervezas que habíamos comprado, Callie me observaba. Era divertido reírnos de los adolescentes borrachos intentando pelear entre sí. Reconocí varios rostros, aunque preferí no decir ni una palabra, ya que me gustaba escuchar reír a la morena. Algunos minutos después, Lauren pasó por allí y me saludó, algo infantil e inocente.

—¡Arizona! ¡Nos vemos mañana, te invito un trago! —me sonrió.

Me limité a sonreírle y levantar mi pulgar, en forma de afirmación.

—Parece que tienes un club de fans —expresó la morena irónicamente, molesta tal vez.

—¿Qué puedo decir? —reí. —Estos ojos atrapan a las chicas —pestañee varias veces en su dirección.

Rio sarcásticamente y se puso de pie.

—Deberíamos buscar a tus amigas.

—¿Dije algo malo? —fruncí el ceño.

En cuanto quise preguntarle algo más, fui interrumpida, por el vacío. Ya que Calliope estaba caminando cerca de un lugar alejado, en una especie de reja.

Esta mujer me había dejado hablando sola, eso ni siquiera tenía sentido. Se había molestado de la nada. La perseguí, apoyándome en las rejas frente a ella.

—¿He dicho algo malo? ¿Por qué me dejaste así? Quiero una respuesta, no que te vayas como si tuvieras cinco años —me crucé de brazos molesta.

Calliope no respondió.

—¿Eres sorda? Respóndeme.

De repente, una latina caliente, se lanzó contra mí. Pegándome contra las rejas, tomando mis labios entre los suyos, de una manera brusca y fogosa. Una de sus manos fue a parar a mi espalda baja, mientras la otra tomaba mi muslo y enredaba mi pierna en su cadera. Nuestras respiraciones estaban alteradas y yo solo podía pensar; maldita sea, la profesora caliente me está besando.

Más que besando, me estaba comiendo a besos.

Enredé mis agiles dedos entre su melena negra, mientras mi otra mano quedó en su hombro, atrayéndola cada vez más a mí. Un gemido se escapó de mis labios en cuanto sus dientes tomaron mi labio inferior y lo estiraron.

Mis bragas parecían un océano.

Sin previo aviso, Calliope despegó sus labios de los míos y ahora sus manos, estaban separadas de mi cuerpo, dejándome molesta y caliente, podría rogarle que me tocara.

—Arizona... Yo... Lo siento, realmente no sé qué sucedió conmigo —tartamudeó.

—Pero-

—Soy la adulta aquí y esto estuvo fatal... Vamos, te llevaré a casa.

La desilusión creció dentro de mí.

—Vámonos —tomó mi mano y nos sacó de allí.

Metáfora de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora