Capítulo 24: "Verdades dolorosas"

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—Ven —dije mientras caminaba con Callie hacia los tiburones.

—Mira si nos comen.

—Calliope, están detrás de un vidrio, nada pasará —reí.

—Pero...

—Pero nada, míralos.

Callie giró su mirada hacia la celeste tina, donde los tiburones se paseaban de lado a lado.

"Oh, cariño, todas las luces de la ciudad
Oh, darling, all of the city lights
Nunca brillan tanto como tus ojos
Never shine as bright as your eyes
Los cambiaría a todos por un minuto más
I would trade them all for a minute more"

Entonces, en ese preciso momento, supe lo que era estar enamorada. Sonreí ante sus ojos brillantes, ante su sonrisa, ante su ser.

—Te ves preciosa —y ella se sonrojó.

Su sonrisa se achicó hasta dejar de mostrarme sus blancos dientes, pero sabía que la alegría seguía allí, ambas lo sabíamos.

La morena tomó mi mano, sin preocupaciones de quién pudiera vernos.

—Tu eres más preciosa —me acercó a sus brazos.

—Eso lo veremos luego, ahora sigamos con el recorrido, quiero ver a los delfines —chillé y corrí tomada de su mano.

[...]

—Lauren, espera.

Dije antes de que se quitase la sudadera. Porque si, íbamos a tener sexo y yo en lo único que podía pensar era en Callie y nuestra cita de ayer.

Me parecía loco tener que estar con dos mujeres, no podía. Era como estar engañando a Calliope, y eso realmente dolía.

—¿Qué sucede Arizona? —susurró contra mis labios.

Sentía el calor, no podía negarlo, no quería hacerlo, pero soy débil.

¿Realmente lo era? ¿O simplemente busco excusas para dejar de sentir lo que siento?

Esto habla más de mi de lo que cualquier otra cosa podría hacerlo.

—Nada —intenté sonreír.

Me sentía sucia, pero ya no podía detenerlo. Cuando terminamos, me fui a casa. No quería dormir con ella, quería dormir con mi morena, pero ya no era tan fácil.

Fui a casa caminando, intentando no pensar, fue imposible. Cada que daba un paso, el rostro de Calliope estaba en mi cabeza, rogándome que dejase a Lauren.

¿Cómo puedo ser tan tonta?

Al llegar a casa, me encontré con la motocicleta de la morena en la puerta. Fruncí el ceño.

—Te extrañaba —sonrió.

—Yo... —sonreí. —Yo igual te extrañaba Call.

—Ven aquí.

Su mano me tomó por la cintura y me besó. Fue uno cálido, no era para nada igual al de Lauren, pero compararlas no era la idea.

Metáfora de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora