Capítulo 6: "Tatuajes"

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Esta vez me encontraba en la enfermería con la Srta. Torres. Luego de la "pelea" con Penélope, me habían llevado allí debido a que mi ceja sangraba y tenía algunos rasguños en mis brazos. La morena sostenía la pequeña bolsa fría sobre la zona inflamada, mientras revisaba su móvil.

Los minutos en silencio comenzaban a desesperarme, me considero una persona con poca paciencia y mucha ansiedad. En medio de un pequeño colapso, aparté la mano de Callie de mi rostro, ella me miró con el ceño fruncido.

—Creo que ya es suficiente, ya ni siquiera se ve inflamado. —carraspee avergonzada por la manera en la que había quitado su mano.

—Está bien, solo falta curar tus brazos.

La morena se puso de pie, buscó algo de algodón y alcohol, finalmente se sentó nuevamente a mi lado. Sus ojos estaban sobre mí, como queriendo decir algo que realmente no quería o no debía, o que se vería mal en un contexto de profesora-alumna.

—Necesito que te quites la camisa. —susurró.

Ambas sabíamos que yo llevaba una musculosa debajo de la ropa de la escuela, porque si no se me vería hasta el sostén de lo transparentosa que era esa mierda. Pero de todas maneras era incómodo pedirle a tu alumna que se quite la camisa, mientras están solas, y se siente la tensión sexual entre ustedes.

—Claro. —sonreí apenas.

Mis ojos de repente se abrieron como platos, mientras la observaba atentamente.

Joder.

—¿Qué sucede? —frunció el ceño, confundida.

—Prométeme que no dirás nada de esto, por favor. —le rogué.

—Acaso tú te... Arizona, ¿te autolesionas? —preguntó asustada.

Obviamente no lo hacía, era algo más sencillo y estúpidamente rebelde. Negué al instante, haciendo que Calliope respirara sin dificultad.

—Solo... No digas nada. —le pedí.

Al quitarme la camisa dejé ver algunas de las ilustraciones en mi piel. Por debajo de mis clavículas tenía tatuada la palabra "Art", en mi brazo izquierdo tenía la palabra "Ángel", en el antebrazo del mismo un corazón, de los reales no los dibujados. En mi costilla derecha tenía una serpiente roja, que me había encantado desde el primer momento en que la vi. En mi antebrazo derecho tenía dos mariposas, representaban a mis padres que me habían salvado del orfanato. En el brazo derecho también tenía a campanita, de Peter Pan, y por último tenía las máscaras del teatro, ubicados en mi brazo izquierdo, pero al otro extremo.

—Oh... —dijo Callie en cuanto vio mis tatuajes —¿Cuántos tienes? —sonrió apenas, observando los que estaban a su alcance.

—En total son siete, necesito uno más para que sea un número par. —reí apenas.

—¿Por qué no quieres que diga nada?

La Srta. Torres se dejó caer hacia atrás, haciendo que el respaldo amortigüe su espalda y peso, su sonrisa burlona seguía allí, mientras que sus ojos tenían una chispa de diversión.

—Digamos que mis padres no estuvieron tan contentos con que tenga tantos... Así que luego del cuarto tatuaje, me prohibieron hacerme más. No les hice caso, y aquí estamos. —abrí mis brazos irónicamente.

—Es decir, que ahora tengo el poder de hacer que te castiguen o no. —rio.

—Digamos que sí, pero también tienes la llave al infierno, y si dices algo yo voy a...

—Wow, tranquila. —me interrumpió entre pequeñas risas —No diré nada, me gustan tus tatuajes. Yo siempre quise hacerme uno, pero nunca tuve el valor. —apretó los labios.

Ella cuidadosamente curó algunos rasguños que tenía en el brazo. Dolió como la mierda, nunca me había sucedido esto, pero la estúpida de Penélope me había hecho mucho daño. Tal vez más del que yo le hice, me arrepentía de eso.

—Listo, ya puedes irte.

Tomé mi camisa y me la coloqué nuevamente.

—Solo tengo una pregunta, ¿Cómo haces para taparte los tatuajes en la playa? —frunció el ceño.

—Número uno, no voy a la playa, no me gusta y número dos, ¿Me estás imaginando en bikini? —sonreí en una mezcla entre burlona y maliciosa.

—Y-yo... Claro que no. —tartamudeó y reí —Solo quería saber si te ponías algún tipo de base... Para comprarla.

—Mhm. —seguí bromeando con ella.

—¿Cómo es que no te gusta la playa? ¿Qué tipo de rareza eres? —frunció el ceño.

—Simplemente no me gusta... Odio todo lo que tenga que ver con eso, sobre todo el agua. —bufé.

Calliope alzó las cejas sorprendidas. Tal vez no se esperaba que eso no me gustase o que estuviera tan a la defensiva cuando hablaba del tema.

—Bien, cuando era pequeña me gustaba, pero una vez el mar me intentó tragar y como no sé nadar, me ahogué prácticamente.

La Srta. Torres era la primera persona a la que le contaba ese secreto. Debido a ese pequeño trauma tampoco me gustaba nadar en las piscinas, sentía que en algún momento me volvería a suceder... Me daba terror el agua, sobre todo en los lugares donde era profundo. Esto no significaba que no me bañara, quiero aclararlo antes de que a algún genio se le ocurra molestarme con eso.

Solo no me gustaba nadar, ni en el mar, ni en las piscinas, ni en ningún lado. Tampoco sabía si se contaba como "nadar" ya que ni siquiera sabía hacerlo.

—Deberías hablarlo con algún terapeuta, no es sano no bañarse Arizona. —sonrió enormemente.

—Ya, eres muy graciosa. —dije irónicamente.

—Hablando en serio, deberías conversarlo con algún profesional, eso es un trauma.

—He pasado la mayor parte de mi vida sin entrar al mar o a una piscina, y estoy genial. —ladee mi cabeza mientras la observaba —Ahora si me disculpas, iré a planear como destruir la vida de Penélope Blake.

—No te metas en líos, por favor. —me suplicó mientras se colocaba su chaqueta, la cual combinaba con sus pantalones, eran azul marino.

—Y tu ni una palabra de los tatuajes, o la próxima vez no contrataré a los mariachis por cuatro horas, si no por seis. —bromee.

—Mira como tiemblo. —pasó a un lado de mi con su característica sonrisa irónica y salió.

¿Cómo sería verla...?

Ya, necesito dejar de pensar en Calliope como un personaje sexual dentro de mi vida. Es mi profesora de literatura y eso no cambiará.
Respiré profundamente y salí en dirección al salón de clases.

Metáfora de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora