EL QUE CONFÍA POR CARIDAD HA DE MORIR POR LA CRUELDAD.

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Ayer platiqué con un amigo, que primero fue un compañero de trabajo (por motivos personales, me gusta hacer la distinción, no es lo mismo uno que lo otro) y discutimos sobre la naturaleza del comportamiento humano, haciendo énfasis a una conducta muy específica, la gente que paga con ingratitud a quiénes que ha sido generosa con ellos (supongo que todos en algún momento)

Este episodio dentro de la fenomenología humana (si es que lo podemos llamar de este modo) es fascinante porque a los ojos del malagradecido (permítanme la expresión, es una manera de hablar) su manera de responder a una buena acción es actuando del modo que ellos consideran apropiado y justo para la ocasión (lo que a sus intereses e hígados le son justos)

Para ejemplificar lo anterior voy a contar una fábula que sirve como un ejemplo extraordinario para lo que aquí sostengo y luego regreso con mi parcialísima (así en superlativo) visión del tema.

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EL SAPO Y EL ALACRÁN.

En cierto lugar, cayó una enorme lluvia, fue tan fuerte que provocó una inundación, el agua formó poderosos cauces que arrastraban todo lo que estaba a su paso, muchos animales fueron arrastrados por la corriente, la mayoría de ellos murieron, algunos pocos se aferraron a una rama, al tronco de un árbol, donde les fuera posible sujetarse y pudieran, y es que ningún animal de ese bosque quería morir ahogado.

Entre toda esa fauna había un alacrán, que durante la inundación se aferró en la cima de una roca, finalmente el agua lo jaló y estaba ahogándose sin remedio.

Cerca de ahí estaban unos sapos ayudando a otros animales e insectos, pero era poco lo que podían hacer por los demás, a lo lejos miraron al alacrán, ninguno de ellos quiso ayudarlo, pero el más joven entre ellos, se animó – yo voy – dijo, es un ser vivo como cualquiera de nosotros y ahora necesita ayuda.

El batracio se lanzó en ayuda del alacrán, en contra de la opinión de los sapos más viejos que le ordenaron que no lo hiciera.

El sapo rescató al alacrán después de mucho esfuerzo, pero durante el periplo estuvo a punto de morir arrastrado por la corriente, el cuerpo del escorpión era más grande que el suyo, fue un esfuerzo titánico, pero al fin pudieron (ambos) llegar a salvo a tierra firme.

El sapo se desplomó agotado, sonrió al escorpión que le devolvió la mirada, pero con incredulidad, este último se levantó miró a su salvador, y lo atacó con un aguijonazo certero en el pecho, ¿el sapo no lo podía creer – ¿por qué hiciste eso? Le preguntó antes de morir, pero el alacrán sin inmutarse le dijo – es que es mi naturaleza hacerlo – le contesto y se marchó.

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Qué si hay algún tipo de mensaje detrás de esta fábula, supongo que cada uno pueda interpretarlo ( bajo su propio riesgo) o matizarlo bajo el cristal de su sistema de creencias, pero qué tipo de persona sería capaz de pagar con mal el bien prodigado, incluso si esa es su "naturaleza" (fundamentalmente condicionada por las condiciones materiales en las que creció, las carencias que sufrió y las posibilidades a las que tuvo acceso) acaso existe una manera de "pagar con la misma moneda" y ser recíprocos si existen condiciones asimétricas entre las personas, en ese caso tendríamos que hurgar un poco más en lo que esa fabula representa para cada uno.

Para mí la fábula, es una forma de entender las relaciones interpersonales, desplazar el ego (quiero ser muy cuidadoso de lo que eso representa para mí) que consiste en la capacidad de poder aceptar y ser resilientes con aquellas personas que te tratan desde sus propias carencias, con amargura, y enraizados en la pobreza mental (espiritual) de su ser y ser capaces de "NO" actuar del mismo modo e intentar ser personas de mayor estatura (emocional) y contestar desde la paciencia, el respeto y la bondad, eso para mí es vencer al carcelero más meticuloso de nuestra vanidad, el de preservar al avatar más preciado de nuestra personalidad (el de madre, padre, intelectual, artista, escritor, profesionista, inserte aquí toda clase de etcétera) ante un ataque vil y certero contra el mismo.

Ser un sapo el día de hoy es cuidar de nuestro amor propio (diferente del personaje al que más representamos) ser capaces de entendernos en el otro y buscarnos en esa otredad en aquello donde nos reconocemos con la certeza que hay muchas más cosas de las que unen que de aquellas que nos separan, somos más parecidos en muchos sentidos (buscamos amor, comprensión, aceptación y dignidad en lo que hacemos para vivir)

Ser un alacrán (eso creo) consiste en actuar con egoísmo, buscando conseguir nuestros intereses, sin importar si en el camino dejamos una pila de cadáveres (estoy siendo dramático, pero entienden la idea me refiero a robar, mentir, engañar) lo que sea para ser exitoso (en la visión actual y unidimensional que hay) o ganar mucho dinero a costa de lo que sea, sin reconocer la dignidad en la otredad del prójimo.

Te agradezco por leerme.

Pero siempre la mejor opinión es la tuya, gracias.

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