Capítulo 37

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Era un pasadizo, un pasadizo oscuro y estrecho bajo tierra. Brooke iba alumbrando lo que había a su alrededor con la linterna de su teléfono... aunque por aquel momento no había visto nada. Era simplemente eso: un largo pastillo que, visto de esa forma, parecía no tener fin.

Ella cogió un poco de aire, asustada, muy asustada, pero seguía andando, adentrándose un poco más. Brooke sentía que le faltaba un poco el aire: nunca le habían gustado los espacios cerrados, mucho menos si estos eran bajo tierra. No pudo evitar que sus manos temblasen, al igual que tampoco pudo evitar el frío que de repente había recorrido por todo su cuerpo.

Cory no había dejado de llamar y enviarle mensajes, por lo que en un simple intento de dejarle tranquilo, respondió a estos, mintiéndole.

Voy de camino a casa.

No te preocupes, todo está bien, ya he salido y estoy lejos de la casa.

He cogido un taxi.

El chico respondió de inmediato. Cory estaba en la casa de Ezra, caminando de un sitio a otro, sintiendo que podía estar a punto de volverse loco. No tenía coche: lo había dejado en el taller de Aaron, este último estaba trabajando y Paul... bueno, Paul como siempre estaba perdido.

¿Dónde estás? Voy a buscarte.

Le escribió, aún cuando ni él mismo sabía como podría hacer eso: estaba totalmente convencido de que sería capaz de ir corriendo a su encuentro, incluso descalzo, como fuese... lo que fuera necesario con tal de estar con ella, a salvo.

Cory, estoy ya en el coche. No es necesario.

Todo está bien.

Créeme.

Cuando él volvió a responder, haciéndole saber que por supuesto no se quedaba tranquilo, que por supuesto necesitaba estar allí con ella, asegurando así que se encontraba bien, sus mensajes dejaron de llegar.

El teléfono de Brooke se apagó; se había quedado sin batería y si antes había estado asustada, después de eso sintió que apenas podía respirar. Todo estaba oscuro, podía ver algo en mitad de toda esa oscuridad pero no lo suficientemente bien como para avanzar, como para caminar con facilidad. Y entonces recordó el mechero que llevaba en su bolsillo, ese que siempre llevaba para Cory. Ella ni si quiera fumaba, de hecho, lo odiaba, pero le gustaba llevarlo consigo para él, para que pudiera encender sus cigarrillos. Incluso en los momentos en los que no estaba a su lado, Cory, inconscientemente, seguía ayudándola, salvándola.

Siguió caminando por los pasillos, alumbrados ahora por la débil llama y siguió sin ver nada. Era un estrecho camino, no hubiesen cabido dos personas por él pero Brooke deseó no haber estado sola, no haber cometido esa temeridad de ir hacía allí sola. Sin embargo y aún sabiendo que lo mejor sería darse media vuelta y salir de allí, siguió caminando No era un camino recto, a veces iba hacía la izquierda, otras tantas a la derecha, como si fuese un extraño laberinto. ¿Dónde acabaría todo eso? ¿Realmente quería descubrirlo? Fue entonces, después de un pequeño rato, cuando el camino se dividió en dos y sin saber muy bien porqué, Brooke eligió la derecha. En un principio no vio nada más, siguió siendo el mismo pasillo que había estado recorriendo todo ese tiempo, pero entonces vislumbró una pequeña puerta de madera cerrada y se paró de golpe, mirándola. ¿Era buena idea ir hacía allí, intentar abrirla y descubrir lo que había en su interior? Probablemente, no, pero ¿había llegado hasta allí para darse la vuelta? Por supuesto que no. Con sigilo, se acercó, su corazón golpeaba fuertemente contra su pecho y cuando tocó la puerta y fue a abrirla... vio que esta estaba cerrada con llave, una llave que ella no tenía. Maldijo un poco en su cabeza, ¡había estado tan cerca! Puso su oreja contra la madera, esperando así quizás escuchar cualquier cosa del otro lado, pero tan solo había silencio. Un silencio que fue interrumpido en un momento, cuando escuchó una serie de murmullos... murmullos que se dirigían hacia ella. En un principio le costó reaccionar; sintió que se había quedado anclada al suelo, que de lo asustada que se sentía, no podía hacer que sus piernas funcionasen pero entonces, su cuerpo volvió a reaccionar y por fin logró despertar, por fin logró poner en activo su instinto de supervivencia.

ALIADOS. (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora