Capítulo 8.

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Era el segundo muerto que veía en su vida. El primero había sido hace tan solo unos minutos atrás. Dos muertos en una sola noche, asesinados por una persona, la misma persona que estaba delante de ella ahora mismo.

No, nada podía salir bien de todo esto.

Brooke seguía sin poder apartar la mirada del chico. Supo entonces que desde aquel instante, no importaba lo que pasara después, no importaba lo que la vida le deparase; aquella escena iba a permanecer con ella durante el resto de sus días. Incluso si moría y volvía a nacer mil veces más, aquellos ojos le perseguirían una y otra vez. Lo peor de todo es que, según le miraba, más familiar se le iba haciendo. Aunque en realidad, aquello tampoco era del todo raro; era un pueblo pequeño y de alguna forma u otra, todos se habían visto en algún momento.

Después del sonido del disparo, todo quedó en silencio. El silencio que venía después del asesinato de una persona era el más aterrador que había sentido nunca. No paraba de preguntarse cómo se había visto envuelta en todo esto, ¿no había estado esa misma mañana cabreada por un examen para el que no había estudiado nada? Aquello parecía como si hubiese ocurrido en otra vida y ya ni si quiera le preocupaba.

Era horrible lo mucho que podía cambiar tu vida en tan solo un momento y sabía que si lograba salir con vida de aquel lugar, nunca volvería a ser la misma.

El hombre siguió caminando por la habitación, tranquilo. Había matado a dos personas, a dos chicos que conocía y seguía allí como si nada hubiera sucedido. Mientras tanto, Brooke creyó que ya nunca dejaría de llorar.

Pero las cosas siempre podían ponerse peor. Su teléfono comenzó a sonar y entonces, la melodía sonó por toda la cabaña. Se preguntó que había hecho mal en otra vida, si había sido tan mala persona como para que le estuviera sucediendo esto. . Al fin y al cabo, habías sido buena ¿verdad? Es cierto que había tenido sus problemas, que en ocasiones pensaba mal de la gente y que se gastaba demasiado dinero en tonterías que quizás podría haber donado a alguna asociación... pero no, no se merecía nada de esto. No se merecía este castigo.

Brooke supo que ya había muerto. Aquel sonido la había condenado por completo. Esa estúpida canción, que ni si quiera le gustaba, la sintió como la bala que estaba a punto de clavarse en su corazón. Ni si quiera se molestó en apagarlo, ya no merecía la pena de todas formas. Ya no había nada que pudiera hacer. Volvió a cerrar los ojos con mucha fuerza, deseando una y otra vez que aquello no fuese real, pidiendo a quien quiera que hubiese arriba - si es que de verdad había alguien - que parase todo aquello, que por favor le pusiera fin.

Pero nada cambió.

No gritó cunado el hombre se agachó para mirar de bajo de la cama. Tampoco gritó cuando sus miradas se encontraron ni cuando él sonrió de manera cruel. En realidad, toda su cara destilaba maldad; desde esos ojos azules demasiado claros, hasta su nariz muy larga y sus dientes algo separados.

Si que soltó un asustado sollozo cuando la agarró del pelo y con fuerza la hizo salir de su escondite, tirándola hacía arriba, sintiendo un gran dolor en el cuero cabelludo. Nunca antes había llorado con tanta fuerza.

-¿Quien eres tú y qué estás haciendo aquí? -le preguntó, con su rostro muy cerca. Con una mano le rodeaba el cuello, con cierta fuerza pero sin llegar a dejarla sin aire, y con la otra le apuntaba con la pistola. El cañón se le clavaba en la mejilla.

Nunca antes le habían apuntado con un arma. Ni si quiera había tenido una tan cerca. Siempre se había mantenido alejada de éstas por lo que resultaba irónico que al final estuviese a punto de ser asesinada por una.

Supo que iba a morir. Simplemente se hizo a la idea. Su sangre se mezclaría con la del otro chico y algún día encontrarían sus cuerpos. Pensó en su madre y en lo destrozada que estaría cuando se enterase. Pensó también en Meg y Amber, en lo culpables que se sentirían al saber que todo había sido por separarse en el pub. Incluso pensó en aquel estúpido examen que había hecho esa mañana y del cual ya nunca sabría la nota.

-Te he hecho una pregunta -insistió el hombre, apretando aún más el cañón de la pistola contra su rostro. Pero ella no podía contestar, ¿cómo quería aquel hombre que hablase en esa situación? Apenas era capaz de respirar. -¡Contesta! -gritó entonces. Estaba comenzado a perder la paciencia con ella.

Ahora parecía más enfadado.

Ella le miró a la cara y lamentó que aquel desagradable rostro fuese a ser el último que vería antes de morir.

La tiró contra la cama y él se subió encima de ella, ahora con sus ambos manos alrededor de su cuello. ¿Iba a matarla de esa forma? Deseó que fuera un disparo, al menos sería mucho más rápido. Se asustó ante la idea de que fuera a ser asfixiada, de que fuera a sentir como poco a poco se iba quedando sin aire. Le parecía una manera horrible de morir.

-Entonces, ¿no me vas a decir que estás haciendo aquí? -preguntó y de pronto hubo diversión en su tono, como si todo aquello le resultase divertido. Intentó aflojar un poco el agarre en su cuello, con una de sus manos trató de hacerlo parar pero entonces él agarró su muñeca y se la inmovilizó contra el colchón. Con la otra mano seguía apretando su cuello.

-Por favor... -rogó al fin. Fue eso lo único que pudo decir. No estaba segura de si estaba rogando para que la dejara en paz o para que la matara de una vez por todas.

-Eso no responde a mi pregunta -volvió a esbozar una sonrisa -¿Qué se supone que debo hacer contigo ahora? Lo más fácil sería matarte, la verdad. Has visto demasiado y también me has visto a mi. ¿Cómo se que no vas a ir a la policia una vez que salgas de aquí ?

-No lo haré.

-No creo que pueda arriesgarme -respondió y tras una pequeña pausa volvió a hablar. -Sin embargo, sería una pena desaprovechar una cara tan bonita como la tuya. Quizás deberías venir conmigo.

Brooke nunca llegaría a saber cual sería la decisión del hombre pues de repente, sintió su cuerpo pesado derrumbarse encima de ella, como un peso muerto. Un par de segundo después, varías manos se lo quitaron de encima, haciendo así que respirase mucho mejor, y lo tiraron al suelo. Fue entonces cuando vio el rostro de Cory, quien sujetaba un trozo de madera y que no paraba de mirarla. 

ALIADOS. (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora