Capítulo 14.

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Era probable que se hubiera vuelto loca. ¿Cómo se le ocurría subir al piso de un chico que apenas conocía? Y no cualquier chico... él. Su madre se hubiera vuelto loca si hubiese visto aquello. Probablemente ella misma se hubiera vuelto loca si le hubiesen dicho unas semanas atrás que esto iba a suceder. Pero sin duda, lo que más le sorprendió fue el hecho de que no estaba asustada, al menos no por Cory. Ya tenía demasiadas cosas por las que asustarse, mucho más importantes que un chico que tan solo parecía tener serios problemas para sonreír. 

Abrió la puerta del piso y dejó que ella entrara primero. Sin duda, no era el hogar más lujoso del mundo. Brooke había visitado muchas casas y podía decir que aquella era de las peores, quizás la que más... y sin embargo, sintió que aquel lugar era mucho más cómodo y acogedor que incluso su propia casa, la cual a pesar de los años seguía pareciendo una estancia fría y sin vida, con todas aquellas decoraciones modernas que parecían pertenecer más a un catalogo de muebles que a un sitio donde vivir. Todas las casas que conocía eran así; demasiado grandes, impecables, casi todas una copia de las otras. Pero la de Cory era distinta; un pequeño salón te recibía nada más abrir la puerta, con un sofá en el medio y dos sillones a ambos lados, alrededor de una mesita de madera en el centro en la que tan solo había un cenicero lleno de colillas. La cocina era diminuta, separada del salón por una barra y ni si quiera tenía horno. Había dos puertas al fondo, una para la habitación y otra para el baño. No había nada más. Tan solo lo necesario. Los muebles eran oscuros y de madera, algo antiguos quizás, y las paredes estaban decoradas con poster de películas algo que nunca antes había visto.

Era la primera vez que veía a alguien vivir en un sitio tan pequeño y jamás hubiera pensado que le iba a gustar tanto.

A su lado, Cory la observaba. Lo cierto es que estaba nervioso. ¿Encontraría la casa limpia? Había estado limpiando justo esa mañana. Estuvo esperando ver en su rostro algún signo de desagrado, de pena incluso... pero no lo encontró. Los ojos de Brooke se movían con curiosidad por la estancia pero en ningún momento pareció descontenta con lo que veía.

-Me gusta tu casa -dijo Brooke al final.

-Estoy seguro de que sí  - gruñó Cory, que creyó que se estaba burlando de él.

-Lo digo en serio.

-Probablemente sea algo distinto a lo que estás acostumbrada.

-Que sea distinto no quiere decir que no me guste -respondió. -Y te vuelvo a decir que me gusta.

Brooke era la tercera persona que Cory dejaba que pisara su casa. Las dos primeras habían sido Paul y Aaron y ahora, ella. Se le hacía extraño tenerla allí, en su salón, en su vida. No encajaba para nada allí; su ropa cara destacaba demasiado al lado de todos esos muebles viejos y baratos que la rodeaban. Incluso ellos dos juntos no encajaban; a simple vista se podía ver que pertenecían a mundos muy distintos,a una gran distancia el uno del otro.

-¿Qué tal estás? -preguntó entonces Cory y hasta el mismo se sorprendió por ello. Fue como si su boca hubiera decidido actuar por si sola pues él no tenía planeado hacer esa pregunta. Claro que no. Sin embargo, era la pregunta que había estado rondando por su cabeza todos estos días.

De todos modos, no hacía falta que Brooke contestase pues lo llevaba escrito en el rostro; ni el maquillaje que había usado lograba ocultar las oscuras ojeras. Se la notaba apagada, más delgada también. y en sus ojos verdes todavía estaba ese rastro de miedo que no había desaparecido desde aquella noche. Su pelo rojo estaba seco, recogido en una despeinada trenza, como si ni si quiera se hubiera empeñado en hacer que luciera algo presentable; unas semanas atrás, Brooke no hubiera permitido que su cabello luciera así.

ALIADOS. (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora