Capítulo 41.

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No se vieron esa noche.

Esa noche, Cory esperó en el coche, en frente de la casa de Brooke, esperando que ésta llegara, esperando ver que la luz de su habitación se encendiera. Pero no lo hizo. Y esa noche, Brooke permaneció durante horas en el pub, esperando a la policía, contándoles después lo que había sucedido, deseando llegar a casa, encontrarse con él y deseando tan solo que lo ocurrido se tratara de una horrible pesadilla. Pero es que, en realidad, la vida entera de Brooke se había vuelto una pesadilla, una demasiado real, una que no desaparecería una vez que abriera los ojos. Y cada vez era más consciente de ello.

Cuando la policía llegó, comenzó a tomar declaración a todas las personas que habían allí y Brooke mantuvo su versión en todo momento.

-Había estado con ella antes, cuando llegué a la fiesta. Estábamos celebrando el cumpleaños de nuestra amiga y entonces fui a por unas bebidas y más tarde a tomar el aire. Cuando entré, había mucha más gente que antes e iba a ir hacía el reservado cuando entonces escuché los gritos y al acercarme... la vi en el suelo.

Lo cierto es que las declaraciones de la gente fueron un autentico caos: la gran mayoría de personas allí presentes estaban demasiado bebidas o drogadas, otras tantas ni si quiera estaban dentro en el momento que ocurrió y unas pocas aún seguían intentando entender lo que acababa de suceder. Y Brooke, como la gran mentirosa que se había vuelto, resultó ser muy convincente con sus palabras y había hecho como si Cory, Aaron y Paul jamás hubieran estado allí. Tan solo deseaba que nadie hubiese mencionado a los chicos, que ninguna de las personas hubiera mencionado aunque tan solo fuera de pasada que ellos habían puesto un pie en el local.

Cuando ya no tuvieron nada que hacer allí y les dieron el permiso de irse a casa, Amber y Brooke se fueron juntas en taxi y fue en ese instante, por fin en silencio, sujetando con fuerza la mano de la chica, cuando se permitió llorar por la muerte de su amiga y no tan solo por su traición, sino también por todos los años que habían pasado juntas. Había conocido a Meg desde que ambas tenían menos de trece años; en la gran mayoría de recuerdos, ella había estado presente, habían empezado el instituto juntas, ambas habían dado su primer beso casi al mismo tiempo, lo habían comentado juntas minutos más tardes y las dos lloraron más tarde por esos mismos chicos. Y cuando su padre se fue, ella había sido quien la había abrazado con fuerza, intentando consolarla en ese horrible momento. 

Pero ahora Meg ya no estaba y, una vez más, no podía evitar sentir que aquello era por su culpa.

Amber apenas había dicho palabra desde que habían salido de la discoteca; tan solo dejó que las lagrimas corriesen por sus mejillas durante todo el tiempo. Cuando por fin el coche paró en frente de la casa de Brooke, ya era de día, y su amiga le apretó un poco más fuerte de la mano, impidiendo así que se fuese antes de tiempo.

-Espera, te acompaño a la puerta.

-Oh, no hace falta, Amber. -contestó rápidamente Brooke, observando la pierna de su amiga. Tendría que ir cojeando todo el camino.

-Quiero hacerlo. -aseguró y por el tono de voz que usó, no pareció dar lugar a ningún tipo de discusión.

Al final Brooke acabó rindiéndose y juntas, su amiga apoyándose en su hombro, se dirigieron hacía la puerta. En realidad, lo único que la chica buscaba era un lugar para hablar a solas, lejos del taxista que probablemente estaría atento a cada una de sus palabras.

-Sé que estuviste con ellos esta noche. -murmuró Amber de pronto, haciendo que el cuerpo de Brooke se pusiera tenso de repente. -a Meg nunca le gustó que fueras con esos chicos.

-Lo sé. -musitó, sin saber que más decir. -pero ellos no son malas personas.

Su amiga tenía los ojos hinchados, el maquillaje totalmente destrozado.

ALIADOS. (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora