Han pasado dos años desde el incidente en el aeropuerto y la pérdida del fruto en su vientre, y parece ser que el cielo comienza a abrirse espacio entre las grises nubes para devolverle lo que creyó perdido. El amor de una manada, el amor de pareja...
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El martirio que fue llegar finalmente al ascensor casi podría haber acabado con la pareja, quienes fueron conscientes de lo necesitados que estaban el uno del otro cuando finalmente consiguieron estar completamente solos, libres de aquella odiosa abstinencia que tuvieron que vivir por su boda. Yoon tuvo que sacar su autocontrol, forzarse a hablar sin emitir gruñidos para poder pedir una habitación en aquel motel que les quedaba de camino a donde se haría la comida, pidiendo con dificultad la llave, sintiendo su corazón golpetear con rudeza contra su pecho, desesperado cuando escuchó el ronroneo de su omega tras este abrazarse a él. No se contuvo cuando las cuatro paredes del ascensor los encerró en un reducido espacio, atacando su boca.
La puerta de aquella habitación de hotel fue abierta casi con brusquedad, escuchándose los eróticos sonidos de chasquidos al momento en que la pareja cruzó por la puerta. Cerrada y con el cuerpo de aquel omega siendo empotrado de espaldas directamente contra la madera barnizada, escuchándose el jadeo desesperado cuando los labios del alfa atacaron su zona erógena, tomando sus cabellos en un intento de conseguir más de aquel delicioso estremecimiento que producía la lengua de su esposo contra su cuello. La humedad de aquella lengua le estaba estremeciendo tan exquisitamente; sensible. Estaba seguro que podía acabar con solo sentir aquella humedad recorriéndole el cuerpo.
Fue cuando la boca abandonó su cuello que finalmente pudo comenzar a desnudarse, la ropa le estaba haciendo sentir más calor del que ya tenía. Yoon no perdió tiempo, y lo ayudó al mismo tiempo que deleitaba su paladar con la dulce esencia de su omega, quien temblaba bajo sus manos frías. Besó y lamió cada espacio que iba quedando a su disposición, desde su dulce cuello, húmedo por la atención que le brindó, hasta la ingle, donde pudo deleitar sus oídos con maldiciones susurradas escapando de los labios de su omega. Sonrió, satisfecho.
–No sabes lo mal que me tienes –logró articular con dificultad, suspirando contra la sensible piel de su cuello, pasando una vez más su lengua por aquella dulce y suave piel.
Las manos del omega únicamente podían aferrarse a la camisa que aún traía puesta, suplicando con sus ojos algo más que solo besos, caricias y su húmeda lengua. Siempre fue amante de sentir la húmeda lengua de Yoon marcando su cuerpo, pero ahora mismo quería más que solo eso.
–Vamos a la habitación, por favor –suplica finalmente, casi con un suspiro.
Ahoga un chillido cuando las manos del alfa se posan en sus muslos, subiéndolo hasta conseguir que sus piernas enrollen su cintura. Jadea, pues el simple roce de su ropa con su erección era una completa tortura en esos momentos.
Une sus labios una vez más, ansioso de poder sentir las manos de su esposo sobre él una vez más. Su lengua se desliza en el interior de la cavidad bucal de su alfa, mordisqueando el labio de su pareja cada vez que este se encontraba rozando sus dientes. El metálico sabor de la sangre se mezcla en sus bocas, y no puede evitar soltar un gemido de satisfacción ante aquello.
