Capítulo 7

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Si bien en el grupo cada quien tenía su estilo de vestir, todos eran diferentes; Mark amaba vestirse de manera "bad boy", como le habían dicho las chicas; Cleo amaba vestirse como "chico", con pantalones y de manera semiformal, las ropas ajustadas a su cuerpo nunca iban con ella, o bueno, a veces; Yungho amaba vestirse de manera tierna, las faldas en su hogar no podían faltar, y era algo que Ale agradecía ver, el omega amaba vestirse con colores pasteles, faldas, pantalones muy cortos, ropas grandes y holgadas. Tierno; Y MiSuk era una combinación de los tres, a veces tierna, otras veces tomboy, y otras veces una bad girl. Y claro, la ropa de hombre siempre la sacaban de un solo lugar: El armario de Mark.

Aquello dando raíz a situaciones como las que estaban viviendo los "enemigos mortales" en esos momentos.

–¡Ya te dije que no he metido a tu armario! –gritó de vuelta la beta, sus ojos amarillos.

–¡¿Y sigues negando!? ¡Mierda, somos dos los que vivimos dentro de ese lugar! –rodó los ojos, estos rojos– ¡La maldita camisa no está donde la dejé!

–¡No soy la única que mete ahí! ¿¡Sabes?! ¡Minie también entra ahí!

–¡No estamos hablando de ella!

–¡Pero que ella también mete en tu armario! ¡No soy solo yo!

Entonces, cuando iban a seguir discutiendo, un fuerte estruendo en la entrada, seguido de un chillido y una escandalosa y conocida risa, los detuvo. Corrieron donde estaba sucediendo el desastre, no entendiendo la situación.

–¡Te dije que tuvieras cuidado, loca!

Yungho alzó a la menor, ayudándola con cierta molestia. Entonces, el misterio de donde estaba la condenada camisa a cuadros leñadora de Mark, acabó. La menor la tenía atada en su cadera, en su empapada cadera.

Toda MiSuk estaba empapada, desde sus empapadas puntas de su cabello hasta sus descalzos y fríos pies. Mark la ayudó cuando, al ponerse de pie, la chica cayó de nuevo, riendo. La cargó a modo nupcial, la muchacha tomando el cuello de este, riendo y simplemente dejándose ser.

La llevó hasta la alfombra, donde la dejó de pie a manos de sus amigos, quienes la regañaban por su inconciencia al salir con ropa corta a las calles, aun cuando habían pronosticado lluvia.

Tomó unas ropas de él, admitiendo solo para sí mismo la molestia que llevaba guardando desde hace unos días; desde que fueron con Yungho a cortarle el pelaje a Kaliska, para ser exactos. El aroma fuerte del cítrico estaba impregnado en sus ropas, molestándole. Era como si marcaran su territorio.

Indirectamente, claro.

Por lo que se había empeñado, secretamente, en poner algo de su aroma en la chica, igual a que ella había comenzado a hacer con él desde que una de las chicas de danza se le había acercado. Mientras que la menor pensaba que él no sabía, Mark amaba que ella lo hiciera.

¿Tóxico? No lo sabe.

Tomó una camiseta negra, una toalla y, claro, un pantalón corto de su menor para poder vestirla. Saliendo y encontrando a Yungho cruzado de brazos, sin mirar a Ale y ésta buscando su mirada. Ahora entendía de qué hablaba la beta en el gimnasio.

"...Es nuevo, no sé qué es, pero me gusta. Mi corazón se acelera, pero no es igual a mis otras parejas, es... Especial. Y me sentí mal cuando ese... Ese beta lo tocó, sonrió y le dio su aroma. Es... Raro..."

Aquella tarde en el gimnasio, había conocido una cara más de Cleo, una que no creía llegar a conocer en mucho tiempo. Pero era una parte débil de ella, donde se veía asustada, vulnerable, pero al mismo tiempo, sus ojos destellaban euforia, amor y molestia, miedo.

Aclaró su garganta para llamar la atención de sus amigos, estos viéndole de inmediato, la menor con una sonrisa traviesa, como un niño cometiendo una travesura o acabando de hacerla.

–Ve al baño, tu habitación está aún con aroma a pintura y está algo desordenada –ordenó, la omega tomando las ropas y yendo ella misma al baño.

Su amigo, omega, solo suspiró y avisó que estaría en la cocina preparando la cena. Y pese a que Ale se ofreció a ayudarlo, este se negó.

–¿Ves a lo que me refiero? Lleva dos días evitándome, repeliéndome –la beta se dejó caer sobre el sofá, suspirando y volteando a ver a su amigo, ahora su amigo– No quiere que lo acompañe a las tiendas a comprar comida, no me deja que lo mime hasta que se duerma, ¡Ni me dirige más de dos palabras! Y con suerte llegan a ser cinco.

–¿Las cuentas?

–Mark.

–Bien, bien –soltando una risilla, continuo– Supongo que debes darle tiempo, es decir –habló rápido cuando la beta lo volteó a ver asustada– No son pareja ni nada aún, ¿Cierto? –la beta asintió, suspirando– Quizá solo está molesto, debes darle tiempo.

La beta pareció pensar sus palabras, dándole la razón en cierta parte. Pero, ¿Enojado con ella? Es decir, no hizo nada malo, además de lo sucedido con... Oh mierda, ahora entendía.

–Sí... Supongo que tienes razón. –asintió al alfa.

Cuando Mark iba a hablar y responder a su, ahora, amiga, una chica salió del baño. Estaba vestida con sus ropas y su cabello húmedo aún. Se había bañado, y el aroma del cítrico había desaparecido, quedando solo la tierra húmeda de Mark.

–¿Qué tal me veo? –preguntó la omega ni bien obtuvo la atención de sus amigos.

–Te vez pequeñísima –se burló la beta.

Las ropas del alfa líder del grupo, y manada, eran demasiado grandes para ella. Su camiseta llegando a sus muslos, hasta la mitad, dándole el toque que Mark amaba ver en ella, inocencia y sensualidad.

–Sexy. –corrigió el alfa, yendo donde la omega para acomodar la camiseta.

–Tonto –las mejillas de la omega tiñéndose de rojo.

Lo abrazó, como había comenzado a hacerlo últimamente, una costumbre bastante normal en las últimas dos semanas.

Sus brazos rodeando su cuello, poniéndose de puntillas para dar con el botón de feromonas del alfa, ocultándose ahí por mucho tiempo, sintiendo las manos del contrario en sus caderas y el calor de ambos dándole protección. La dulce combinación.

–¿Ya terminaron? La cena espera –dijo el omega, interrumpiendo a ambos. La pareja de amigos se separó con risas de por medio, asintiendo.

¿Lo bueno de ese día? Hoy tocaba rotación, hoy cambiaban de habitaciones. Era viernes, y los viernes cambiaban de habitaciones, esta vez era el turno de Mark con Yungho, hoy Mark dormiría con MiSuk, y Ale con Yungho, aunque esta última lo veía como la noche más fría que viviría.

Y mientras ellos disfrutaban de su velada, un joven cachorro de alfa peleaba para poder volver a ver el sol, a su niña. 

Perdóname | Jeon Jungkook | Libro #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora