Capítulo 4

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Eran las nueve en punto cuando el grupo llegó, ahora, después de media hora, debatían mentalmente si estaban en la hora y lugar correcto, puesto que hoy tenían nuevos temas a tratar. Hoy no había clase de baile extremo como hace unos días, hoy tuvieron en la mañana, de seis a ocho, y después tenían, tienen, clases de canto y ¿Rap? Algo así, manejo de sus habilidades fue lo que les dijo el joven Han.

Pero llevaban tiempo esperando a sus profesores y ninguno parecía querer hacer acto de presencia. Y, desgraciadamente para algunos, Han les había ordenado a todos que ellos, como algunos les decían, los privilegiados, tendrían sus clases solo para ellos. No habría más chicos como en la clase de baile, o alguno más como en los ensayos externos. Solo eran ellos, dos chicos por cada sector.

Canto, y modulación de palabras en velocidad y contexto.

La banda estaba en una oficina donde el joven Han les había pedido que esperaran. Ale estaba sobre la mesa, viendo con confusión a la pareja que estaba frente a ella, Mark sosteniendo entre sus brazos a Chae, mientras esta estaba sobre sus piernas y aferrada en su pecho, su cabeza oculta y sus manos acurrucadas en el fornido pecho del alfa. A su lado, sentado sobre una silla junto a sus rodillas y con su cabeza tiernamente apoyada, Yungho miraba de igual forma a la pareja.

– Insisto, ¿Cómo es que este infeliz te carga sin que lo golpees? –preguntó Cleo, recibiendo de inmediato un golpe suave en su muslo de parte del beta– ¡Hey!

–No hay más puestos. –respondió la omega, aun oculta en su cuello.

–¿Qué hay de la mesa, el suelo o buscar una silla en otra sala? –la beta movió su cabeza de lado a lado como si fuera algo completamente obvio.

–Estoy cómoda.

–Si yo me siento donde está este perro... ¿También te sientas en mis piernas y me abrazas cómo a él? –nuevamente un golpe en su muslo, sacándole un quejido y una molesta mirada de el omega, quien dejó sus muslos para sentarse recto en la silla. Ale pronto sintió un extraño vacío en su pecho.

–No te doy mi puesto por nada en el jodido mundo. –el chico puso su mano más arriba de donde estaba, sacándola del muslo para subirla al vientre. Un jadeo lo puso alerta.

–No... toques ahí, por favor –el susurro débil, suave y cálido en su oído lo desconcertó.

–¿Por qué?

–Sólo no lo hagas, por favor –pidió, el alfa mordiendo su labio y asintiendo.

–Está bien, lo siento.

La omega pensaba que había nacido un silencio cuando no oyó nada por unos momentos, solo centrándose en los vagos recuerdos que creía olvidados, donde su bebé aún estaba vivo, donde sentía amor. Amor falso.

Sintió las lágrimas amenazar con salir, tragando grueso y simplemente secándolas. Debemos ser fuertes, juntas.

- ¿Ya ves porqué debes sentarte junto a mí, o sobre mí? ¡Es un jodido depravado! –aunque la pela seguía aún con ella ida, aun cuando Mark solo buscaba saber qué le sucedía.

–¡Depravado tu hermano! –gritó en defensa el chico.

–¡Sucio! –el golpe de una bola de papel en su cara hizo al chico gruñir, no solo por el golpe, sino por el poco tacto de Ale.

Es decir, estaba la omega demasiado seria, con lágrimas delgadas resbalando por sus mejillas, perdida en sus pensamientos y con sus feromonas demasiado agrias. Ella continuaba buscándole pelea mientras que la omega, la maknae, estaba asustada y con mucha tristeza.

Se iba a poner de pie para enfrentar a la beta, más una mano en su pecho y un susurro lo detuvo.

–No lo hagas –fue débil, casi un susurro. La omega carraspeó, aliviándose internamente cuando la tensión en el cuerpo debajo de ella disminuyó, alzando su cabeza y saliendo de su escondite para mirar a Cleo– Y tú deja de buscarle pelea, está bien. Me gusta estar sobre él, sentir su calor y su tacto me hace sentir... –y una dulce sensación, antes conocida, llenó su corazón, sacándole una sonrisa– Cálida, amada y protegida –eliminó pronto esa sonrisa. Aquel descubrimiento iba a quedar solo para ella, y quizá para Mark– A sique ya para, por favor.

La beta apretó sus labios, asintiendo y bajando de inmediato sus orejas. Demonios, ahora se sentía como un cachorro regañado, viendo como Mark sonreía en dirección de la linda omega en busca de su cariño, abrazándola y sacándole una sonrisa. Y ella, demonios, ella quería estar así también.

Pero no con ella.

Su vista viajó al pelinegro que antes estaba en sus piernas, no encontrándolo en la silla. Alzó su nariz en busca de la miel que representaba tan bien al chico, solo viéndolo en frente de la puerta hablando con alguien. Pudo distinguir el leve toque del roble en el aire, queriendo que aquella persona desapareciera y que su lobito viniese a ella, solo a ella. Donde ella pudiera darle amor, cariño y protección, recibir igual. Poder darle cariño, mimos, y que esos dulces labios solo hablaran para ella, no para quien sea que estuviera al otro lado del umbral.

Gruñó.

Entonces, después de una sonrisa tímida y un leve sonrojo de parte del omega, le permitió acceso a quien de inmediato reconoció como su enemigo, su rival. Quien venía a tocar su terreno, lo que era de ella.

–Muy buenas tardes, chicos –inspeccionó con suspicacia al beta que estaba frente a ella, con una sonrisa bastante amplia– Mi nombre es Kang DongHo, o bien pueden decirme Baekho –sonrió a todos, haciendo una venia de noventa grados y poniéndose recto casi de inmediato– Me gustaría que se presentaran también.

La beta rió sin gracia, sacándole una curiosa reacción a todos. ¿Qué demonios con esa mirada asesina al profesor?

–Mi nombre es Hwanfandek, Mark queda más fácil –se presentó el alfa, apretando amistosamente la mano estirada del beta– Soy el líder.

–Un gusto, joven Mark.

–MiSuk –presentó el alfa a la omega, quien sonrió y estrechó la mano del beta, aceptando el beso en la mejilla de este mismo.

–Es un gusto, joven Baek.

–El gusto es mío, señorita Min.

–Y ella es Alexandra –presentó el alfa, señalando con su mano extendida a la beta, quien aún mantenía su mirada seria.

–Un gusto, señorita Miller. –sonrió el beta, estirando su mano.

–Lo sé, debe serlo. –fría, sin aceptar el tacto de manos y sin sonrisa. ¿Qué había pasado con Ale? Ella no era así.

El alfa aclaró su garganta, desviando la atención del beta a su amigo, quien estaba a un costado del Alfa y de la beta– Y él es Jomei, Yungho –presentó al omega, quien sonrió y sintió sus mejillas calentarse cuando los labios suaves del chico frente a él besaron su dorso.

–Es un placer trabajar con él.

–Oh, gracias... –tímido, tímido por otro beta que no era ella.

–Sí, bueno, ¿A qué debemos su presencia, joven Kang? –interrumpió de inmediato, Mark gruñendo en advertencia, la beta cambiando color de sus ojos en su dirección, el color verde de estos a amarillo.

–Bueno, vengo a buscar a los vocales del grupo, ¿Pueden decirme quiénes son? –preguntó, queriendo salir de ahí pronto. Se sentía ahogado y el pulso acelerado, el aroma agrio de la ginebra y menta estaba mareándole– Aunque ya tengo mi primera sospecha.

–Nuestros vocales son MiSuk y Jomei. –dijo el alfa, tomando la cadera de la maknae para acercarse a el hombre, tomando el hombro del omega para poder acercarlo.

–Oh, sabía que tu voz sería hermosa –el beta alagó al omega, sacándole una tímida sonrisa y un pequeño "gracias" – Bueno, me gustaría conocer sus voces más a fondo, ¿Podemos ir a trabajar a mi oficina?

No.

–Claro –respondió en cambio el omega, sonriéndole tímido al beta y saliendo de donde estaban todos con una sonrisa y con los demás.

Entonces la beta pudo desahogarse. Sacó su aullido junto a un gruñido, desde lo más profundo. El dolor y molestia casi leyéndose entre tonos. Demonios, estaban amenazando su territorio, su lugar seguro yéndose con alguien más.

¿Alexandra Miller insegura? Demonios, hacía mucho que eso no pasaba.

Quiso morder a su lobo, sacarle el cuello con solo una mordida, solo bajando sus orejas cuando Mark aulló con ella, sentía, por primera vez en mucho tiempo, un lazo más allá del odio o solo busca de pelea. Era amistad.

No era pena, lástima, era amistad.

Perdóname | Jeon Jungkook | Libro #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora