El verano en Corea del Sur puede ser un completo martirio, sobre todo en plena temporada, más si estabas en la escuela como los desdichados alumnos de aquel instituto. Las paredes de aquel enorme instituto sofocaban a cada uno de los que ahí estaban, bien, el hall era enorme y no tenía división de la primera y segunda planta, se mantenía mayormente fresco debido a la altura y su suelo de cerámica, y aunque era una buena idea quedarse en el hall a pasar el receso, el sol arruinaba todo.
Más para aquel chico de piel pálida, quien no estaba para nada dispuesto a dejar que su preciosa y brillante piel blanca se viera afectada por los rayos del sol, mucho menos perleada de gotitas de sudor. Por lo mismo, estaban en el sector que nadie sabía que era fresco.
Exactamente, aquel mismo en el que sudaba cada día después de clases era el mismo que parecía congelador ahora.
–Dios, ¿Por qué no vamos a la piscina más tarde? –se queja la castaña, dejándose caer de espaldas.
–Sun tiene razón, ¿Vamos a la piscina? –el beta que yacía con sus piernas y brazos estirados habla, abriendo sus ojos solo para cruzarlos con la cara pacífica del alfa mayor.
– ¿Creen que la profesora de matemáticas se apiade y no nos deje tareas como para ir? Digo, es viernes –la otra alfa habla, y entonces el alfa mayor responde aún con sus ojos cerrados.
–Ugh... Yo digo que esa señora nos volverá a dejar tareas –bostezando, hace un ademan con su mano– Pero tenemos a Nam que seguro nos ayudará después de que nos haya echado los perros.
–La última vez casi nos mató, Yoongi –se queja entonces el beta– Nam da miedo enojado.
–Es eso o te quedas sudando cual tocino en tu habitación mientras haces las tareas.
–El chico de piel de nieve hablando de ir a la piscina, ¿Será que lloverá? –se burla YongSun, logrando hacer reír al pelinaranja.
–Oh vamos, ¿Por qué son así? –defiende entonces la alfa, poniéndose de pie– Seguro y parecerá tarta de tanta crema contra el sol que se pondrá.
–Oh, ya verás –y corriendo, la alfa huye del otro quien ya estaba con su botella en mano.
El timbre resuena por todas las paredes de aquel caluroso instituto cuando el reloj marca las once y veinte minutos. En el jardín se escucha de inmediato como se quejan muchos, pidiendo a la madre luna un poco más de tiempo en el receso para no volver a aquel horno llamado sala de clases.
Con desgana, el grupo de amigos se dirige a su sala, despidiéndose en el final de la primera subida de escaleras, recordándoles a sus amigos que deberían juntarse para almorzar. Yoon y Byul se dirigen a su respectiva aula. La sala de música siempre fue un lugar tranquilo para ellos, sumándoles que tendrían de profesor al hombre más liberal de la institución, era un lugar agradable.
Mientras que sus compañeros iban a sudar al aula de enfrente, aquella de danza, ellos disfrutaban de jugar con los instrumentos de aquella aula solo para matar tiempo. Eran apenas diez quienes asistían, y en días de calor horror como ese, el profesor solo les dejaba hacer lo que quisieran sin la intención de él hacer clases, ya que el calor "nublaba" su cabeza.
Amaba a ese profesor.
No se molestó en dejar sus cosas ordenadas, solía traer casi vacía su mochila, por lo que solo la dejó tirada cerca de él, acaparando de inmediato la silla rota pero que aún giraba, tomando de paso algún instrumento. Una flauta, wow.
A su lado, también en una silla rodante, para Moonbyul con un ukelele en sus manos, catando alto y con un ritmo que seguro no pegaba con la melodía del ukelele. Ríe, siguiéndole torpemente con la flauta, haciendo reír a su amiga.
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Perdóname | Jeon Jungkook | Libro #2
FanficHan pasado dos años desde el incidente en el aeropuerto y la pérdida del fruto en su vientre, y parece ser que el cielo comienza a abrirse espacio entre las grises nubes para devolverle lo que creyó perdido. El amor de una manada, el amor de pareja...