Capítulo 5

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Ambos estaban en el sofá, estirados y con sus ojos perdidos en el techo blanco del salón, donde, entre ambos, la mascota del grupo dormía. Los tres estaban en el sofá amplio de la sala, con su cabeza maquinando para buscar algo en qué entretenerse o qué hacer, y la pequeña cocker spaniel * (mult.) blanca les hacía compañía con su respiración calmada y ojos cerrados.

–Uhm –la omega llamó la atención de su amigo, este viéndole de inmediato y cruzando miradas– podemos... Cumplir con la petición de Ale –bajó su mirada al can que dormía entre ambos– Y luego ir a buscar cosas... Para la casa.

–¿Cosas como...?

–Tal vez pintar las paredes, decoraciones y la cena, claro –dijo, el omega pensó un poco.

Si bien tenían la orden de llevar a la chica al peluquero de mascotas, se tardarían al menos media hora en todo lo que ella ocupaba. Cortar sus largos rizos blancos de modo que no le molesten al caminar, despejar su vista y sus orejas del suave pelaje. Aquello al menos les iba a llevar media hora, y si bien los chicos estaban en su práctica y no iba a llevar más allá de una hora, los planes cambiaron en último momento; el profesor quedó maravillados con ellos, con lo animados que estaban por lo que iban a ser dos horas, y después de ello, los chicos habían decidido ir al gimnasio hasta las siete, algo que, según Mark, Cleo solicitó.

Y ellos no se negaron, más tiempo para ellos.

–Princesa, –llamó, la can abriendo graciosamente un ojo para ver a la omega– ¿Vamos? –y los omegas rieron cuando, rápidamente, la can bajó del sofá directamente a su esquina de la casa, tomando su correa y yendo a ellos.

El omega tomó la correa, anclándola a su collar y pidiéndole que esperara. Junto a su amiga fueron a sus habitaciones, solo tomando sus cosas para salir; dinero, documentos y demás. Nunca se sabe.

Bajaron junto a la perrita, quien movía su cola con una jadeante lengua afuera, mirando con alegría todo lo que la rodeaba, desde la amplia entrada hasta el exterior del lugar, dando directo con una zona verde bastante bien cuidada.

–Bueno, –el chico miraba su teléfono, leyendo el mensaje que Ale había mandado ese mismo día después que él preguntara si estaba bien, ella solo pidiéndole llevar a su niña al peluquero– Kaliska tiene hora con el peluquero entre las diez y las once –el omega asintió a sus propias palabras, viendo e reojo a la omega hacer lo mismo– Estamos bien –dijo después de ver la hora.

La perrita ladró, comenzando ella misma el camino con dirección a donde ella ya sabía, estaba su peluquero. Los chicos la siguieron, manteniendo una plática amena, donde hablaban de su día o de cómo habían vivido en sus países, todo bien hasta que MiSuk tocó el tema del extraño comportamiento de Ale esa mañana.

–Lo sé, es raro. –la omega asintió– Es decir, de la nada comenzó a ser tajante con el joven Baek, ¿No es raro, Jomie? –el omega asintió esta vez, dándole la razón.

–Lo es. –suspiró– El joven Kang es buena persona, no hay razón para que Alexandra se volviera agresiva con él de la nada –No usó su diminutivo, pensó la omega– Es estúpido.

–Es nuestro nuevo "profesor". –haciendo comillas, le dio la razón al chico– Es mayor y es una falta de respeto que le hable como le habló.

–Es una tonta. –bufó.

Auch.

La perrita ladró, molesta de que traten a su dueña así– No nos niegues que no es así, Kali. –la omega dijo, haciendo reír levemente al chico, quien mantenía su ceja alzada– Es decir, trató pésimo al profesor que nos corresponde, le faltó el respeto, ¡Y es mayor! –el omega estaba divertido viendo como la perrita respondía con pequeños y cortos ladridos– ¡¿Ya ves!? Es una niña mala.

Y la can asintió.

Demonios, el chico estaba muriendo de risa en mitad de la calle, divertido de la situación en la que su amiga estaba y como la can lo miraba desconcertada, juraba ver molestia y su entrecejo fruncido. Era como una persona real, como si fuera un humano, le entendía lo que decía y le respondía. Era increíble y gracioso.

–Bien, bien. Lo siento –calmó su respiración, tomando la cabeza de la perrita y dándole caricias, ésta jadeando alegre y moviendo su cola– Ambas tienen razón.

Llegaron después de una caminata medianamente larga a la peluquería, encontrando al alfa que atendía esta misma, barriendo la sala donde, cuando estaban entrando lo vieron, un samoyeda había estado anteriormente

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Llegaron después de una caminata medianamente larga a la peluquería, encontrando al alfa que atendía esta misma, barriendo la sala donde, cuando estaban entrando lo vieron, un samoyeda había estado anteriormente. Saludaron con una sonrisa amplia al chico.

–Buenas tardes, bienvenidos. –la sonrisa del alfa, tan grande y amplia.

–Buenas tardes, –habló la omega, sonriéndole y haciendo una venia en respeto– Veníamos por la hora para... –bajó su mirada a la cachorra, agachándose a su altura– Cortarle el pelo a ella –sonrió en dirección del alfa, quien había estado mirándola a ella con una amplia sonrisa y sus mejillas levemente sonrosadas.

–Bueno, pasemos a la dama a la pasarela. –riendo, tomó la correa de la parrita.

Como si esta supiera lo que estaba pasando, caminó a donde estaba la pasarela y subió de un salto, pasando por alto los escalones. El chico jadeó en asombro con una sonrisa.

–Y díganme... –mientras sacaba lo que iba a usar, habló– ¿Qué gustan para ella?

–¿Perdón? –la menor se acercó a la can, no entendiendo de lo que hablaba el chico.

–Me refiero a qué corte quiere para la nena –dejando todo sobre la mesa, acarició su cabeza.

–Uh, la dueña dijo que con que le deje espacio para cmainar y ver... Estaba bien. –el chico asintió.

El joven comenzó a hacer su trabajo, la omega quedándose junto a la perrita en su proceso, mientras que Yungho estaba en las sillas "leyendo". Pero, vamos, ¿Quién leería cuando hay una alfa mirando coqueto a tu amiga? Nadie.

–Soy JunHui, por cierto –el chicho habló de pronto, haciendo que la chica diera toda su atención en él– Wen JunHui.

Las mejillas se tiñeron de rojo cuando el alfa sonrió, prestándole atención con una sonrisa avergonzada, bajando su cabeza casi de inmediato y continuando con su trabajo. Su amigo le hizo un pequeño sonido, llamando su atención.

Pudo leer sus labios, como estos le decían "dile el tuyo, idiota". Y quiso reír.

–Soy MiSuk, Min MiSuk –respondió al final, sonriéndole y acercándose a él cuando este le dio una pequeña señal de que lo hiciera.

Se sentía bien, pero no tan bien como se sentía Mark.

Perdóname | Jeon Jungkook | Libro #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora