Han pasado dos años desde el incidente en el aeropuerto y la pérdida del fruto en su vientre, y parece ser que el cielo comienza a abrirse espacio entre las grises nubes para devolverle lo que creyó perdido. El amor de una manada, el amor de pareja...
Pasa su antebrazo por su frente, suspirando agotada y sonriéndole al cuerpo que está frente a ella con el lápiz en sus labios y viendo aún la hoja.
–Fua... –suspira, tratando de llamar la atención del alfa que aún miraba la hoja como si fuera lo más importante– ¿No estás cansado?
–Para nada.
Y ahí estaba de nuevo, frío, distante y demasiado cortante. Desde su vuelta del viaje que hicieron a Daegu por el nacimiento de JiHoon, Mark no había pasado por su habitación, compartido besos o algo así, siempre salía diciendo que estaba cansado, que lo había olvidado o que tuvo una diligencia antes.
De eso, una semana.
Ahora estaban trabajando en una de las nuevas canciones que subirán como grupo, ella y Mark se habían dado como voluntarios antes de su viaje a la isla, solo para pasar tiempo juntos haciendo lo que más amaban. Pero ahora parecía ser que estaba trabajando con un productor más de la industria.
–¿Podemos hablar? –pregunta ella, sabiendo que su novio estaba evitando contarle algo, y eso era obvio.
–Ya te dije, solo si es de la canción.
Suspira de nuevo, apartando su cuerpo de la mesa y de la silla, empujando a su novio del mismo modo solo para que hubiera un espacio entre la mesa, la silla y él en donde pudiera sentarse. Y lo hace, tomando lugar en su regazo con ambas piernas a sus costados.
–Vamos, dime qué te pasa –exige, rodeando su cuello con sus brazos.
Mark se niega, pero ni bien el dulce aroma de la vainilla y la miel invaden sus fosas nasales, se dobla y no puede luchar más. Porque admite que duele no tenerla cerca y que el rencor que mantiene lo haga más doloroso. Por lo mismo, ahora solo puede dejar su cabeza sobre su hombro, suspirando y besando su mejilla.
–Quiero que me digas, con sinceridad, porqué besaste a Jungkook –pide, es suave y delicado. Diferente a una reacción normal de un alfa común.
Y las mejillas de MiSuk suben de colores por ello y por haber sido descubierta. Suspira ahora ella, a lo que Mark solo espera que diga la temida palabra "terminamos" para que el dolor venga sobre él, pero ella solo niega.
–No quiero que te hagas ideas erróneas, como que estoy aún enamorada de Jungkook –señala, jugando con el cabello que caía por la parte trasera de su cabeza– Ni mucho menos que no me haces feliz, te conozco.
Mark esconde más su cabeza en su hombro, avergonzado.
–No puedo decirte una razón exacta del porqué pasó, solo pasó y ya –una mueca se instala en sus labios– No lo hice sin pensar en ti, más bien, y ahora que lo pienso, jamás me despedí del lobo de Jungkook –musita, a lo que Mark solo mantiene silencio– Me contó lo que sucedió, y el único al que siento que he hecho más daño, es a su lobo, él también ha sufrido, pero todos sabemos que quienes siempre reciben la mayor parte del dolor, son nuestros lobos.
–Lo es.
–Jamás me despedí del lobo de Jungkook, y pese a que lo hayan dormido, él peleó hasta el último minuto por mí, y eso debía ser reconocido. Quizá fue una acción más de mi lobo que mía, pero al final de cuentas puede ser considerado como un beso de despedida. –concluye, y el alfa en su hombro no puede evitar sentir alivio.
Sí, su novia se besó con otra persona que no era él, pero creía en ella y comprendía lo que quería decir. Puede que muchos consideren su reacción como ingenua, pero él solo quería que su novia estuviera cómoda con su pasado, y si ello le hacía dar un paso más al futuro, él estaría apoyándola.
–Te amo –y ahora es cuando sus mejillas se disparan en un fuerte color rojo que explota en su cara, solo lamiendo la mordida en su hombro derecho, misma que tuvo que morder después de haber intentado en el izquierdo y que esta se borrara. Aquel hombro de la antigua cicatriz.
Era la primera vez que le escuchaba decir eso con tal dulzura, tanta que sentía que el latir de su corazón estará rebotando también en los oídos de ella.
–Y yo a ti, cielo.
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Se saca el casco que cubría sus oídos y cubría su vista de lo que pudiera saltarle en la cara, cerrando detrás de sí la puerta del auto, revolviendo sus propios cabellos y dedicándole una sonrisa al muchacho que estaba en la plataforma del árbitro.
–¿Qué tal lo hice?
–Cinco minutos. –señala el cronómetro, a lo que la muchacha solo puede sonreír en grande– Pero sola, aún te falta que lleguen los demás.
–No vendrán –dice, dejando el casco en la baranda de la escalera para subir, abrazando la cintura de su alfa y depositando un beso en su mejilla.
Llevaban horas entrenando para la próxima presentación de la muchacha en su círculo de carrera. Cada uno en la banda tenía un hobby, el de ella eran las carreras de autos y el tiro con armas, mientras que el de Mark era más las carreras en motocicletas y, también, el tiro, las peleas e lucha cuerpo a cuerpo solían ser un pasatiempo más lejano. Cleo y Yungho compartían tiempo en la pintura o jugando con los instrumentos, excepto Cleo que también amaba salir a disparar flechas.
–¿Entonces nos vamos? –el alfa pregunta, a lo que la muchacha asiente con una sonrisa.
–Antes pasemos por algo para la cena, quiero comer pastel esta tarde –musita, dejando que su novio la suba a su espalda– Tengo ganas de comer pastel desde el lunes.
–¿Y porque no me lo dijiste? Estamos a viernes ya, cielo.
–¿Será porque estabas distante? Mark, no me hablabas ni aunque te estuviera molestando en el estudio.
–Buen punto.
Mantienen una amena charla en lo que restaba de camino al vehículo en el que andaban, deteniendo a comprar el mencionado pastel que la muchacha quería comer, sin notar los cientos de llamadas perdidas del omega mayor del grupo en sus teléfonos. Solo cuando llegaron al departamento fue que recibieron de cara la tormenta.
Cleo estaba llorando desesperadamente en plena sala, con Yungho llorando más calmado en frente a ella y con sus manos intentando tomar las que estaban temblando. Pero Cleo parecía que estaba reacia a su tacto.
–¡No me toques! –grita ella, con sus colmillos ya a la vista.
Entonces Mark salta sobre ella, tomándola de los brazos y escondiéndola en su pecho. La beta ni bien siente el calor del alfa, se esconde en su pecho, dejando que más lágrimas escapen de sus ojos.
–Vete. –musita, a lo que Mark debe preguntar a quien se refiere– Vete y no vuelvas más, no quiero verte –siendo ignorado olímpicamente.
Sin embargo, el omega que está aún llorando, niega– Déjame explicarlo, déjame hablar contigo.
–Solo vete ya, no hay nada que me puedas explicar.
MiSuk no entiende nada, sus dos amigos están en una guerra que está haciendo daño a ambos sin que nadie pueda detenerlos, pero entiende todo solo cuando la ancha camiseta de Yungho se corre para su hombro derecho, dejando ver una gran mordida, cicatrizada, por lo que no es reciente. Y entiende el dolor de la beta, porque ella no ha sido.
Los betas no muerden, solo los alfas. Y si está cicatrizada es porque fue aceptada por ambos, no fue obligada.