Capítulo 7. Epifanías.

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Enero ha empezado con lluvias.

¿Qué digo?

¡Diluvios!

La verdad es que es preocupante. Y por cuestiones de seguridad hablo. Probablemente recibiremos un correo de la Universidad esta misma tarde que nos informará sobre la anulación de las clases presenciales hasta nuevo aviso.

Volveremos a tirar de Zoom y Google Meets.

Viejos conocidos.

De todos modos, he salido esta tarde para comprar algo de comida. No vaya a ser que me quede sin provisiones para las próximas semanas. En estas situaciones, comprar conservas es el mejor plan. Legumbres, atún, comida preparada... Además, añado arroz, pan que voy a congelar, algo de carne, patatas y fundamentalmente tubérculos, que duran mucho más.

Voy bastante cargado y hago equilibrios con las bolsas mientras sujeto el paraguas.

Está lloviendo mucho más. Y hay viento. Espero no salir volando.

A lo lejos veo a una madre con su hija. ¡Totalmente descubiertas! Increíble.

Como no cubra con algo a la niña va a coger una neumonía brutal.

Bueno...

Supongo que toca hacer la buena acción del día.

Intento acercarme rápidamente hasta el otro extremo de la calle. Antes de que se empapen mucho más.

Buscad una cubierta, quiero chillarles.

Sin embargo, antes de llegar, un chico se les acerca y les ofrece su paraguas.

La mujer le agradece mil veces, coge a la niña en brazos y avanza a paso rápido, dejándome con la visión completa de él.

Es Xiao Zhan.

Yo no entiendo esto, ¿tenemos alguna especie de imán y por eso no paramos de cruzar nuestros caminos?

Se cubre la cabeza con sus manos, su abrigo no tiene capucha, y sigue caminando.

Me apresuro detrás de él.

Joder, se nota que tiene las piernas largas porque me cuesta lo suyo.

Si encima resbalo por quererle ayudar...

Me da cosa incluso llamarlo en voz alta. Así que simplemente cubro su cabeza con mi paraguas.

Tarda un rato en darse cuenta. Qué tío, de verdad...

Cuando se da la vuelta y me reconoce, sus ojos se abren como dos naranjas. Tiene los labios prácticamente azules y puedo ver como tirita.

"¿Vives cerca?" Le pregunto.

Me observa un rato antes de acordarse de que tiene que responder.

"No, la verdad es que no. Acabo de salir de prácticas en un local que hay aquí cerca."

Suspiro.

Qué remedio...

La niña y su madre no se llevarán mi buena acción del día.

Será Xiao Zhan.

No pasa nada, no pasa nada.

"Ven a casa. Te vas a congelar," dicho esto, me pongo a su nivel y andamos juntos.

Para equilibrar correctamente el paraguas, y dejarle espacio, tengo que sujetar dos bolsas con una mano.

Él se da cuenta.

Perdiendo los estribosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora