Capítulo 10. Limerencia.

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Mierda. Mierda. Mierdaaaaa.

Xiao Zhan está muy cerca. La mezcla de su olor y su perfume me está volviendo loco. De una forma en la que no debería.

Esto es nuevo. Literal, ¡que no me había pasado nunca!

Y mi cuerpo no está respondiendo a mis órdenes.

Le sonrío disimuladamente y me alejo poco a poco, perdiéndome entre la multitud.

Necesito ir al baño, ahora mismo.

Una vez cierro la puerta del cubículo, apoyo la frente en ella y dejo que el frío me tranquilice. Tengo las manos hechas puños, apoyadas a los dos lados de mi cabeza. Y pego un grito mudo que tensa todos mis músculos, y luego los relaja.

¿Pero qué me está pasando?

Estoy temblando y noto lágrimas en los ojos. No puede ser... Esto no es real. Si inspiro y expiro correctamente, a lo mejor el oxígeno me llegará mejor al cerebro y podré pensar adecuadamente.

Aunque claro, en este baño de mierda voy a respirar de todo menos oxígeno.

Está bien. Tranquilicémonos. A lo mejor han saltado las alarmas porque he estado demasiado alerta y es la primera vez que me relajo en semanas.

Sí, debe ser eso. Seguro que sí.

No puede ser que me ponga así de histérico solo porque haya sentido algo. Tengo un corazón ¿no? Si dejara de sentir entonces sí que tendríamos un problema.

Me lavaré la cara y volveré a la pista. Y bailaré hasta quedar tan agotado que mi cuerpo no tendrá energía para reaccionar a absolutamente nada.

Ping.

Yibo, me voy a casa, que se ha hecho tarde. Mañana tengo que trabajar. Nos vemos!

Bien. ¡Bien! Xiao Zhan ya no está.

Más razones todavía para bailar hasta quedar completamente agotado.

No pienso perder.

***

"¡Yibo!" El grito hace que me levante de golpe. Estoy sentado en mi cama y el movimiento brusco hace que la habitación no pare de dar vueltas a mi alrededor. "Levanta tu culo de una vez, que llegamos tarde a los ensayos."

"Ya voooooy..." contesto. Mierda, que parezco un camionero con esta voz. No recuerdo cuántos cubatas más bebí ayer. Y WenHan está de mal humor, así que no me vale decir que me quedo en casa.

Cuando abro la puerta, está apoyado en la pared del frente.

"¡AAAAAAHH!" Grita.

Lo cual me asusta también. Y tengo que gritar de vuelta, no vaya a ser que haya un peligro real y realmente mi grito aporte algo.

¿A quién se le ocurre?

Joder, qué migraña que tengo. Sujeto mi cabeza entre mis manos mientras intento que el dolor se detenga.

"Pero ¡¿qué te pasa?!" Pregunto sobresaltado.

"¿Pero tú te has visto? ¡Pareces un monstruo!"

"Idiota. ¿Tú crees que son formas? Tan temprano chillando..." murmuro entre dientes mientras me encamino hacia la cocina.

"Temprano una mierda, que ya son las tres de la tarde. ¿Qué bebiste ayer? No te había visto tan taja en la vida," allá va. Si no salgo, que por qué no salgo, si salgo, que por qué sales. Ni en casa me dan sermones como estos. "Encima murmurando cosas raras."

Perdiendo los estribosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora