Capítulo 24. Qui luxuria et lascivia...

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Casi no recordaba esto. El hecho de que una vez empiezas a intimar con alguien, no hay freno.

Hay veces en las que ni siquiera lo he visto, pero mi cuerpo lo percibe y empieza a activar todo un seguido de señales que me encienden por dentro y me queman de lujuria. Las chispas que desprendemos con cada beso, con cada roce... no son ni medio normales.

Es como si el centro de la Tierra hubiera dejado de ser mi centro de gravedad. Ha sido sustituido por Xiao Zhan.

Y no me quejo.

Aún no hemos hecho nada demasiado... bueno, eso. Pero eso no quita nada. Nos lo estamos tomando con calma, y eso es lo mejor de todo.

Que tengo tiempo de asimilar.

Y mis sentimientos por él crecen con fuerza de esta forma. Una fuerza que me noquea de lo abrumadora que es.

"Ya estoy en casa," canturreo cuando abro la puerta.

Papá aparece de inmediato, busca a algo, o a alguien, con la mirada. Cuando parece que no lo encuentra, suspira y me observa a mí.

"Hola, ¿cómo ha ido el día?"

"Increíble," digo indignado. "Llevas más de una semana actuando de la misma forma, ¿quieres adoptar a Xiao Zhan o qué? Me vas a meter en problemas así..." papá arquea las cejas. "El incesto no me va..." le aclaro.

"Pero es que mira que lo invité, y aun así..." murmura entre dientes.

"Di la verdad, papá..." empiezo a hablar con un tono más suave. "¿Quieres tener a Xiao Zhan aquí o quieres que alguien me vigile mientras duermo para asegurarte de que estoy bien?"

Su mirada sorprendida acompaña el rubor de sus mejillas. Se da la vuelta y desaparece por el pasillo.

"Madre mía..." suspiro mientras me quito los zapatos. Cuando ya me he lavado las manos, me dirijo hacia su estudio y entro sin tocar la puerta.

Papá está sentado en el sofá, café en mano y con la cabeza apoyada en la pared, sus ojos están cerrados.

"¿Tan evidente soy?" pregunta en un hilo de voz.

"Hombre, pues..." empiezo mientras me siento junto a él. "Mira papá... Entiendo tu preocupación, de verdad... Me pongo en tu lugar, y no sé, me duele... al fin y al cabo no te conté nada y me arrepiento," cojo su mano libre y acaricio sus nudillos. Son las manos de alguien que ha ejercido trabajo físico la mayor parte de su vida, de alguien que se ha esforzado con cuerpo y alma para hacer que su familia tenga de todo. Son las manos de mi padre, mi ejemplo a seguir. "Pero estoy bien, confía en mí. Mucha gente se termina recuperando. Xiao Zhan buscó artículos científicos y me va pasando más cada vez que encuentra otros con más información. Podría ser algún virus que no encontraron ese día, podría ser cualquier cosa. Pero me voy a curar. Si quieres, puedes venir conmigo a mi próxima revisión."

"¿Qué te dijeron en la última?" pregunta entonces. Se incorpora y me observa intensamente.

"Que estoy progresando correctamente," le digo sonriendo. Asiente pensativo y contempla con atención mi rostro. "Si te apetece, también puedes dormir conmigo. Así comprobarás de primera mano que no me va a pasar nada."

"Eso haré," dice firme mientras se levanta.

Ostras, que era una broma...

"Papá, yo..."

"No se hable más, esta noche habrá pijamada padre e hijo," dice mientras sale de la habitación.

Bueno, tampoco es mal plan.

Perdiendo los estribosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora