Capítulo 15. Sombra.

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La última conversación con Xiao Zhan no fue en vano. Lo siento cuando vamos de camino a verlos bailar. Saber que todavía tengo posibilidades de estar con ellos hace que cambie totalmente de perspectiva.

A una más positiva y esperanzadora, por supuesto.

Eso, y que me he estado tomando muy en serio la rehabilitación, así que también tengo confianza.

Xiao Zhan, que ha conseguido cambiar sus planes para poder asistir desde el principio, es quien me acompaña.

Es difícil contener la emoción, así que no paro de moverme en el sillón del auditorio mientras espero impaciente, y él tiene que pedirme varias veces que pare de agitar las piernas.

Estoy siendo muy infantil, si es que eso ya lo sé.

Pero me emociona ver los resultados de algo en lo que he participado. Y tengo muchísimas ganas de ver cómo queda con el soporte visual que Xiao Zhan ha creado.

Así que tengo varias razones por las cuales mis expectativas están tan altas.

"Creo que nunca te había visto tan emocionado," me susurra al oído Xiao Zhan.

Mi reacción lo sorprende. Igual que a mí mismo. 

Pero era un nivel de cercanía que no me esperaba para nada.

Intento calmarme para responder, sin que se me noten los nervios en la voz. Aunque, dadas las circunstancias, tampoco pasaría nada. Y estoy agradecido por eso, estoy cubierto.

"Es que tengo muchísimas ganas de ver los resultados. Llevamos meses trabajando en esto."

Xiao Zhan asiente sonriendo. Me observa atentamente.

"¿Sigue en pie la oferta de ir a beber unas cervezas con ellos después?"

Creo que nota la mueca en mi rostro, porque su expresión cambia de inmediato a una más preocupada.

"Será difícil. Preferiría que no, así no tengo que explicar a nadie que no puedo beber. Me da pereza tener que volver a rememorar... ya sabes... "

"Entiendo," responde.

Decido mirar al frente, enfocando mi atención en el escenario.

"¿Quieres ir a dar una vuelta con la moto después? ¿Conmigo?"

Se hace un silencio casi eterno, y eso me obliga a volver a dirigir mi mirada hacia él para entender por qué no responde.

"¿Es eso lo que quieres?"

"Creo que sí," me parece fascinante que, estando rodeados de tantas personas, todas ellas hablando en voz alta y de temas múltiples, sea capaz de escucharlo de forma tan nítida. Y que él sea capaz de escuchar mi respuesta, incluso si sale en un hilo de voz.

"Entonces sí," su sonrisa es lo último que veo antes de que se apaguen las luces.

Vemos a mis amigos adentrarse en el escenario y colocarse en sus posiciones. Cuando proyectan el soporte visual, sus sombras oscuras ocupan gran parte de la pantalla, dando la sensación de que son muchísimos más. Y entonces es cuando el beat empieza, y sus cuerpos se mueven en sintonía.

Me doy la oportunidad de observar, por una vez, el arte. En lugar de entretenerme con los tecnicismos y todos esos detalles, me doy la excusa de sentir cómo se me pone la piel de gallina con cada movimiento, aunque me los sepa de memoria. Detrás de las expresiones concentradas de cada uno de ellos, puedo ver cómo lo están disfrutando. Y se me hincha el corazón de felicidad.

Perdiendo los estribosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora