V - Niños otra vez.

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-¡Eres tan pequeña! Había olvidado que tan pequeños podían ser los bebés, solo quiero apretar tus mejillas.

Estaba muy emocionado, hace poco había nacido la primera nieta de la familia, la primera de la tercera generación Madrigal y por supuesto la segunda generación con dones.

-No puedo esperar para que corras, juegues. -No pude evitar emocionarme. -Ya quiero ver qué don tendrás, haré un lindo cuarto para ti... Si lo haré, si lo haré.

Aunque quisiera estar ahí todo el día viéndola salí del cuarto de Julieta donde dormía la pequeña Isabela hasta que fuera un poco más grande. Su mamá le había preparado algo de ropa color violeta y de un azul parecido a su vestido pero Alma había llevado varios vestidos rosados para la pequeña.

Apenas llevaba unos meses cuando la llevaron a la guardería, sabían que yo podía mecer las cunas y ayudar un poco, lastima que fue por idea de Alma pues Julieta necesitaba algo de tiempo extra para hacer su deber como sanadora. Pero eso sí, Agustín pasaba todo el día con su bebé y cuando no Julieta la cargaba en su espalda con un rebosó. *

La segunda vez que Encantó experimentó un huracán fue el día que Pepa dio a luz, aunque sus hermanos y esposo estaban ahí para ayudar nada calmó los nervios de Pepa, al menos hasta que tuvo en sus brazos a su primera hija.

Dolores e Isabela no se parecían mucho, el cabello lacio era brillante y el cabello rizado muy esponjoso, Alma adoraba a Isabela y aunque quería a Dolores era notable su preferencia, pero para mí eran lo más adorables que existía en este mundo, las dos por igual, mi pequeña campanita y mi pequeña flor.

Cuando las vi dar sus primeros pasos me emocioné, aunque todo el rato no deje estar nervioso, listo para mover las losas del piso para evitar que se lastimaran.

Las pequeñas habían aprendido a correr hace algo de tiempo y aunque Alma regañaba a Isabela por ensuciarse ella se divertía con su prima.

–Isa, tera no.

–Tiera siii

Las pequeñas jugaban en la parte de atrás con algunas flores, tierra y mucho lodo, Julieta tenia el día libre y las estaba cuidando. Pero no sé veía tan bien en mi opinión asíi que hice un banco moviendo algunas tablas.

–Descansa te ves algo pálida.

–Gracias casita, creo que hoy les daré la noticia. –Se río un poco. –Pero no le digas a mamá aún.

Me costó un momento entender.

–Estas embarazada... Esta embarazada –Volte a ver a un pajarito que estaba parado en la ventana. –¡Otro bebé!

–Casita, no le digas aún.

Me tuve que calmar pues hacia mover las baldosas del suelo por la emoción.

–¡Tio Buno! ¡Tío Buno!

–Una hermanita, manita.

–Y primo.

–No, nina.

–ninooo

Las pequeñas corrían alrededor de su tío que ahorita las estaba cuidando, desde que Julieta les dijo se veían muy felices aunque discutían entre si sobre si sería niño o niña.

–Tranquilas, aún falta para saber. –Bruno intentaba peinar a Isabela.

–Tio... ¿Tu cuando tendrás bebés?

–Si Bruno... ¿Cuando te casarás?

Alma había aparecido sin que Bruno de diera cuenta, se veía nervioso aunque las pequeñas no entendían porque y solo siguieron preguntando de manera inocente.

–Si tío, quiero una prima.
–No un primo.

–Alma... No lo molestes –Aveces me gustaría que me escuchará. –No ves que parece un tomate ya.

Señale al pobre que no podía estar más rojo por la vergüenza.

El tiempo se fue volando y la pequeña Luisa ya estaba en la guardería, adoraba ayudar a Bruno con las pequeñas, el al no tener tareas o salir al pueblo se quedaba con ellas en lo que sus hermanas o cuñados estaban ocupados en el pueblo.

–Sabes, creo que tú mamá debería darles más días libres... No digo que seas mal niñero, pero necesitan un descanso.

Bruno trenzaba el cabello de Isabela mientras que Dolores, que ya estaba peinada don dos lindas coletas y un moño rojo le pasaba listones.

Pedro, me preguntó si la familia seguirá creciendo...

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*Algunas mujeres antes solían cargarse a sus hijos en un rebosó, no sé si en colombia también...

El espiritu de CasitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora