X - Cortes

802 95 4
                                    

Todos los adultos de la familia hablaban sobre lo ocurrido, apenas Mirabel calló rendida de tanto llorar Julieta se les unió, yo solo los observaba desde mi lugar, apenas sentía mi cuerpo y podía mover muy poco la casa. Llevaban hablando un largo rato sin llegar a nada solo dando vueltas al asunto, y Alma me estaba desesperando.

¡Solo se preocupaba por el pueblo y que la magia pudiera desaparecer!
¿Como es posible que le preocupe más eso que Mirabel? Ni a mi preocupaba eso y eso que mi vida depende de esa vela.

Me puse de pie como pude, era difícil cada parte dolía demasiado y me sentía desmayar, pero debía vigilar a Alma. La vi irse con Bruno para hablar en privado pero apenas los oí la tristeza y el enojo volvió.

–Le pides una visión ¡Alma! –Exclame enojado interponiendo me entre ambos. Pero ella me atravesó como si no estuviera ahí.

–Has algo por está familia y averigua que está pasando. –Hablo tomándolo de los hombros.

Alma se fue a dormir y Bruno subió a su torre sin decir ni una palabra, requirió un gran esfuerzo de mi parte pero lo seguí quería ver esa visión con el. No fue agradable lo que ví en ella.

Pero algo dentro de mi me gritaba que no era algo malo, que ella no era un peligro que había algo más. Mi cabeza dolió y sentí en mi pecho una gran herida. Pude ver en los ojos de Bruno algo que para nada me gusto, soltó la visión y bajo las escaleras. Cuando cerró la puerta de su habitación volví a sentir el mismo dolor de hace unas horas, era menor pero aún lo sentía, mire el bordado en mi chaleco apagarse al igual que la puerta.

Lo seguí para saber que haría, temía que algo le pasará o hiciera alguna locura, una que ya intentó en una ocasión... Un recuerdo muy amargó.

Lo vi caminar hacia las montañas lo seguí hasta donde pude y me quede esperándolo pero no podía estar fuera del edificio mucho tiempo. La familia lo estuvo buscando ese día por todos lados, sin encontrar rastro de él, temía lo peor cuando la noche llegó, enfrente de la puerta se reunió una parte del pueblo dirigidos por Alma, yo estaba de pie junto a ella cuando sentí algo, en la parte de atrás una persona intentaba entrar por la ventana.

–¡Bruno!

Me emocioné al ver de regreso, sin dudar iba a correr con Alma para avisarle hasta que escuche su voz.

–Se detendrá la búsqueda de Bruno, a partir de hoy ya no será considerado parte del milagro.

Volví mi vista a Bruno y si, el había oído lo mismo que yo, la voz de Alma y la gente se oía a lo lejos para mí. Mi pobre Bruno estaba en shock, asustado, congelado en las escaleras cerca de la guardería.

–Bruno, Bruno reacciona, reacciona por favor. –Me coloque frente agarrándolo de los hombros esperando que pudiera oírme o verme. Pero no.

La voz de la gente se comenzó a dispersar, no podía dejar que Alma lo viera aquí y menos ese estado. Un par de ratas salieron de su ruana corriendo a un hueco en la pared, como me molestaban aveces, pero fue gracias a ellas que tuve una idea, una muy mala idea. Moví a Bruno con ayuda de las baldosas del suelo hasta un cuadro cerca del agujero de las ratas.

–Vamos, es por Brunito... Es por tu familia.

Respiré hondo antes de enterrar mis uñas en la pared, al mismo tiempo unas pequeñas marcas se hacían en mi brazo dejando salir un líquido blanco, no sabía que podía sangrar hasta este momento. Logré hacer un espacio por la pared donde entró Bruno para esconderse, cerré el cuadro detrás de él para que Alma no lo viera.

Sintió sus pasos detrás de las paredes hasta llegar a un espacio cerca de la cocina, me pare frente al cuadro de la familia donde se había hecho también una pequeña grieta, pude ver a Bruno inspecionar el lugar acompañado de un par de ratas. Traspase la pared mirando entrando al espacio.

–Al menos seguirás cerca de la familia.

Bruno volteo asustado en mi dirección.

–¿Papá?

El espiritu de CasitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora