XIV - Un bebé?

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Habían pasado cuatro años desde la ceremonia de Mirabel y la familia se había acostumbrado a la vida sin preocuparse por la magia, o al menos casi todos. Bruno seguía trabajando en aquellas grietas que salían y Mirabel se preocupaba por mi porque bueno...

La mayor parte del tiempo me sentía bien, movía la casa sin ningún problema y cuidaba de la familia como hasta ahora lo había hecho. Pero había ocasiones en las que sentía la magia debilitarse como si la llama apenas se hiciera una chispa, Me sentía débil y aunque moviera las cosas, solo podía permanecer sentado junto al cuarto de Pedro, simplemente dolía el moverme.

Fue uno de esos días que me quedé quieto cuando oí a Alma hablar con Pepa, parecía una conversación casual pero la nube que se formaba poco a poco sobre la cabeza de la pelirroja decía todo lo contrario. Fue una suerte que se detuvieran justo frente a la escalera para poder oír mejor.

–Deberias considerarlo hija. Yo solo los tuve a ustedes tres, tu hermana tiene a sus tres hijas, Camilo es el único barón–Tomo las manos de Pepa entre las suyas. –Hija mía no soy eterna y el milagro debe de seguir.

–Pero madre...

–¡Pepa porfavor! Es tu deber con la familia.

Las había oído hablar otros días sobre algo así, está vez podía escuchar más desesperada a Alma ¿Porque quería más nietos? Escuché que después de cierta edad las mujeres ya no podían tener hijos o se volvía complicado ¿Me equivoqué? Pepa seguía parada mientras Alma salió de la casa, las nubes sobre su cabeza solo aumentaron. Como pude me puse de pié para darle un abrazo, aunque no lo sintiera quería reconfortarla.

Fue un par de meses después cuando la familia recibió la noticia de que Pepa estaba embarazada, tal vez por la noticia, tal vez porque la familia se veía más alegre pero comencé a sentirme mejor y aunque la magia tambalea algunas veces no era tan malo. Sin embargo las grietas no dejaban de salir.

Era una tarde fresca de Enero, Mirabel estaba bordando en su cuarto, había aprendido hace poco, trabajaba en una manta que quería darle al más pequeño cuando llegara.

–¡MIRABEL! –Se escuchó un grito desde abajo. –Puedes venir a ayudarme.

Con una sonrisa la pequeña dejo su trabajo a un lado y bajo las escaleras, al ser la única que se quedaba en casa todo el tiempo y no tenía tantos deberes deberes ella cuidaba de su tía y la asistía tanto como podía. Eso la hacía feliz pues "le daba un pequeño lugar en la familia" decía.

–Sabes casita, me alegra que mi tía Pepa se pueda dar un descanso. –Se detuvo un momento mirando al cielo desde el patio. –Puede estar tranquila y llorar si lo necesitas, la abuela dijo que está bien porque esta embarazada.

–Oh, no me di cuenta.

–Tambien parece controlar más el clima, lo que dicen en el pueblo es cierto un bebé es mágico.

Un bebé es mágico... Esas palabras me tuvieron pensando por mucho tiempo, tal vez por eso Alma quería tanto otro nieto ¿acaso ella podía sentir la magia debilitandose?

Los meses seguían pasando y por recomendación de la partera del pueblo Pepa tuvo que estar en cama los últimos meses.

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Lamentó la espera vuelven las actualizaciones regulares

El espiritu de CasitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora