VII - "Mellizos"

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Hay dias que son malos, otros olvidables y algunos mas que son buenos, y hoy era uno de esos días buenos. ¿Porque?

Porque frente a mi tenía un bebé recién nacido, su carita aún rosada, apenas abriendo los ojos, con algo de cabello rizado. Era Camilo el hijo de Pepa, estaba en una cuna dentro del cuarto de su mamá, tenía cortinas especiales para que aunque lloviera estuviera bien. Aunque temo decir que esa calma no duró mucho.

Apenas Pepa se calmó por completo, el pequeño bebé tomo las cortinas de su cuna y las jalo tirandolas, Pepa se asusto provocando un trueno y el llanto comenzó. Desde ese día toda la familia sabía que clase de niño sería.

Lo que pasó algunos meses después fue diferente, apenas la vi en su cuna un sentimiento lleno mi corazón, no tenía mucho cabello y su cara era redonda con grandes mejillas, solo lloraba cuando necesitaba atención y como dijo Alma era una niña muy buena y tranquila.

Sabía que sería especial cuando seis meses después me vió, estoy seguro que me vió. Julieta la cargaba después que los llantos de Camilo la despertaron.

-Ya paso mi mariposita, ¿tu primo te asustó? Tendrás que aprender a ser paciente con el, porque compartirán cuarto... Solo por un tiempo.

Mirabel parecía a punto de llorar cuando me pare al lado de su mamá viéndola también.

-No llores bebé... -En ese momento me congelé, sus ojitos estaban en mí y a dónde me moviera me seguían.

Pensé que por fin me verían todos, pero al ver qué Julieta seguía igual descarte la idea. Pensé en salir de la habitación pero apenas salía cuando lloró.

-Dos oruguitas, paran el viento. -Comence a cantar mientras me acercaba y poco a poco se calmó. -Mientras se abrazan, con sentimiento.

Me pare frente a ella, pase mi mano para secar las lágrimas que tenía en sus mejillas, sentí su calor y una ligera humedad, sentí, solo seguí cantando para ella. Siempre a cada uno, desde los trillizos hasta Camilo les había cantado la misma canción para que se durmieran, pero ninguno parecía oírme.

En cuanto Julieta salió después de que se quedará dormida, me acerque a su cuna e hice lo que jamás pensé poder hacer. Carge en mis brazos a un bebé.

No recuerdo haber llorado antes, tal vez sentirme triste o melancólico, pero no llorar, pero en ese momento lo hice.

Deje un beso en su pequeña frente antes de devolverla a su cuna.

-¡PEDRO! Pedro, ella, ella es especial. -Baje hasta el cuadro de Pedro, debía contarle todo. -Ella me ve, me escucha, puedo sentirla. ¡La pude cargar!... Pude cargarla... Pude cargar a un bebé... -Llore frente al cuadro.

Los días comunes se volvieron en buenos, los días en semanas, en meses y en años.

-Milo, no ete e mío.

-Mila, yo quielo ete... Ten tu ete.

Verlos jugar era simplemente adorable, ahora discutían sobre quién tenía que bloques. Desde que aprendieron a caminar ambos iban a todos lados juntos, aveces de la mano, aveces empujandose o peleando, incluso cuando salían a la plaza le decían a todo el mundo que eran gemelos o como ellos decían "Milo y Mila".

Cómo Camilo no podía pronunciar Mirabel la llamaba Mila, ella si podía pronunciar bien "ca" pero seguía el juego y lo llamaba Milo.

-Caita, die a Milo, mi cubo.

-No pelen. -Baje con cuidado una caja donde estaba el resto y ambos comenzaron a sacarlos dejando el piso lleno de cubos.

-Muy niños hora de almorzar. -Bruno entro con un par de tazones en manos.

El seguía cuidándolos y era el querído tío Buno o el tío gigante como le decía Camilo o el tío rata como le apodo Pepa desde el día que apareció con una sobre su cabello.

-¡Tio! Ariba, ariba.

Camilo era todo un huracán y Mirabel era la concentida al ser la más pequeña, incluso a Alma parecía amblandarle el corazón y ser más dulce l seder a algo con sus infalibles ojitos de cachorro.

-Mirabel, no puede usar siempre tus ojitos.

-Pero casita... -La niña hizo un puchero. -Yo quería la galleta.

Para la familia se le hizo común ver a Mirabel hablarme, creían que tenía suficiente imaginación para creer que yo le respondía con palabras. Pensaron que todo era su imaginación y más cuando me dibujo junto a ella y toda la familia con sus crayones.

Me aseguré de poner ese dibujo colgado en la pared de su cuarto, espero que no se le olvide cuando se mudé a su cuarto, después de todo falta menos de un año.

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N/A: Lo que escribí de Camilo y la cortina me pasó a mi...

El espiritu de CasitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora