🍂CAPÍTULO 32 "Un adios"🍂

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|M I K A E L A|

Observo los primeros rayos del sol iluminar los edificios más altos de la ciudad dándome cuenta de que nosotros como especie, por más que evolucionemos, no somos nada más que unos simples insectos. Destruí lo poco que me quedaba de humanidad, ahora deje de sentir el dolor en cuanto enterré a mi hermana.

—¿Por qué decidiste quedarte y observar cómo se me caían las uñas al encerrar a Zaida?— le pregunto a All Might que está detrás mío.

—Tenía rosa la intención de ayudar, pero es algo de lo que debes encargarte tu cariño. De cerrar por fin este capítulo en tu vida para comenzar de nuevo.

Su mano toca mi hombro y me hace dar la vuelta para que nuestros  ojos se crucen, toma una de mis manos que están dañadas.

—Es tiempo de que por fin inicies una nueva vida querida.

Retiro mi mano —No lo se, siento que mi lugar no es aquí.. si no el el lugar donde nací.

[...]

Los días pasan y por fin llega la boda de mi querida amiga que, se ve hermosa con su vestido de novia estoy segura de que a Sasha le hubiera encantado verla así por suerte yo estoy aquí para verla por el.

—Mikaela creí que no volvería a verte.

—Endeavor que gusto escucharte. Me enteré de que ya eres abuelo felicidades.

Resopla y tu sueldo una pequeña carcajada —Shoto es un amor seguro que es un gran padre.

—Me preocupa que no sepa cuidar de mi nieto— siento como se acerca más a mi casi rozando mi hombro —¿Por cuánto tiempo te quedas?

—Mañana mismo me voy, tengo todavía que resolver unos asuntos antes de retirarme.

—¡¿Te retiras del ejército?!

Una irritante voz se asoma detrás mío, me volteo frunciendo el ceño para observar a Miss Joke y al lado suyo Aizawa que no deja de mirarme sorprendido.

—Así es Joke me retiro, decidí que es hora de cerrar este capítulo en mi vida. Después de retirarme me iré a Puerto Rico.

Siento los ojos de aquel pelinegro sobre todo mi ser incluso siento que ve a través de mi ropa lo cual es incómodo, yo ni me atrevo a mirarlo a los ojos ni si quiera de voltear a ver a Miss Joke que está a su lado. Mi teléfono se hace presente frente a nosotros y decido contestar retirándome del lugar ni sin antes disculparme, una vez estoy fuera de la fiesta me recargo en la pared de un callejón para contestar esta llamada.

—General... si, mañana mismo me presento en el cuartel.

Cuelgo la llamada y me quedo ahí por unos momentos más para disfrutar de este silencio.

—¿Por qué te irás de aquí?

Me sobresalto al observar a Aizawa frente a mi de cabeza como si fuera spider man, dios si vuelve a hacer eso le saco los ojos.

—No es mi lugar, no estoy en paz así de sencillo Aizawa— lo miro a los ojos con intensidad.

—¿Acaso ya no me amas?— se baja para luego estar frente a mi, debí levantar la cabeza para poder mirarlo.

Las manos me tiemblan y las piernas también pero me armo de valor para poder al fin sacar todo este sentimiento.

—Siempre te ame Aizawa, desde el primero momento que te vi supe que eres el amor de mi vida— mis mejillas se tornan rojas de la vergüenza.

El me sonríe y sus manos van hacia mi cuello para luego atraerme hacia su cuerpo y labios, nos damos un beso, el beso que nos uniría para siempre. Me recarga contra la pared para luego levantarme del suelo, enrollo mis piernas en su cintura para continuar con nuestro beso que ahora se vuelve más salvaje, puedo sentir como su entrepierna se tensa.

—Hazme un bebé Aizawa... hazme muchos bebés— digo entre besos y gemidos.

Me sonríe y alza una de sus cejas sin dejar de mirarme —Como usted diga teniente.

Nos encontramos en una habitación de hotel uniendo nuestros cuerpos en una gran cama, la ropa por todos lados, las manos del hombre que amo recorriendo cada parte de mi cuerpo y las mías rasguñando su espalda mientras me penetra de una forma tan deliciosa.

—Shota... te amo— nos besamos para así ocultar nuestros gemidos que están inundando la habitación.

—Ah Mikaela... se mi mujer y la madre de mis hijos...

Su mano va a mi cuello ahorcandolo un poco y no deja de embestirme, siento como me tiemblan las piernas  estoy llegando a mi límite. Cómo puedo me acerco para sujetarlo de su largo cabello, una última embestida detona que mi orgasmo y el de el lleguen al mismo tiempo.

—Dios...— se deja caer en mi pecho, mis manos acarician su cabello y le doy un beso en su cabello.

Ambos nos quedamos dormidos abrazados, es como un sueño echo realidad y esta vez ni lo dejaré ir tan fácilmente.

𝐋𝐚𝐳𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐨𝐭𝐫𝐨 𝐌𝐮𝐧𝐝𝐨| 𝐀𝐢𝐳𝐚𝐰𝐚 𝐒𝐡𝐨𝐭𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora