Capítulo 3

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Dudé un poco si contarlo o no, pero por alguna razón la calidéz que daba al sonreír hizo que mi boca actuara sin darme cuenta.

—hace 6 años— el se quedó un momento en silencio, un silencio frío y oscuro fueron unos segundo pero yo los ví como minutos, largos minutos.

—entiendo... Bueno ¿de qué haremos el trabajo?— me quedé un poco sorprendida no siguió el tema de mis padres, notó mi cara de confusión y por alguna razón se puso nervioso, volví a la realidad y le dije.

—es sobre el último tema que vimos en clases, me parece más interesante— él entendió y buscó su cuaderno y empezamos a hacer el trabajo.

Pasaron 3 horas y entre risas y escribir la tarea terminamos el trabajo, Alex me contó de sus hermanos, era el mayor de 2 hermanos y me contó lo difícil que es tener hermanos las peleas y ese mundo... "El mundo que yo evito recordar."

—y bueno ¿qué me cuentas de ti Alessia? ¿Alguna cosa rara o extraña que deba saber?— lo miré algo dudosa hasta que respondí.

—nada— dije sin dudar.

"solo la muerte me sigue a cada rato matando a todos, pero nada" 

—mmm pensé que si, por alguna razón todos te tienen tachada como la "rarita" pero me eres muy normal— lo ví algo sería, es verdad siempre era la rarita por la razón de no querer hablar con nadie.

—vivimos en un mundo lleno de etiquetas— dije sin verlo fijamente —y nisiquiera las terminamos escogiendo nosotros— finalicé.

Dudó en responder o en decir algo, el silencio porque ese silencio era tan molesto, esta vez decidí romperlo rápido.

—¿quieres algo de tomar o comer?— se me quedó mirando mientras me levantaba y dudó un poco pero respondió.

—agua fría estaría bien— asentí con mi cabeza y  me dirigí a la cocina.

Estaba terminando de servir el agua, cuando algo llama mi atención, un peso grande y un frío sofocante invadió la cocina, al levantar la vista al frente de mi estaba la muerte con su semblante aterrador y su presencia oscura me sorprendió verlo, pero por alguna razón algo se sentía mal.

—¿por qué tan pálida Alessia? ¿Acaso viste un fantasma?— dijo la muerte burlándose de mí cara de sorpresa.

—tengo a la pesadilla de todos los humanos al frente de mi y siguiéndome cada día ¿crees que un fantasma me daría miedo?— dije respondiendo su burla y demostrando mi molestia de su presencia.

—¿Quién sabe? los humanos se asustan de lo más obvio— dijo, quitándose de al frente de mi.

—Muerte de por sí soy muy pálida, si estuviera más pálida yo terminaría asustando al fantasma— dije mientras caminaba de vuelta a la sala donde ví a Alex metido en su teléfono escribiéndole a alguien, hasta que levanto su mirada y me recibió con una linda sonrisa.

—al fin ando deshidratado— le torcí los ojos y le di uno de los vasos.

—es impresionante lo dramático que puedes ser— el me miró feliz y orgulloso.

—es lo único que pude heredar— dijo alegre, duramos otro rato hablando de cosas que venían de la nada.

Hasta que recibió una llamada de su madre diciéndole que le hiciera unas compras y el se tuvo que ir.

—bueno pelinegra nos vemos mañana en la escuela— dijo haciendo una pequeña reverencia.

—esta bien cuidado con lo que haces y compra lo que te dijeron— el me vio burlón y me dijo.

—en la tienda llamaré otra vez a mi madre, porque ya ni me acuerdo que tengo que hacer— me reí un poco y el me sacó la lengua despidiéndose, cerré la puerta cuando no lo logré visualizar más.

—bueno muerte ¿como piensa arruinar mi noche hoy?— dije volteando, para verlo al frente de mi parado con una sonrisa torcida.

—las mejores cosas son sorpresa— caminé a la cocina a buscar algo que comer, mientras la muerte se dirigía directo a mi cuarto.

Al decidir me por un sándwich de jamón, fui a mi cuarto a terminar la tarea que habían dejado pendiente los maestros. Al entrar veo a la muerte abriendo la ventana haciendo que un gato negro entrara, el gato se acercó a él y este lo empezo a acariciar.

El gato siempre venía y se la pasaba junto con la muerte, era algo gracioso ver cómo se supone que un ser de maldad sin sentimientos, se la pasa con un animal de pura ternura.

Vi como mi teléfono empezaba a sonar y al ver la pantalla tenía un mensaje.

Número desconocido: Al final, hice bien las compras.


No dude ni un segundo que era Alex a lo cual respondí.

Yo: por lo menos así no molestas a tu mamá .

Número desconocido: yo soy un niño tranquilo, no molesto a nadie.

Me reí un poco y al levantar mi mirada tenía al gato al frente a mi, bajé el teléfono y lo empecé acariciar en su cabeza.

—al final no será una noche tan fría— dije mientras escuchaba lluvia resonando en el techo.

La Amiga de la muerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora