Capitulo 6

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Alex y yo al salir del hospital decidimos comer algo para relajar un poco la tensión y yo recuperará mi "color", según él, decía que seguía muy pálida, después de una larga discusión terminó ganando la comida china y fue lo que comimos, no pude evitar ver a Alex un poco extraño, no se la pasaba como siempre hablando y hablando, estaba callado y se veía ¿Pensativo? Me imaginé que a lo mejor pensaba en mi pequeña baja así que decidí agradecerle.

—¿Alex?— dije viendo como este volvía a la realidad.

—¿si?— me vió a los ojos algo asustado

—te quería agradecer por lo que hiciste, normalmente si eso me pasa nadie me acompañaba al hospital— suspiré —desarrollé un pequeño trauma con el sonido de las ambulancias, cada que escucho una entro en crisis haciendo que me desmaye— ví su cara de impresión como si fuera aclarado muchas cosas.

—¿Desde cuándo te pasa eso?— tardé un poco en responder, intenté hacer que la voz no se me quebrará al momento de decirlo.

—desde los 14 años— se me quedó mirando un poco y asintió con la cabeza.

—si te fuera conocido antes, te fuera ayudado desde esa edad, ahora lo hubieras  controlado— le sonreí un poco.

—mi madre decía "nunca es tarde para algo, si tú te lo propones"— eso hizo que me acordara en el momento que mi madre me decía esas frases y una sonrisa nostálgica invadió mi cara.

—pues vamos a seguir consejos de tu madre desde ahora— se puso al frente de mi, evitando que siguiera caminando —desde hoy te ayudaré a que puedas superar tu problema con la ambulancias, no te dejare en paz hasta que ya no les tengas miedo— me dió algo de risa su forma de decir esas palabras, como si fuera un súper héroe.

—creo que pasar mucho tiempo conmigo no le gustará a tu novia— él me miró algo confundido,  por la forma en que arrugó la cara me di cuenta que no le agradó lo que dije.

—¿De qué "novia" hablas?— ahora yo era la confundida ¿Por qué me preguntaba eso a mi?

—no se una tal Carolyn, Casidy, Cami...— no pude terminar la palabra ya que el me cortó abruptamente.

—¿CAMIL?— dijo mirándome con algo de ira.

—esa misma ¿por?— pregunté, para descubrir por fin que problema tenía este ser con la porrista semi desnuda de esta mañana.

—ella y yo no somos nada— afirmó algo disgustado —ella siempre me sigue y nunca me deja en paz, además la he visto con otras personas es súper mala, se burla de todas las personas, nisiquiera está pendiente en las clases, es una niña mimada, se cree lo mejor del mundo pero para nada es eso, siempre tiene mucho maquillaje y para colmo los padres le pagan a los profesores para no reprobarla— respira hondo —no sería mi novia para nada—
Finaliza, para volver a seguir caminando.

—ok, ok, ya entendí, no me tienes que contar toda la historia de su vida— respondí mientras lo seguía.

—perdón— respondió arrepentido —es que ella, me hace enojar, es la tercera vez que se autoproclama "mi novia" ya me tiene enojado con eso— torcí un poco los ojos.

—pues solo ignórala ¿qué tanto daño te puede hacer, el no estar pendiente de sus idioteces?— me miró un momento pensando una respuesta lógica.

—¿Qué le diga a todo el mundo que salgo con ella?— respondió con un tono como de que era lo más obvio del mundo.

—eres el capitán del equipo de fútbol, el cual a llevado a toda esta escuela a ganar muchos trofeos y si ella es tan mala como dices, entonces no van a creer sus iluciones— le di una pequeña sonrisa, para que se animara —tu eres la única persona que sabes lo que haces, lo que dices y lo que harás. No necesitas que las demás personas lo acepten— coloqué una mano sobre su hombro.

—gracias tonta— dijo sacándome la lengua y empezando a correr.

—hey ¿Cómo que tonta? Idiota— corrí atrás de él para alcanzarlo.

Estuvimos corriendo hasta que llegamos a mi casa el se despidió con una reverencia y se retiró a su casa, siempre hacía lo mimos cada que se despedía eso me daba un poco de risa, al cerrar las puertas un frío invadió mi cuerpo de golpe y no tarde en observar al frente de mi al ente que tanto evité en todo el camino del hospital a mi casa.

—¿Cómo te sientes?— dijo, en un tono demandante y preocupado.

—como si de verdad te importara— pasé por un lado ignorandolo.

—si te pregunto es porque me importa— dijo algo irritado por mi comportamiento.

—estoy bien ¡Gracias!— respondí molesta por como me trataba —no soy una niña me se cuidar— dije agarrando un jugo de naranja de la nevera.

—pues no me importa si ya eres adulta, si quiero te pregunto— su voz resonó por toda la cocina.

—tu trabajo es llevarte las almas de las personas que están apunto de morir, no significa nada si me llevas a mi— dije algo cansada de escucharlo, me dirigí a las escaleras.

—solo me llevo las almas que están destinadas a dejar este mundo— me siguió algo apurado, para que no lo dejara atrás.

—entonces, ¿Erick y mis padres tenían que morir?— se paralizó el sabía que cada que sacaba ese tema, era porque los recuerdos me molestaban.

—Alessia...— buscó la respuesta a eso durante mucho rato —a ellos les tocaba irse...— fue la misma respuesta que me dio por años era imposible que respondiera algo diferente.

—nunca te lo voy a perdonar— al llegar a mi cuarto tranqué la puerta de un golpe, él podía atravesarla, pero sabía que no lo haría, ya que entendía lo molesta que estaba con él.

Me acosté en mi cama y me quedé mirando la ventana, la cual se encontraba abierta y vi entrar a mi inquilino favorito, el gato se acercó donde yo estaba y se acostó a mi lado, eso me dió un poco de paz haciendo que quedara profundamente dormida.

La Amiga de la muerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora