Capitulo 17

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Después de terminar de limpiar la habitación de Ellie, quise ir a la máquina expendedora a comerme algo, pero por terminar perdida en mis pensamientos llegué a la habitación del señor Emilio; me acordé de la promesa que le había hecho el día anterior y decidí tocar, después de escuchar un "pase" abrí la puerta y lo vi.

—buenas tardes, señor Emilio. ¿Cómo está? —el padre de Alex me miró con una alegría indescriptible.

—¡AL FIN! —expresó con emoción—. Un poco de juventud en este ambiente, con tan decadencia —puso una mano en su corazón dramatizando, "como se nota que es el padre de Alex"—. Yo siempre digo "entre jóvenes, me hacen ver más joven"—echó una carcajada y me señaló un banco para sentarme.

—pero señor Emilio, usted no está tan viejo —me miró algo dudoso.

—ay hija, no me mienta que me la creo —puso una mano en su pecho, dramatizando de nuevo—; ya los años me pegan, ya las frases de mi padre las repito —me agarró la mano con ternura y me miró a los ojo—. Ya me salió una arruga y sopotocientas canas, ya los años me pegan —me dio una sonrisa—; pero no por eso me arrepiento, estoy feliz de lo que viví —lo mire algo seria.

—me alegro de que se sienta bien —me soltó la mano y sonrió.

—hija, yo no me siento bien —hizo una pausa—. Yo me siento increíble —me reí un poco por su expresión y en eso escuché la puerta abrirse.

Alex paso feliz, pero al notar mi presencia se molestó y salió de la habitación tirando la puerta.

—bueno, parece que Al está molesto —el señor Emilio hizo una pausa y me miró—. ¿Qué te hizo? —lo miré algo sorprendida y él lo noto—. Cuando está molesto es más porque él hizo algo, no porque otra persona le haya hecho algo —le di una sonrisa triste.

Después de explicarle todo al señor Emilio, puso una mano en su frente y empezó a negar con la cabeza.

—hombres... —torció los ojos—. A veces son tan tontos, más Alex, ¡Dios! —puso las manos en su cara y la estiró—. Tranquila linda, él es un idiota, no te merece —me agarró las manos y me dio una sonrisa, pero esta se convirtio en una expresión triste.

—¿Se encuentra bien? —ahora era yo quien le sostenía las manos.

—lo siento, a veces me invade mucho la nostalgia —no entendía y el señor Emilio dio una pequeña carcajada triste—. Hace un año,  mi hija mayor Madison estaba feliz porque después de tanto coser y arreglar, se le presentó la oportunidad de ir a presentar la línea de ropa en París, ese era su sueño de toda la vida — suspiró—. Si ella estuviera aquí sería una de las diseñadoras más grandes del mundo, Alex la ayudaba mucho y ella le enseñó a maquillar, arreglar y preparar a las modelos, eran inseparables —el señor Emilio sostuvo mi mano y vio a la venta—. Mi niña se tuvo que ir antes y le explicó a Alex que se fuera 2 días después que ella, la dejamos en el aeropuerto con la promesa de que nos veríamos en 2 días —hubo un momento de silencio y vi como el señor Emilio intentaba buscar las palabras—; a las 3 de la mañana del siguiente día nos llega la llamada que el avión donde Madison iba se le daño un motor y se estrelló, matándola...— me sorprendí mucho.

—señor Emilio...—no dejó que terminara de hablar.

—Alex fue quien te vistió, ¿verdad? —vio la ropa que tenía puesta—. Así era como a Madison le gustaba andar, la verdad te pareces mucho a ella. Sé que si estuviera viva fueran buenas amigas —me dio una sonrisa nostálgica y no pude evitar pensar cómo se sentiría Alex.

Estuve un rato más con el señor Emilio hasta que decidí retirarme, busque a Alex por todos lados y decidí ir al techo del hospital, cuando abrí la puerta para salir al techo una fuerte brisa me pegó, al frente de mi estaba Alex asomado, viendo la ciudad; me fui acercando poco a poco y cuando estuve suficientemente cerca, él habló.

—perdón por todo lo que hice, hoy me comporte como un idiota, Madi... —escuchó el nombre que dijo y se quedó callado, llegué donde el estaba y hablé.

—Madison —pronuncié, a lo que él se sorprendió un poco y puso una expresión triste.

—mi padre te contó —lo abracé.

—tranquilo, ella está bien, está feliz donde sea que esté viéndote y cuidándote —me despegue y lo vi—. Tú estuviste para mí y yo estaré para ti —ahora fue Alex quien me abrazo.

—de verdad, discúlpame, fui un completo idiota —le sonreí.

—tranquilo, idiota, ya pasó —él se rió y se despegó.

—¿quieres hacer algo? —lo miré confundida y acepté dando un movimiento de cabeza—. Bueno, espera —sacó su teléfono y estaba buscando algo—. Solo déjate llevar, ¿sí? —escuché que empezó a sonar una canción, metió el teléfono en uno de sus bolsillos y siguió sonando la canción, era lenta y rápida.

"Rewrite the Stars"

—era la canción favorita de mi hermana, siempre la bailabamos, la admiraba mucho —dijo mientras bailábamos y se reía.

Estuvimos dando vueltas y moviéndonos de un lugar a otro, me le quedaba mirando y me reía de sus caras tontas y él de mis malos pasos.

Al final de la canción estábamos muy juntos, tanto que sentí su respiración uniéndose con la mía. Nos fuimos acercando poco a poco hasta que...

La Amiga de la muerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora