|Capítulo 17|

40 5 2
                                    

Año X695.
Bosque Occidental,  Magnolia.

Había pasado casi una década desde que puso un pie en los bosques de Magnolia. Los recuerdos de esas tres semanas seguían frescos en su mente.
_Pequeña hada_susurró al recordar a la chica de cabellos blanquecinos y ojos verdes de cierva.
Su risa, su alegría y su buen humor siempre perseguían sus sueños cargados de nostalgia. Mientras sus recuerdos de los años se desvanecían, esos permanecían intactos en su mente.
Esas tres semanas fueron las mejores de su larga y cruel existencia. Un respiro del dolor, crueldad y muerte que le acompañaba como su más fiel confidente. Sin embargo la frágil paz que había construido se disipó al leer la carta entregada por su muñeco aquel día. Como si se tratase de un sueño perfecto del que tuviera que despertar. Su expresión se volvió seria al recordarlo, cuando se encontró  con sus dos hermanos en el lecho de muerte del hombre que había tomado el lugar de padre.

Flashback;
Todavía no podía creer que la muerte venció al imponente rey de los dragones, Igneel Dragneel. Ese dragón, tan fuerte y valiente perdió la batalla. Zeref había logrado desvanecerse del bosque en una bruma negra para llegar en cuestión de segundos al asentamiento de los dragones. Gracias a los dioses que el lugar seguía siendo el mismo, el desierto a las afueras del reino. Después de todo, los dragones se volvieron nómadas al perder su hogar. Sin tierras a las que regresar, casas a las que volver y sin la calidez de un hogar. Todos los dragones estaban fuera de sus carpas blancas ubicadas por todo el territorio, las fogatas  reluciendo sus altas flamas con su gama de colores. El silencio era sepulcral, esperaban que esa noche diera su último respiro uno de sus reyes. Entonces notaron su presencia, la llegada de la oveja negra de vuelta. Los cuchicheos no se hicieron esperar, todos se apartaban del camino al verlo avanzar entre ellos como si fuera uno más. Los niños observaban curiosos a aquel desconocido que era objeto de leyendas y cuentos. Las mujeres  sostenían a sus hijos contra su pecho o los agarraban fuertemente por sus hombros para que no se acercaran a él, atemorizadas por el daño que podía ocasionar el mago oscuro. Los hombres se mostraban recelosos con su cercanía, ocultando tras de sí a sus aghras y crías para protegerlos del peligro. Excepto uno....
Un chico de cabellos cerezas, que aparentaba tener unos quince años se acercó a él con paso firme y dispuesto. Sus ojos ambarinos relucían con intensidad a cada paso, acortándose la distancia entre ambos. Zeref lo miró extrañado por su evidente actitud agresiva hacia él con cada paso que daba hasta que vio alrededor de su cuello la bufanda de escamas blancas.
_Natsu_dijo en voz alta comprendiendo de inmediato quien era.
Estaba tan asombrado por ver el cambio de su pequeño hermano que no notó el golpe en su mentón hasta que lo sintió. El puño de Natsu había impactado en su rostro con fuerza. Tanto así que lo impulsó hacia atrás cayendo en el suelo. El hechicero tocó la zona herida, sentía un picor y la piel muy sensible. Su hermanito realmente estaba enojado con él. Los murmullos sorprendidos y las miradas impactadas de todos allí no pasaron desapercibidas para Zeref.
_Tardaste demasiado, Zeref_dijo serio Natsu extendiendo su mano para levantarlo del suelo.
El hechicero aceptó su mano y lo ayudó a levantarse del suelo como una ofrenda de paz. El de cabellos cerezas no perdonaba la distancia entre ambos que surgió debido a su hermano mayor.
_Vamos, papá está por aquí.
Natsu no esperó la respuesta de Zeref, este se dirigió a la carpa de donde había salido. Los dragones tenían un oído muy agudo así que había escuchado los cuchicheos de todos con la llegada de Zeref.
El hechicero siguió a su joven hermano con la clara intención de ver a su padre por última vez. Al entrar en la gran carpa blanca vio toda la estancia con pieles marrones y naranjas en el suelo rodeando a una gran piedra solar que iluminaba el interior.
_Finalmente llegaste_habló Ignia atrayendo la atención de Zeref que había observado todo el alrededor.
El príncipe tenía una expresión fúnebre, estaba de pie al costado del lugar donde descansaba su padre. El hechicero al acercarse vislumbró a Igneel acostado en amontonadas pieles marrones que confeccionaban una cama para su comodidad. Verlo postrado allí fue un duro golpe para Zeref. En su larga vida nunca había visto a Igneel siquiera sentado, siempre se hallaba de pie imponente y esbelto. Ahora verlo tan demacrado donde antes había músculos construidos de manera tosca e intimidante le dolía demasiado. Donde antes estaba una mirada que aterrorizaba hasta el hombre más bravo ahora solo era el recuerdo de esta mientras exhalaba con dificultad sus últimos respiros.
_Los dejaremos solos_dijo Ignia rompiendo el silencio tenso que se había creado.
Natsu no estaba de acuerdo con eso pero una mirada del futuro rey le advirtió que no dijera nada. Natsu renuente salió siguiendo a su hermano mayor, dejando a su otro hermano con su padre.  Zeref observó como sus hermanos salían dejándole sólo con Igneel. El hechicero susurró un conjuro que se extendió hasta los exteriores de la carpa. Natsu bufó inconforme mientras Ignia sonreía divertido. Su joven e ingenuo hermanito creyó ser más inteligente que Zeref. Lo que ocurriera dentro de allí solo lo sabrían ellos.  
En el interior de la carpa todo se hallaba en un lúgubre silencio. El rey dragón agarró la manos de su hijo más rebelde y le dio un apretón captando su atención.
_Ha pasado más de doscientos años desde la última vez que te vi,hijo_el corazón de Zeref se sintió mas pesado y en su garganta había un nudo que amenazaba con ahogarlo. La voz de Igneel se oía tan frágil, como hojas desgastadas y marchitas que las llevaba el fuerte viento.
_Viejo, estoy en casa_dijo aquel que destruía a todo así paso con lágrimas adornando sus oscuros ojos.
Una tos seca, de esas que son molestas y dolorosas, sacudió el cuerpo desnutrido del rey que antes se alzaba con su imponente y robusta figura.
_Pensé que no te vería antes de que muriera. Que alivio poder verte, si viera a Zarel en el otro mundo y no tuviera noticias de su hijo mayor me daría una buena paliza_una sonrisa temblorosa que parecía mas una mueca estiró sus labios.
Zeref dejó escapar una exhalación al escuchar el nombre de su padre salir de su tío. Desde la masacre de Lotos no se había atrevido a pensar en sus padres, Zarel Dragneel y Caira Larcade.
_Extrañas a la tía Fiona ¿cierto?_su hermosa tía,de cabellos y ojos de oro. Una hermosa belleza que deslumbró a más de cien dragones antes de que Igneel la conociera. Su querido primo, Ignia, era un fiel reflejo de su belleza.
_Los dragones no duran ni diez años después de la muerte de su aghra. Sólo sobreviví tanto tiempo porque mi pueblo me necesitaba y ustedes también_Zeref no tenía ni idea de cuando las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas. Tal vez desde que su tío o padre adoptivo comenzó a hablar en un principio o cuando mencionó a sus padres.
_Estabas tan destrozado por dentro cuando te encontré Zeref que pensé que jamás podría recuperarte. Pensé que te había defraudado a ti y a tu padre_Zeref negó al escuchar tal confesión venir de Igneel.
_Eso no es verdad, tío. Tu nunca me defraudaste, ni a Ignia o a mi_necesitaba que lo supiera. No era su culpa, nadie podría prever semejante barbaridad por parte de los demonios en tiempos de paz. Fue una sorpresa, una cruel sorpresa.
_Eso es un alivio para mi. ¿Recuerdas cuándo te fuiste de casa, diciendo qué descubrirías la manera de resucitar a Natsu?_Zeref mordió con dolor y rabia su labio inferior. Sabía lo que hacía el dragón mayor, recordar los tiempos pasados antes de morir.
_No tenía esperanzas de volver a ver ese pequeño de cabellos cerezas diciendo tu nombre pero tu sí. Nunca perdiste la....
_esperanza_terminó de decir con esfuerzo antes de que otra fuerte tos le arrebatara el aire. Sus pulmones se volvieron sus enemigos y su corazón el cómplice de estos.
_Para, no digas nada más_Zeref quería retrasarlo. Tampoco quería escucharlo decir sus últimas palabras porque entonces se iría y se quedaría otra vez huérfano.
_Ignia y Natsu te necesitan. El consejo quiere que Ignia tome su lugar como rey_el mago frunció el ceño ante tales palabras de su tío aunque realmente lo veía mas como un padre.
_Eso no puede ser. Ignia todavía no alcanza la mayoría de edad y no está preparado para asumir tal cargo_aunque Ignia era mayor que Zeref por cien años aún había veces que lo sentía como uno menor. Tal vez se debía a que su parte draki murió y creció más rápido que el joven príncipe o simplemente su alma era vieja y sabia por lo que había pasado.
_Nuestro pueblo necesita a todos los reyes. Todavía no nos recuperamos de la masacre en Lotos.
Él lo sabía, su padre tenía razón pero Ignia no estaba preparado para semejante responsabilidad y menos en medio de esta crisis. Ser uno de los líderes de una raza que se extinguía con el paso del tiempo siendo casi un niño no sería nada fácil. Además tenía que lidiar con el legado de su padre. Igneel Dragneel era uno de los reyes más queridos y amados de todo el pueblo, incluso antes de convertirse en príncipe y ser un simple guerrero.
_Es por eso que te pido esto...
Igneel se incorporó con esfuerzo mientras el hechicero lo ayudaba a sentarse en la cama formada por las pieles.  Ni siquiera eso podía hacer sin agitarse. Su cuerpo se volvió su enemigo al comprender que su mente comenzaba a fracturarse al caer en una depresión.
_Quédate, ayuda a Ignia a convertirse en un rey justo y sabio. Natsu también te necesita para que lo ayudes a controlar su poder demoníaco_dijo Igneel mirándole determinado con esos ojos ambarinos que indicaban su raza.
Zeref sabía que nadie estaría contento con su presencia allí. Nadie quería al mago oscuro cerca de sus hijos en la comodidad de su hogar. Sin embargo lo haría por sus hermanos, no le importaba la disconformidad o el mal trato hacia su persona. Siempre estaría allí para lo que necesitaran.
El mago asintió en respuesta y una exhalación satisfecha brotó del rey moribundo que yacía en cama. Ahora si podía irse en paz. Sus tres hijos estaban reunidos y eran fuertes. Él, había soportado todo lo que pudo hasta que fue demasiado el dolor por la muerte de su aghra.
_Extraño tanto a Fiona_su mirada se volvió vidriosa y se perdió en los recuerdos de su hermosa mujer.
Zeref solo contuvo el llanto dentro suyo, sabía lo que significaba esas palabras. Era la hora de que su otro padre descansara en paz y se reuniera con su compañera.
_Ve con ella, tío. No la hagas esperar_su voz se quebró en el final al no poder contenerse más.
Esa noche Igneel Dragneel murió en compañía del mago oscuro con una sonrisa en el rostro al pensar que estaría junto a su aghra.

~Caricia de Muerte~ Zeref y Mavis. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora