|Capítulo 2|

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Año X455. Sede de la Santa Iglesia; Crocus.

Una hermosa chica de cabellos violetas dejaba salir un suspiro satisfecho después de una larga sesión de sexo matutino con el chico más codiciado de allí. Era mucho mayor que él, por unos seis años pero es que aquel joven era demasiado maduro para su edad. Incluso su antigua conquista, un año más grande que ella no lograba ser tan imponente y soberbio como él. Además de su físico, su actitud fría y distante le atraía, ella siempre era la que debía deshacerse de los chicos pegajosos. Sin embargo ese estudiante de su padre era todo lo contrario, logró lo imposible, se enamoró de él. Solo que no le interesaba, no quería una relación seria y para ella eso estaba bien. Después de todo solo mantenía relaciones sexuales con ella, la parecía suficiente por el momento.
_Zeref, vuelve a la cama_pidió palpando el colchón junto a su lado dejando a la vista su cuerpo desnudo.
El joven la ignoró y continuó viendo a través de la ventana el paisaje de la ciudad mientras fumaba un cigarrillo. Habían transcurrido dos años desde que entró a la Santa Iglesia, buscando los pergaminos prohibidos con las enseñanzas malditas. Según el obispo Raúl Blanc, su maestro en su aprendizaje de las artes mágicas su elemento era la oscuridad. También se le denominaba magia de precio, era una ironía del destino que su atributo era el más compatible con esos pergaminos. De acuerdo a su maestro en esta materia, el elemento de la magia de las personas estaban atado a su afinidad con este. En otras palabras al ser el único sobreviviente de la masacre ocurrida hace diez años su poder mágico se sintió afín al elemento de la oscuridad. Solo había existido un mago antes que él con este poder, fue uno de los consejeros del antiguo rey. Glorius Savage, un prodigio en las artes mágicas y con un alto nivel académico, al igual que él. Los cuatro elementos básicos eran agua, tierra, fuego y aire que se descomponían en subelementos como metal, electricidad, hielo y demás tributos. Además de estos existían dos más que surgieron con el paso del tiempo, luz y oscuridad. El elemento de la luz ningún humano había sido capaz de dominarlo porque para ello se necesitaba ser un alma pura y desinteresada que solamente una raza era capaz de manejarla, las hadas. Esta raza que solamente eran susurros o historias, vivían en la tierra paradisíaca de la Isla Tenroujima, bajo la bendición de la diosa Rae. El elemento de la oscuridad no existía hasta que nació Glorius Savage, su magia era muy poderosa pero los hechizos siempre venían con un precio, esa magia no tenía brújula moral o límites en cuanto a poder. Se decían que los nacidos con ese poder estaban malditos por la muerte y que el Dios Aksheram castigaría a cualquiera que rompiera las barreras entre la vida y la muerte. Poco eso le importaba a Zeref, no creía en esos cuentos para niños. Dudaba siquiera que existieran tales dioses, seguramente solo eran invención de la Santa Iglesia. Al ser el segundo en tener semejante poder las personas se alejaban de él y susurraban su nombre con temor sobre cómo era el sucesor de Glorius Savage. Incluso decían que seguramente era su descendiente al no tener parientes vivos y regresar del continente perdido. Una sonrisa burlona surgió de sus labios al pensar en eso, nadie tenía ni puta idea de que era un dragón y eso era muy bienvenido.
Un suspiro abandonó los labios de Kara Grace al verlo sonreír, ese chico era aterrador cuando sonreía de esa forma. Le recordaba a un psicópata a punto de degollar al gato de la vecina.
_Kara_al escuchar su nombre salir de esos labios tan deliciosos se le olvidó el peligro que destilaba y la maldad de su alma.
_¿Si?_preguntó la chica viendo como se volteaba y estremeciéndose por la encantadora vista de su cuerpo desnudo y su miembro erecto.
Zeref colocó su rodilla derecha sobre el colchón mientras agarraba el mentón de la chica con su mano izquierda dejando salir el humo del cigarrillo de su boca.
_Creo que es hora de que por fin me presentes a tu familia como tu novio. Llevamos saliendo un año ¿no lo crees?_dijo Zeref observándole con esos ojos carbón obligándola a no despegar la vista de él.
Una inmensa alegría le recorrió, su sonrisa no tardó en llegar y su corazón corrió desbocado de felicidad. Finalmente podría decir que ese hombre era suyo. Sabía que él caería en sus manos tarde o temprano. No era tonta, supo siempre que su interés por ella comenzó debido a su padre pero ahora no tenía dudas de que le amaba.
_Si, tienes razón_dijo ella sin poder contener la emoción y abrazándole con fuerza.
Él al rodearla con los brazos sonrió, soportar a la hija del arzobispo Curt Grace dio resultados. Ese hombre era quien custodiaba los libros antiguos a los que no tenían acceso los alumnos. Además después de escuchar los incesantes parloteos de Kara sobre lo interesado que estaba sobre unos pergaminos viejos se dio cuenta de quien los tenía. Había buscado incansablemente aquellos pergaminos en toda la biblioteca, sobornó, amenazó, chantajeó e incluso ganó la confianza de las personas con más poder para entrar a la sección cerrada al público. Incluso habló con el obispo Raúl Blanc sobre ello y le aseguró que si alguien tenía esos pergaminos sería el arzobispo Grace. Al saberlo se acercó hace un año a su hija pero no debía ser demasiado obvio porque Kara Grace no era estúpida chica ingenua, era una mujer sofisticada y con seguridad en sí misma. Su buena apariencia y su indiferencia fue lo que llamó su atención. Claro, todos sus movimientos fueron calculados, incluso debía resistir aceptar las propocisiones de Kara para ir a su casa y negar que tenía una relación con ella. Su plan había dado frutos y debía recogerlos.
_¿Qué tal si vamos mañana en la noche?_propuso Kara sin saber las verdaderas intenciones de Zeref.
Antes de eso recibiría la visita de Ignia, mañana era el fin de año y quería pasarlo con él. Tenía que obligarlo irse temprano, pero no podía faltar a la cita de mañana.
_Claro, amor. Lo que tu quieras.

                       •●🖤💛●•

_Habla_dijo Ignia dándole una mirada inquisidora a su hermanito. Pensaba que no se daría cuenta de sus deseos de irse de la cafetería en donde estaban.
_No tengo nada que decir_mintió Zeref sin siquiera dudarlo. No se sentía culpable por ello, era muy bueno mintiendo. Lo cual era hilarante porque antes odiaba decir mentiras, cuando era un niño.
_No soy estúpido Zeref. A todos les puedes mentir pero tengo 109 años y te cambiaba los pañales cuando eras un crío_si, realmente deseaba ignorar al chico que aparentaba tener 15 años. Era traumatizante verlo de esa manera.
_No te sientas orgulloso por ser viejo. Además todavía te faltan 310 años para ser tomado en serio_los dragones se consideraban mayores de edad al cumplir 417 años, lo cual era bastante inquietante.
_Deja de intentar cambiar el tema y dime lo qué ocurre de una vez_instó Ignia sabiendo perfectamente lo que quería su hermanito. Era un listillo cuando se trataba de manipular a las personas, solo que él era un dragón.
_Hoy tengo una cena en casa de Kara con sus padres, hemos decidido tomarnos la relación en serio_no era completamente mentira pero tampoco la verdad. Esas eran las mejores mentiras.
_No soportas a esa chica, solo estabas follando con ella porque te cansaste de tener citas_eso también era verdad hasta cierto punto.
Un suspiro salió de sus labios al darse cuenta que esa no era la única razón. Debió saberlo cuando Zeref se lo dijo hace un año pero no estuvo allí por muchos días ya que Igneel lo necesitaba a su lado.
_¿De quién es pariente?_definitivamente Ignia lo conocía demasiado bien. Por esa razón era que lo quería lejos de sus planes. Podía ser un maldito grano en el trasero aunque era mejor él que su padre. El viejo podía ser peor con su rectitud y correcta moral.
_Es la hija de Curt Grace_respondió renuente, Ignia no se detendría hasta conseguir lo que quería. La determinación era un rasgo de familia al parecer.
_¿Dónde tiene los pergaminos?_preguntó resignado el príncipe de los dragones. Zeref le miró con una expresión de sorpresa.
_No me mires así, te ayudaré en lo que sea necesario_habló Ignia sintiéndose un poco ofendido de que dudará de su ayuda.
_En realidad, todavía no he revisado el despacho del arzobispo en la iglesia_Ignia dejó salir un improperio en voz alta al escucharle. Por supuesto que le tocaría la parte difícil.
_Vamos, eres el hermano mayor y yo soportaré a los incesantes parloteos de Kara y su madre_tal vez no era tan malo asaltar la Santa Iglesia.

~Caricia de Muerte~ Zeref y Mavis. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora