|Capítulo 24|

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_¿Fuiste a reunirte con Ignia e Igneel?_preguntó Mavis sentada en el suelo frente al estanque junto a Zeref.
_Igneel estaba a punto de morir. Honestamente me sorprende que fuera capaz de soportar no entregarse a la muerte antes_respondió con pesar Zeref recordando la despedida entre ambos. El corazón de Mavis dolió por aquel dragón, no lo había conocido pero con solo ver el dolor de su amado también lamentó su pérdida.
_¿Qué quieres decir con que te sorprendió que no muriera antes?_interrogó Mavis con curiosidad.
_Los dragones solo tenemos una pareja en toda nuestra vida, esto no significa que tengamos relaciones pero no suelen durar. Esto es debido a que solo podemos procrear con nuestra aghra_explicó Zeref y vio como los ojos de Mavis se iluminaban ante este nuevo descubrimiento. Se notaba que la hada era un pequeño ratón de biblioteca.
_Eso es increíble_dijo ella hasta que su sonrisa se borró al pensar que Zeref tendría una aghra en algún lugar de Fiore y no sería ella. El mago oscuro al ver su ceño fruncirse de ese modo tan adorable sabía hacia donde se adentraban sus pensamientos.
_No existe para mi, Mavis_al escuchar sus palabras Mavis detuvo su línea de pensamiento y levantó su mirada para encontrarse con la suya.
_Mis ojos son negros por una razón. ¿Lo notaste, cierto? Los dragones tienen los ojos dorados_habló él y ella asintió a sus palabras. Lo había notado cuando estaba atrapada en sus recuerdos.
_Mi madre estaba enferma cuando nació, su parte draki murió. En otras palabras su parte bestia, yo heredé su condición_explicó Zeref y las piezas comenzaron a encajar.
_Eso significa que era como un humano normal, sin reflejos o fuerza sobrehumana. Sin larga longevidad o una aghra, aunque mis hermanos pensaban diferente_dijo Zeref sonriendo al recordar a los tozudos de sus hermanos diciéndole que encontraría a su amor predestinado por los dioses. Tal vez no se equivocarán sobre ello.
_¿Hermanos? ¿En plural?_cuestionó Mavis confusa. Después de todo sólo conocía a dos hermanos de Zeref. Ignia y Natsu, el último había fallecido.
Ante la pregunta inocente de Mavis el rostro tranquilo de Zeref se tensó en respuesta. Sabía que algún momento tocarían el tema, solo que no esperaba que fuera tan rápido.
_Natsu está vivo, pequeña hada_declaró él mientras la miraba con intensidad y el ceño de Mavis se frunció al no comprender.
_Eso es imposible. Yo te vi cargando el cadáver de tu hermano en las ruinas de Lotos_negó ella. Jamás olvidaría aquella vista teñida de miedo y desesperación.
Zeref esperó en silencio a que Mavis se calmara  y procesará la información en su cabeza. El suave susurro del viento era el único sonido presente y el frágil aleteo de aves que perdía en la penumbra.
_Lo trajiste de vuelta_susurró ella sin terminarlo de creer.
Eso era imposible, ese poder estaba prohibido. Solo los dioses deberían ser capaces de realizar semejante hazaña. Para las hadas eso era aborrecible, eran seres que respetaban la vida y la muerte. Creían en que si un alma pereció era porque ese era su destino. Se consideraba un tabú considerar algo como la nigromancia ya que violaban los principios de la existencia misma. Esos fueron los ideales inculcados en ella desde pequeña por los mayores en su aldea.
_Si, lo hice_era por eso que se mostraba tan renuente de decirle, sabía cual era la filosofía de las hadas y su postura. En otro momento tal vez esa hubiera sido también la suya pero tocó fondo.
_¿Sabes qué lo que me acabas de decir va en contra de todo lo que defiendo? ¿De todo lo qué soy?_inquirió ella con lágrimas en sus ojos soltándole la mano. En ese instante Zeref tuvo miedo.
_Mavis_llamó él al verla levantarse del suelo y comenzar a alejarse de él. Su oscuro corazón tembló.
_¡No me digas Mavis, Zeref!_gritó ella mientras se giraba para enfrentarle.
_¡Acabas de decirme que el hombre al que quiero ha hecho algo que va en contra de todo lo que defiendo, de todo lo que soy!_y no sabía como se sentía al respecto sobre ello. Ella envolvió sus brazos alrededor de sí misma buscando algo de consuelo. Sin embargo un brote de esperanza creció en el hechicero al oír sus palabras.
_¿Me quieres?_cuestionó él mostrándose vulnerable y una pequeña sonrisa de felicidad creció en sus labios.
La rubia al ver esa pequeña muestra de vulnerabilidad y como sus palabras hicieron que Zeref sonriera se sintió algo agridulce. Feliz porque él no parecía que huiría de ella como había visto anteriormente en la ciudad cuando una chica confesaba sus sentimientos. Por otro lado se sentía confundida, porque lo quería y las enseñanzas de su pueblo iban en contra de todo lo que Zeref Dragneel representaba aunque eso ella ya lo sabía en lo más profundo de su ser.
_Ese no es el punto aquí Zeref_dijo ella frustrada mientras se pasaba las manos por su rostro. Esta encrucijada en la que se encontraba era demasiado dolorosa.
_No me arrepiento de lo que hice. Nunca lo haré_dijo borrando cualquier vestigio de alegría y volviéndose impenetrable en cuestiones de segundos.
Las lágrimas en vez de detenerse incrementaron porque ella lo sabía. Sabía que para Zeref Dragneel lo más importante era su familia.
_Era mi hermano pequeño Mavis, no tenía ni cinco años y su corazón se detuvo. ¡En mis brazos!_no supo por qué pero estalló. Tal vez fue el miedo a perderla, tal vez era que ya no podía soportarlo más. Incluso cuando Mavis vio todo el horror lo relató sin emoción pero esta vez no era capaz de contenerse.
_¿¡Puedes comprender mi dolor!?_Mavis se estremeció ante su furia, ante su dolor, ante su verdad. Zeref se derrumbó, cayó sobre sus rodillas en el suelo y ella sin dudarlo corrió a su lado para abrazarlo. Él ocultó su rostro en su pecho mientras ella lo apresaba entre sus brazos.
_Dejalo salir Zeref. Todo estará bien, yo estoy aquí_consoló ella mientras lloraba y pasaba su mano por su espalda.
_¡Aaahh!_gritó él y de su cuerpo brotó magia negra en una onda expansiva que asesinó todo a su paso.
Esa sensación de frialdad, de muerte que Mavis sintió al pasar por su cuerpo nunca la olvidaría. La devastación que Zeref trajo solo con su grito vertiendo sus emocionen asesinó todo debido a su maldición. El cielo claro y despejado se volvió gris, las hojas verdes y de vibrante color se marchitaron volviéndose cafés para desintegrarse, el suelo perdió su brillo, y si oías bien solo existía el vacío. La muerte estuvo allí. Ahora comprendía porque Zeref siempre parecía un robot sin emociones, el dolor que guardaba cada vez que contenía la maldición dentro de su cuerpo y por primera vez Mavis Vermillion maldijo a un Dios.

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_Somos un desastre_sentenció Zeref acostado sobre el césped seco después de estar minutos en silencio junto a Mavis.
_Tienes razón, creo que necesitamos terapia_dijo la hada que estaba a su lado suspirando mientras ella agarraba con firmeza su mano entrelazando sus dedos. Él observó este gesto y después miró hacia el sol brillante, igual que Mavis.
Todo a su alrededor estaba muerto, pero ambos se sentían más vivos que nunca en la compañía del otro.

~Caricia de Muerte~ Zeref y Mavis. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora